19. Una hoja de dos caras

HICIMOS lo que los señores del Patronato nos pidieron: preparamos una nueva edición de El Trueno Informativo con una sola hoja.

Como por lo visto era nuestra obligación, el domingo por la tarde estuvimos pasando al ordenador el artículo que nos habían dado los del Patronato para publicar en El Trueno Informativo. Lo titulamos El Patronato rectifica, y decía:

UN MENSAJE DE TRANQUILIDAD

A TODOS LOS ALUMNOS,

PADRES Y PROFESORES:

EL COLEGIO NO SE VENDE

Este periódico infantil, fruto de la inexperiencia de un grupito de niños inocentes, pero manipulados sin duda por malas personas, ha publicado una noticia falsa que ha levantado la alarma entre los alumnos, el profesorado y los padres. Ante esta situación, nosotros, como miembros del Patronato y por lo tanto propietarios del colegio, nos vemos en la obligación de rectificar a este periódico y desmentir contundentemente que el colegio se vaya a vender. No es cierto y la noticia que se publicaba es una gran falsedad.

Es cierto que un grupo de empresas inmobiliarias nos ha ofrecido una importantísima suma de dinero por los terrenos del colegio, pero nosotros, conscientes de la alta tarea educativa que hemos emprendido por el bien de nuestros niños y jóvenes, hemos dicho: NO. Todo ese dinero no es suficiente para que abandonemos nuestra gran misión y el colegio NO SE VENDE.

Por lo tanto rogamos a los padres, alumnos y profesores que estén tranquilos porque seguiremos adelante.

Firmado

Juan Fernández y Jorge Alonso

A nosotros, sinceramente, nos pareció que no estaba muy bien redactado porque ¿con qué iban a seguir adelante: vendiendo el colegio o no vendiéndolo? Allá ellos. No les íbamos a mejorar su redacción. Nos había dolido mucho lo de «inexperiencia de un grupito de niños».

Tampoco ellos eran muy expertos porque, si no, se habrían dado cuenta de que su carta, por más que la pusimos en letra bien grande, no ocupaba más que una cara de la hoja que teníamos que repartir. Así que tuvimos que rellenar la otra cara con las últimas novedades.

Y resultó que, tal como nos había anunciado el conserje, la última noticia era de aquella misma mañana del domingo.

Desde primera hora, la redacción de El Trueno Informativo se había desplazado al lugar de los hechos, como dicen en televisión. Y el lugar de los hechos no era otro que nuestra escuela. Los siete nos fuimos con la cámara de fotos al colegio y nos colocamos sobre la valla del patio entre los arbustos.

Allí estuvimos dos horas esperando a que ocurriera algo digno de fotografiarse. Pero no ocurría nada más que las discusiones entre Yolanda y Ricardo, María y Abdul, Abdul y yo, Pablo y Shyam, y todos entre todos, por los temas más pintorescos, «que si la película de la tele, que si ese programa es una porquería, que si a mí me mola, que a ti lo que te pasa es que eres una cursi, que si tú eres machista, que si tu padre, que si te crees…» en fin, que no me enrollo más, que lo que pasaba es que la tensión al principio y el aburrimiento después nos ponían nerviosos y estábamos dispuestos a discutir por cualquier cosa.

Y entonces sucedió. Seguidos por el conserje, entraron en el patio los señores Juan Fernández y Jorge Alonso, y otros dos, también muy trajeados. Nosotros empezamos a hacer fotos.

Primera foto:

Los cuatro señores en una esquina del patio entregan al conserje una cinta métrica.

Segunda foto:

El conserje tirando de la cinta métrica se encuentra ya hacia la mitad del patio.

Tercera foto:

El conserje ha llegado a la esquina del patio y mira la medida.

Interrumpimos las fotos.

El conserje nos pregunta en voz baja:

—¿Estáis ahí?

—Sí.

—Que no os vean. Cuando se vayan os cuento lo que pasa.

Cuarta foto:

María y Pablo resbalan juntos y caen al patio.

Ya no hay más fotos.

A pesar de la distancia, el señor Fernández los reconoció y oímos que le gritó al conserje desde la otra punta:

—Son los de El Trueno. Haga usted el favor de traerlos aquí inmediatamente.

Pablo cogió a María de la mano y echaron a correr hacia la salida del otro lado, donde la valla estaba medio caída. El conserje hizo como que corría detrás de ellos, pero no los alcanzó.

Fuimos a buscar a Pablo y María y nos escondimos, vigilando la salida de los señores. Salieron, se montaron en sus coches y se fueron. José López Molina, más conocido como el conserje, nos esperaba para hablar con nosotros.

Después nos fuimos todos hacia mi casa. Antes de trabajar en el nuevo número de El Trueno Informativo íbamos a comer juntos hamburguesas caseras hechas por mi madre, con patatas fritas hechas por mi padre. Se repitieron más o menos las mismas discusiones que antes, pero entonces con muchas risas. Cuando terminamos, Pablo consultó su cuaderno y nos dijo:

—Silencio… Aquí está… «De manera diligente y eficaz». Tenemos que trabajar.

El Trueno Informativo se puso en marcha para preparar su segundo número.

Tal como nos habían dicho, una sola hoja. Por una cara, la carta de rectificación. Por la otra, las tres fotografías del patio y un texto muy corto:

El Patronato y los empresarios llegaron a un acuerdo el domingo pasado. Durante la mañana estuvieron midiendo el terreno como se ve en las fotografías. Luego fijaron un precio. El colegio se vende y cierra definitivamente.

El próximo jueves a las 12 del mediodía se reúne todo el Patronato con los señores constructores para firmar el compromiso de venta.

¡Salvemos nuestra escuela!

El martes repartimos el nuevo número de El Trueno Informativo. Fueron mil ejemplares pagados por los señores Fernández y Alonso.

Se agotaron.