Este libro no habría existido sin los esfuerzos y la amabilidad de muchas personas. En primer lugar, quisiera transmitir mi más sentido agradecimiento a Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, con una profunda gratitud por su ilimitada afabilidad, generosidad, inspiración y amistad. Y a mis padres, James y Bettie Cutler, en cariñoso recuerdo, por haberme proporcionado los fundamentos de mi propio camino para encontrar la felicidad en la vida.
Mi más sincero agradecimiento se extiende a muchos otros:
Al doctor Thupten Jinpa por su amistad, su ayuda en la revisión de los textos del Dalai Lama incluidos en este libro, su papel esencial al actuar como intérprete de las conferencias del Dalai Lama y en muchas de nuestras conversaciones privadas. Y también a Lobsang Jordhen, el venerable Lhakdor, por actuar como intérprete mío para una serie de conversaciones con el Dalai Lama en la India.
A Tenzin Geyche Tethong, Richen Dharlo y Dawa Tsering, por su apoyo y ayuda en muchos aspectos a lo largo de los años.
A muchas personas que trabajaron mucho para asegurarse de que la visita del Dalai Lama a Arizona en 1993 fuera una experiencia gratificante para tantos: a Claude d’Estree, Ken Bacher y el consejo y el personal de Arizona Teachings, Ine., a Peggy Hitchcock y al consejo de Arizona Friends of Tibet, a la doctora Pam Willson y a los que ayudaron a organizar la conferencia pronunciada por el Dalai Lama en la Universidad Estatal de Arizona, así como a las docenas de entregados voluntarios, por sus incansables esfuerzos, en nombre de quienes asistieron a las acciones del Dalai Lama en Arizona.
A mis extraordinarios agentes, Sharon Friedman y Ralph Vicinanza, y a su maravilloso equipo, por su ánimo, amabilidad, entrega y ayuda en tantos aspectos de este proyecto y por el duro trabajo realizado más allá de lo exigido por el deber. He contraído con ellos una deuda especial de gratitud.
A aquellos que aportaron su valiosa asistencia, percepción y experiencia editorial, así como apoyo personal durante el prolongado proceso de redacción: a Ruth Hapgood por sus hábiles esfuerzos para editar las primeras versiones del manuscrito, a Barbara Gates y a la doctora Ronna Kabatznick por su indispensable ayuda para revisar el voluminoso material, así como para centrarlo y organizarlo en una estructura coherente. También a mi ingenioso editor Amy Hertz por creer en el proyecto y ayudar a configurar el libro en su forma final. También a Jennifer Repo y al personal de revisión de galeradas de Riverhead Books. También quisiera expresar mi cálido agradecimiento a todos aquellos que ayudaron a transcribir las conferencias del Dalai Lama en Arizona, a mecanografiar las transcripciones de mis conversaciones con él y a mecanografiar partes de las primeras versiones del manuscrito.
Wyatt Gothe, la doctora Gail McDonald, Larry Cutler, Randy Cutler y un agradecimiento especial con profundo aprecio a Candee y Scott Brierley, así como a otros muchos amigos a los que quizá no haya citado aquí por su nombre, pero a los que llevo en mi corazón con permanente amor, gratitud y respeto.
Y a Lori, con amor.