«RECORDARÁS ALGO DE MÍ»
Santander, 28 de enero de 1950.
Srta. Mercedes San Honorio.
Inolvidable Leles: Que estés bien es mi mayor deseo, yo bien por el momento.
Leles, he recibido tu carta ayer, día 27, con fecha del 20, lo cual me dio mucha alegría, pues no la esperaba tan pronto y veo que no se ha perdido la otra que llevaba una foto mía, pues aunque estoy muy mal, me gusta mucho que la hayas recibido, pues de esa forma, la mirarás alguna vez y recordarás de mí algo todos los días. ¿Verdad que sí, Leles? Yo también me recuerdo de ti mucho. Ya veo que te acuerdas de todo, y de otras muchas cosas que al parecer prefieres reservártelas para ti, por lo cual me perdonas y yo muy agradecido de ello.
Me preguntas por qué echo toda la culpa de nuestra desgracia a tu mamá. No debieras preguntármelo Leles, lo sabes tú todo lo mismo que yo, únicamente que como es tu mamá no quieres reconocer el daño que a los dos nos hizo, pero haces bien, es tu madre. Nunca más me meteré en nada de lo que haya entre vosotras, pero te pido que no me digas que la perdone. No creas nunca que yo pienso hacerle daño, no es precisamente eso, sino que nunca más oirá una palabra de mis labios dirigida a ella. No quisiera me tomarás nada en cuenta, pues al fin tengo motivos para hablar de esta forma.
Leles, me gusta mucho que no te interesen las diversiones hasta que no estemos juntos, pues todavía nos queda tiempo para todo. Ya verás, recordaremos los tiempos pasados y volveremos a vivir como en los tiempos pasados.
Leles, ya veo estás orgullosa porque tienes un hijo muy guapo y hermoso, yo también lo estoy. Pero te voy a decir una cosa. Me he fijado muchas veces en que siempre dices tienes y parece que no quieres repartir ese derecho conmigo. Claro que si piensas un poco las cosas, tienes razón, porque al fin yo para nada le he servido en esta vida, ¿verdad Leles que es por eso?
Me gusta te recuerdes de cuando paseábamos juntos por ahí. Ya veo que te hice daño el día que estuve sentado con Tina en el patio, pues qué querías que hiciese, estaba aburrido, muy aburrido y ella fue la única que quiso remediar mis males. Con solo un poco […] me querías. Estaba yo contento porque con sus palabras me borró aquella desesperación que yo sentía. Por yo la apreciaba mucho, pues para mí fue muy buena. Tú sabes que algunas veces quise hablarte y tú ya sabes lo que me dijiste una noche donde tu…, luego fui a escuchar lo que le decías a tu mamá y hermana y escuché todo, y vi que era inútil cuanto yo intentase, por eso después hice muchas cosas y juré no volverte a hablar nunca más.
Por eso quiero que nadie se entere hasta que yo no salga de aquí.
Bueno Leles, por hoy no te digo más. Tengo mis dudas y temo no te guste este rosario y te enfades, y yo quiero que no sufras nada por nada.
Sin más se despide de ti este que no te olvidará nunca y te quiere mucho, mucho, tu
Paco.
No dejes de contestarme pronto y escríbeme mucho, pues necesito mucho tus cartas, pues en la próxima te diré algo de cómo me encuentro, pues estoy algo enfermo, ya creo lo sabes.
Paco.