HISPANOHABLANTE CON PASAPORTE VIGENTE

A las once de la mañana, Eva le pasó un sobre lacrado a su nombre, que acababan de subir de la portería. Gainsborough lo rasgó y encontró dos hojas manuscritas. En la primera decía:

12 de abril de 1976

Estimado señor Gainsborough:

No pude asistir a nuestro encuentro en Park Avenue porque hoy a las 07:02 me secuestraron. Estoy bien. Le ruego obtener del señor Geneen la autorización para pagar mi rescate, por un monto de un millón ciento once mil dólares que abonaré en cuanto me liberen.

Le ruego tenga en cuenta que cualquier intento de rescatarme por otros medios, sólo puede conducirme a la muerte.

Lou Capote.

La carta había sido escrita y firmada por el propio Capote. La otra carta, aparecía en letras de molde muy parejas:

Estimado señor Gainsborough:

Por las fotos adjuntas puede usted ver que el señor Capote se encuentra con vida y en buen estado. Observe la foto número seis, donde está leyendo una edición del New York Times del día de hoy. Y seguramente vivirá muchos años si ustedes son tan sensatos como él.

Por el momento, se encuentra recoleto en una casa de este país cuyos accesos están conectados a un sistema electrónico de señales, y cualquier intento de penetración, incluso perforando las paredes o el techo, provocaría la voladura del local.

El señor Capote tiene provisiones para veinte días, medicamentos, condiciones higiénicas, confort, todo cargado a la cuenta de los ciento once mil dólares que exceden el millón solicitado como rescate. (Tenemos por norma cargar el monto de la invertido en nuestras operaciones a la cuenta de nuestros clientes. Nos gusta operar con cifras redondas y limpias. Eso simplifica nuestra teneduría de libros).

Consiga los US 1 111 000 (un millón ciento once mil dólares) cuanto antes, distribuidos de la siguiente forma:

2 500 billetes de US 100 = 250 000

18 050 billetes de US 20 = 361 000

50 000 billetes de US 10 = 500 000

TOTAL……………….: 1 111 000

Consiga también una persona de su confianza que sepa algo de español, no padezca hipertensión ni trastornos cardíacos, para viajar con el dinero al exterior. En cuanto todo esté listo cuelgue una tela roja sobre las persianas de su despacho del piso diecisiete, y espere nuestras instrucciones para la entrega del dinero. Tan pronto lo tengamos a buen recaudo, recibirá usted las claves para desconectar la red de explosivos de la casa donde está el señor Capote.

Atentamente,

Familia Maxwell.

Good heavens! ¿En qué lío andaría metido Lou Capote?

¡Lamentable! Muy lamentable sería que los microfilms de Fynn cayeran en manos de gente irresponsable. La ITT podía verse envuelta en un escándalo.

Geneen discutía con un grupo de petroleros tejanos, cuando vio encenderse una lucecita roja a espaldas de los visitantes.

Le indicaba que debía salir de su despacho a la sala contigua por algo muy urgente. Era Gainsborough. Lo estaba esperando de pie. En treinta segundos le explicó la situación de Capote. Geneen palideció. Dio unos pasos por la habitación y autorizó a Gainsborough a que hiciera lo que estimase conveniente. Hacía falta que Capote apareciera cuanto antes, sin mirar en gastos.

Geneen volvió a su reunión y Gainsborough al piso diecisiete.

—Por favor, señora Rains: ¿podría usted conseguirme cuanto antes una tela roja?

La inmutable Eva quiso saber de qué tamaño.

—Un metro por dos.

Steve se quedó mirándolo boquiabierto, con un papel en la mano.

—Hay que solidarizarse con el Primero de Mayo… —comentó Gainsborough, y sin ningun deseo, armó su única sonrisa del día.

La noche precedente se había alarmado mucho al informarse de lo averiguado por Charlie Price y su gente. Y el anónimo recibido evidenciaba que los victimarios de Capote no eran delincuentes comunes. El haber adquirido el molino nada más que para recibir las llamadas de teléfono; la redacción del anuncio de la subasta; el hecho de que, en efecto, hubiera existido un tal Christopher B. Maxwell, propietario de un Kensington Manor en Attica y amigo de Capablanca, revelaba un conocimiento o una investigación del caso impropia de maleantes a granel. Esta era sin duda gente con un gran kilometraje en delitos de altura, que si se apoderaban de los microfilms y olfateaban un negocio importante, tratarían de averiguar. ¡Peligrosísimo! En pocos días la CIA, el Pentágono o la Marina, descubrirían los manejos de Fynn con Capote. En el mejor de los casos, la ITT podría verse envuelta en un chantaje monstruoso; y en el peor, en un escándalo nacional sin precedentes.

No era para bromear.

Cuando sintió aumentar el desasosiego, salió del edificio y se puso a caminar por el Central Park. Trataría de apaciguarse mediante la reflexión. Sobre todo, necesitaba ordenar sus ideas antes de volver a reunirse con Charlie Price.

Sentado ante un banco del lago pensó que, obviamente, por elemental cautela, Capote no había mencionado en su carta los microfilms. Pero el hecho de que los secuestradores tampoco los mencionaran, quería decir una de dos cosas: que Lou no los llevaba encima en el momento del secuestro; o que los llevaba y se los cogieron, pero aún no sabían qué valor tenían y andaban averiguándolo.

No tuvo su primera sensación de alivio hasta vincular esta reflexión con lo que comentara la criada de Lou. Dijo que antes de marcharse a las seis y media, Capote le había anunciado su regreso a la casa, unas dos horas más tarde; es decir hacia las ocho y media. Y Gainsborough pensó como cosa muy, muy probable, que Lou se propusiera regresar a las ocho y media a su casa para recoger los microfilms. Eso le daría tiempo de estar en Park Avenue a las nueve y media, hora en que Geneen lo citara. Parecía una precaución exagerada. Parecía. Quizá no lo fuera. Nadie podía saber a dónde fue Capote. Las tres techos rojos y el número 888 seguían siendo una incógnita. ¿Habría en todo aquello de su visita matinal a los falsos Maxwell que firmaban la carta, algo que le hiciera temer por los microfilms?

Era ocioso especular. De momento, lo único sensato era rescatar a Capote cuanto antes. Si se lograba, ya habría tiempo para indagar quiénes lo habían secuestrado.

Jesus Christ! ¡Quién se lo iba a imaginar! ¿Y qué pensaba hacer míster Gainsborough?

Pagar cuanto antes, Charlie, cuanto antes, documentos muy comprometedores en danza, y Capote único podía informar adónde estaban, ese día debía entregarlos a Gainsborough, ojalá depositados lugar seguro antes secuestro…

¿Y el carro?

Oh, absurdo perder tiempo buscar carro Capote New York.

¿Charlie hablaba español?

Sí, míster Gainsborough, aunque muy mal.

¿Padecía alguna cardiopatía?

No.

¿Presión?

120 con 80.

Bien, Price preparado salir cualquier momento a partir día siguiente entregar dinero rescate Lou, operación very very comprometedora para confiarla otra persona, momento oportuno Gainsborough explicaría más detalles.