«LA ÚNICA ILUSIÓN QUE ME QUEDA EN ESTE MUNDO, TÚ Y MAELÍN…»

Santander, 8 de mayo de 1950.

Srta. Mercedes San Honorio.

Mi querida Leles: Te deseo un buen estado de salud, quedando bien yo por el momento.

Leles, he recibido tu carta y foto y en ella veo todo cuanto me dices. La foto me ha gustado mucho, pues ya deseaba tener una de cuerpo entero y al fin lo he conseguido. Me dices que cómo te encuentro, puesto te encuentro muy guapina, muy gorda. Ahora que estás muy bien. Cada día que pasa te quiero mucho más, no sabes cuánto deseo que llegue el día de nuestra felicidad, para no volver a separarnos más, ¿verdad que tú también lo deseas, Leles querida?

Leles, me dices que si no me es molestia, que te diga algo de Maelín. ¿Por qué me dices eso, Leles? No creo que sea necesario que vuelva a repetírtelo, que no quiero que me pidas nada por favor, sabes muy bien que yo le quiero mucho y que yo, todo lo que yo sepa de él, lo sabrás tú también, porque te lo diré yo. Lo que pasa es que estoy muy lejos de él, como tú sabes, y no puedo verle todos los días, porque yo desearía que estuviese todos los días conmigo, pero esto, hoy por hoy, ya sabes que no puede ser. Según tú, no es seguro que yo le quiera mucho, pues puedes estarlo, porque si fuera así eso, no creo que tuviera por qué decirte nada. Eso debieras tú de comprenderlo, lo mismo que yo. (Yo creo que es que quieres hacerme rabiar un poco, ¿verdad, querida, que sí?).

Leles, lo que menos me ha gustado es que me hayas mandado una carta tan pequeña. Casi podríamos llamarla media carta. Leles, eso quisiera que no volvieras a hacerlo. En una carta me decías que me haría la cuenta de que eres mi mujercita, que podía pedirte cuanto quisiera, que tú lo harías muy gustosa. Pues bien, te lo agradezco mucho y no voy a ser muy exigente, nada más voy a pedirte que seas muy formalita, que no porque estemos muy lejos vayas a olvidarte que yo estoy aquí, que seas muy buena para conmigo, esto es en el sentido de que me quieras mucho, pues desearía que me escribieras a menudo y que me llenes mucho el papel, ya que para esto lo han hecho así. Leles, no sé si me llamarás exigente, pero no lo soy. Lo que pasa es que te quiero mucho y deseo saber de ti a menudo y todo lo que puedas ponerme en tus cartas me lo pones, que es la única ilusión que me queda en este mundo, tú y Maelín, y nada más, que a vosotros os quiero mucho, mucho.

Leles, para la próxima carta seguramente que te mandaré una foto mía si salgo bien, y tú no dejes de mandarme esa que dices que me vas a mandar. Por mi madre no te preocupes, pues no desea nada más que tú me escribas a mí y yo a ti, y cuida mucho a nuestro pequeñín, que me dice que es la cosa más lista que ha visto, ya me dirás si has recibido la foto que te mandé de Maelín, pues yo me quedé con otra igual que esa, dime si te ha gustado. Te voy a hacer una pregunta que no he hecho nunca y es que me digas si sabe tu papá que nos escribimos y qué dice, aunque no creo le parezca mal. Leles, si él te dice algo, o si tú crees que debo de escribirle a él una carta para que no crea que es un juego lo que nos traemos entre manos, me lo dices, que yo lo haré con mucho gusto, con tal de que no te desanimen, aunque creo que esto no lo conseguirán si es verdad que me quieres como me dices. Leles, si me mandas lo que te pedía en la otra, la música que sea de laúd o de guitarra, que son los instrumentos que hay aquí. Bueno, Leles, querida: por hoy no te digo más, recibe muchos besos de este que no te olvida nunca y te quiere mucho, mucho.

Paco.

(Contéstame pronto, chiquitína mía).