«ESOS», o sea nosotros, los redactores de El Trueno Informativo, nos pasamos los últimos días de junio clasificando cartas, artículos, anuncios y contando el dinero que habíamos obtenido de nuestros lectores, padres y alumnos, que voluntariamente habían metido sus aportaciones para el periódico en la caja de cartón de El Trueno.
Hicimos tres montones. En el primero pusimos las solicitudes de alumnos que querían ser periodistas de El Trueno Informativo. Eran veinte y de todas las edades. En el segundo pusimos los anunciantes, que solo eran dos. Podía haber sido al revés, veinte anunciantes y dos periodistas, pero no, «las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran», que si el lector ha llegado a este punto ya se habrá imaginado que esta es una frase ¡de mi padre! Y una de las preferidas, además.
En el tercer montón colocamos las cartas que nos habían escrito los lectores con los asuntos más variopintos. Uno, que nos felicitaba porque habíamos conseguido que el cocinero cambiara sus recetas, que ahora seguía siendo una asquerosidad la comida, pero era una asquerosidad diferente y que a él le gustaba más esta segunda asquerosidad; otro, por ejemplo, que no sé por qué extraña razón nos preguntaba qué nos parecía mejor que fuera él de mayor: bombero o taxista; muchos, que proponían cosas para hacer en clase y no morirse del aburrimiento, siguiendo la sección de Pablo, que al parecer contaba con muchos lectores, y otros nos enviaban unas cartas muy difíciles de descifrar, en las que nos contaban cosas niños con nombres como Sergei o Mohamed. Prácticamente había que traducirlas…
Cuando estuvieron clasificadas todas las cartas, a mí por un momento no me parecieron tres montones de papeles, sino de problemas que me amenazaban. Borré esa sombra negra rápidamente de mi cabeza… Serían problemas, pero serían ya para el próximo curso. Esa tarde nos tocaba ¡película gratis!, invitados por el portero del cine que una tarde, al vernos pasar, nos reconoció.
—Eh, los de El Trueno, ¡venid!
Y esta vez fuimos nosotros los que solo fuimos capaces de decir monosílabos:
—¿Sí?
—¿Vosotros no sois los de El Trueno Informativo?
—Sí.
—Los que habéis conseguido que el colegio no se cierre.
—Bueno.
—Pues mi hijo es compañero vuestro, estudia tercero.
—Ah.
—¿Todavía tenéis el carné de periodistas?
—Sí.
—¿Y ya habéis visto esta película que está muy bien para niños?
—No.
—¿No queréis verla y escribir una crítica en vuestro periódico?
—Sí.
—Pues por una vez y sin que sirva de precedente, el sábado os dejo pasar gratis.
—¡Bieeeeeeeen!
Pablo apuntó para la próxima temporada: «sin que sirva de precedente».