El aeropuerto de Fiumicino era un caos. Muchos viajeros, en espera de varios vuelos retrasados por un conflicto laboral, se amontonaban descansando en el suelo de la terminal del aeropuerto.
Donato Cavalieri ya había facturado sus maletas y aguardaba, en compañía de Giacomo Varelli, el embarque de su vuelo a Estados Unidos, que también se había retrasado.
Los consejos de su viejo amigo se centraban en lo relativo al especial cuidado que debería observar en ese país. Allí estaría solo, sin apoyo de nadie, y debería extremar las precauciones.
—Conozco muy bien los motivos que te han llevado a aceptar esta misión en Estados Unidos —puntualizó Varelli—. No tienes el más mínimo interés en ese curso de claves y comunicaciones. Vas allí a intentar descubrir algo más sobre la muerte de tu hermano, no me lo niegues.
Donato sabía que no podía ocultarle nada a su tutor, era su confidente y, en definitiva, su única familia.
—No voy a negarlo; pero, por si te tranquiliza, te diré que seré extremadamente cauteloso.
El viejo sacerdote tenía intención de revelarle una nueva información, pero, desde luego, sin decirle de quién la había obtenido.
—Este sobre contiene un material que debes leer con tranquilidad durante el vuelo. Aquí en Roma hay algunas personas que quieren ayudarte, pero que no pueden declararlo públicamente por muchas razones de Estado que, en este momento, no vienen al caso. Es importante que sepas que, si te ves en dificultades, solo tienes que comunicármelo y ellos acudirán en tu ayuda. Esto no debería decírtelo, pero lo hago porque tu seguridad es lo más importante para mí.
El joven tomó el sobre y solo preguntó:
—¿Qué hay dentro?
—Datos sobre algunas de las investigaciones que realizó tu hermano bajo las órdenes directas del Vaticano. Material clasificado sobre las profecías del Libro de Daniel y también del Apocalipsis, así como sobre unos escritos inéditos de Isaac Newton que se conservan en Israel —aclaró Varelli, y agregó—: Hay más cosas que debo decirte.
—Dime.
—Hay un dosier con datos y pruebas de las investigaciones de Camillo depositado en Suiza, con estrictas órdenes de tu hermano de entregarse después de cierto tiempo, y ese tiempo ya se ha cumplido —reveló el anciano sacerdote.
—¿Quién debe retirarlo? —preguntó el hermano menor.
—La orden es que tú lo recibas, pero antes yo debo cumplimentar, como apoderado de Camillo, ciertos trámites de seguridad que ya he iniciado. Te informaré al finalizarlos.
A Donato Cavalieri ya nada relacionado con su hermano podía asombrarle. Tomó el sobre y dedicó el tiempo que le quedaba hasta embarcar en el avión a preguntar y conocer detalles sobre esa investigación que relacionaba a Isaac Newton con las Sagradas Escrituras.