«NO CULPES A NADIE DE NADA»
Santander, 5 de octubre de 1949.
Srta. Mercedes San Honorio.
Querida Leles: Mi mayor deseo es que cuando llegue esta a tus manos te halles disfrutando de buena salud. Yo, bien.
Leles, he recibido tu deseada carta y en ella veo que no estás segura de si tus letras me molestarán (bien sabes que no). Ya sé que quisiste verme antes de marchar y no fue posible. Yo también deseaba verte para que hubieras sabido cuáles eran mis únicos pensamientos. Pero te los diré por carta, con la seguridad de que con ellos ya serán menos tus penas.
Ya veo que me echas a mí la culpa de todo. Algo tengo, aunque no toda. Leles, quiero que sepas que no te he engañado y que si hemos tenido al niño, ha sido a gusto de los dos. Y a mí, hoy, no me pesa y creo que a ti tampoco. Hoy te digo que te quiero a ti lo mismo que antes te quería.
Pero quiero que no culpes a nadie de nada, que soy yo el único causante. Y más que yo, tu mamá. Y bien lo sabes. Y aún hay otra cosa que no te diré hasta que no esté a tu lado.
Leles, ya sé que nunca me has pedido nada y si hoy de mí desearas algo, no quiero que me lo pidas por favor, y mucho menos para nuestro pequeñín, pues quiero que sepas que os quiero a los dos y que el mejor juguete que yo sepa hacer lo haré para él, para que se entretenga jugando y se le haga el tiempo un poco más corto. A lo mejor no puedo hacérselo para el día 19 [Se refiere al 19 de octubre, fecha del segundo cumpleaños de Ismael], ahora que para ese día yo le felicitaré, si tú quieres, en nombre de los dos. No me interesa que el mundo se entere de lo que haga, ni tendrá miedo nadie de que me case contigo, porque mis pensamientos no se los digo en este mundo a nadie más que a ti. Quiero que seas tú la única que sepas que me casaré contigo si sigues demostrando ser una mujer de la que estoy orgulloso, de tu comportamiento hasta ahora y no creo que porque estés lejos te vayas a portar de otra forma…
Leles, te digo todo esto esperando que quieras perdonarme de lo que por mí has sufrido pensando si te había olvidado para siempre y ya ves que no. No te he olvidado, te quiero lo mismo que antes, o algo más, porque hoy tenemos un hijo. ¡Sería triste para él llegar a mayor y no conocer a su padre!
Me doy cuenta, Leles, de lo mucho que hoy sufrirás donde estés cuidando a un niño. Pensarás a cada momento en Maelín, pero te pido que no tengas pena, que el tiempo pasa pronto y cuando te quieras dar cuenta, ya no estarás sola, que nos tendrás a los dos a tu vera y entonces todas las preocupaciones habrán terminado para ti y para mí. Creo que será pronto.
Leles, cuando me contestes quisiera que me mandaras una foto donde estés tu sola, pues quiero tener un recuerdo tuyo, y nada mejor que una foto. Espero que me la mandes, pues para la próxima carta te mandaré yo una mía que nos han hecho el día 24, pero todavía no las tengo en mi poder. No dejes de mandármela, pues la pondré en un cuadro.
Bueno Leles, como te he dicho, tú mamá no necesita saber nada de esto, ni nadie más, nada más que tú y yo, pues algún día te diré la causa de todo, que hoy no puedo decirte. Tú ten confianza en mí, que como ya puedes comprender no tengo ningún interés en engañarte, ya que desde aquí solo pienso en el día en que pueda abrazarte y hacerte mi mujercita, y a nuestro lado, mi verdadero hijo, que es lo que yo más deseo.
Sin más se despide de ti, con un fuerte abrazo, este que te quiere y no te olvidará nunca, tu
Paco.
Contéstame pronto.