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Considerando la posibilidad, cada día más hacedera, de que Isabel fuera nombrada heredera de don Enrique el cuarto, para ser reina de Castilla, de León, etcétera, a la muerte de su hermanastro, el arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo de Acuña, su principal valedor, mandó hacer el horóscopo del nacimiento de la infanta a uno de sus criados, a un tal Alarcón, que era nigromante y ensalmador.

El tipo —tipo, pues había engatusado al prelado para que le costeara la búsqueda de la piedra filosofal a sus expensas—, tras consultar el acta de nacimiento de la infanta, nacida en 1451, un año anodino, eso sí el día 22 de abril, a las cuatro horas y tres cuartos después del mediodía, en un día que nada tenía de anodino, pues que fue Jueves Mayor y se rememoró, como todos los años, la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo… El 22 de abril, es decir, el primer día de Tauro, con ascendiente Libra por la hora, dibujó su carta natal y se la explicó al prelado por lo menudo:

—Mi señor don Alonso… Sepa su merced que la señora infanta doña Isabel vino al mundo en la mejor hora del día veintidós de abril para nacer… Por ello posee un temperamento en el que predomina el elemento tierra… Al estar muy asida a la tierra es capaz de responder ante cualquier situación. Cierto que toda su conducta hasta la fecha ha estado marcada por el deseo de encontrar seguridad… No es de carácter espontáneo la doncella, señor.

—¿No?

—¡No! Tiene dificultades para mostrar sus sentimientos.

—Es natural, está en la edad moza…

—Sí, pero es reservada de natura y terca…

—Continúa, Alarcón…

—Mi señor, la infanta no es emotiva, como va dicho… Es persona que no sabe estar ociosa… Aborrece los cambios… No le gusta estar hoy en Alcalá y mañana en Segovia, pongo por ejemplo. Desde que nació ha querido ser mayor, pues siente deseo de ser importante. A la par necesita que las gentes de su entorno la apoyen…

—Por eso la rescaté yo y me la traje a Ávila, para alejarla de la reina Juana y su compaña de rameras, pues que doña Isabel había de acabar de arrastrada de continuar la vida con ellas…

—Hicisteis caridad, señor.

—Sigue, Alarcón…

—Vea su merced que con Libra como signo ascendente, la señora Isabel siente gran necesidad de tener armonía en derredor e, cuando sea mayor, se interesará por las cosas de la justicia y de las artes. Querrá llevarse bien con las gentes, por eso es muy sensible a los desaires… Vive para el exterior, aunque sabe guardar muy bien las formas… Aprenderá a gobernarse…

—Si la dejamos, Alarcón, si la dejamos, porque muchos, yo el primero, queremos disponer sobre ella…

—¿Lo dice vuesa merced por los maridos que le buscan por todo el orbe cristiano?

—¡Sí!

—Las mujeres es de ley que hagan lo que diga el padre y a falta de padre, el hermano, y a falta de hermano, el arzobispo de Toledo…

—¡Ve al grano, Alarcón!

—La doncella tiene miedo a que la rechacen las personas de su alrededor y está siempre en guardia para no suscitar malentendidos… Cuando crezca le dará un ardite ser comprendida o no ser comprendida por los demás, y será capaz de dar a las cosas la importancia real que tienen y de luchar por la justicia.

—¿Tiene carácter fuerte?

—Demuestra terquedad, pero posee un don natural para suavizar las tensiones que surgen en su entorno… Pese a esta virtud, vivirá en una encrucijada continua.

—¿Guerras?

—Muchas guerras, intrigas, envidias…

—Pues estamos listos, Alarcón.

—Casará… y su marido tendrá gran importancia en su vida…

—Los maridos tienen gran importancia en las vidas de las mujeres…

—Entre los cuarenta y cuarenta y ocho años, gozará de gran predicamento de cara a las gentes, pero padecerá muchas desgracias familiares… Pérdidas de hijos, quizá…

—¡Quizá, quizá…! ¡Maldito, Alarcón!

—¡Téngase su señoría…! Que la situación del signo de Cáncer en el cénit indica que esta mujer está marcada por lo que le han legado sus antepasados… Ella continuará la tradición familiar…

—¿Será reina?

—¡Cumplirá su destino!

—¡Pardiez! ¿Será reina?

—No se puede hilar tan corto, reverencia… Atienda su señoría… Es posible que sea reina porque la posición de la luna en Capricornio dentro del sector IIII le ha llevado a asumir responsabilidades desde muy pequeña. De hecho se dice que fue una madre para don Alfonso, Dios lo tenga con Él… Esto le inducirá a procurar mejor vida para sus hijos que la que ella ha tenido… En función de los cambios que se produzcan en su familia, su destino personal variará…

—El rey Enrique morirá como cualquiera otro mortal…

—Vea su merced… El hecho de nacer en Tauro y tener la luna en Capricornio, toda vez que la doncella sea capaz de domeñar sus emociones, y en ello está, le conferirá una personalidad muy cálida…

—¿Una loba con piel de cordero?

—¡Ah, no!, los fluidos que recibe del sol indican que será persona pacífica, capaz de sacrificarse, de renunciar a sus derechos, salvo que le mengüen su seguridad o le toquen sus principios, que en este caso será inflexible. Pero la posición en el sector VIII le llevará a tener miedo a la muerte, al pecado, a la condenación eterna…

—¡Igual que cualquier nacido, Alarcón!

—¡Ah, no, mi señor…! La doncella, como el sol está en conflicto con el planeta Júpiter, está predestinada a vivir tragedias personales que pondrán a prueba su temple y su entereza…

—¡Pardiez, Alarcón!

—Su enfermedad estará en los riñones… Vivirá cambios muy radicales en ciclos de ocho años… Al estar ubicado Aries en el sector VII tendrá muchos litigios por cuestiones de poder… En Géminis se ve que gustará de hablar y que se entenderá con la gente… Le llevará a luchar el conflicto que se observa entre Saturno…

—¿Contra los moros?

—Contra los moros y contra otros muchos, señoría…

—¿Empuñará ella misma la espada, como la Doncella de Orleans?

—Ella no. Lo hará su marido por ella, pero el planeta Marte le favorece en el sector VIIII…

—¿Y quién será el marido? ¡Pardiez, Alarcón, me pones la miel en la boca…!

—¡Teneos, arzobispo, que la ira es uno de los pecados capitales!

—¿Será Isabel reina?

—Seguramente, señor.

—De momento, la sacaré de la rueca…