7

Durante el primer mes asistimos a charlas y conferencias sobre el fenómeno de campo que utilizaríamos para llevar a cabo nuestra casi instantánea transición hasta Asura: la Acción a Distancia.

Nuestro instructor, un indio de Arizona, nos mostró una película rodada a intervalos sobre una semilla que germinaba, emitía brotes, se convertía en una planta adulta, florecía y moría. Después nos pasó la película hacia atrás. La planta volvió a convertirse en semilla.

Luego nos enseñó una película con una cascada que subía por un risco en vez de caer por él. Después vino otra película con rocas y polvo volando por los aires hasta formar un gran peñasco..., película ante la que todos nos reímos, pues el espectáculo resultaba francamente ridículo.

—La risa es una reacción muy natural —comentó el indio—. El tiempo sólo fluye en una dirección. Por lo tanto, los ríos nunca corren hacia atrás y los guijarros jamás se reorganizan para componer el peñasco una vez que lo has dinamitado. El tiempo vuela hacia delante, igual que una flecha. Lógico y comprensible, ¿eh?

»¡Pues no lo es! Según la física moderna, teóricamente los acontecimientos siempre deberían ser reversibles. Considerad el universo como un todo. El universo es un conjunto. No hay nada que no esté dentro del universo. En consecuencia, todas sus partes deben estar relacionadas con las otras partes. Estrictamente hablando, ¡ni tan siquiera puede haber «partes» a las que referirse! Así pues, ¿qué une lo que está «cerca» con lo que está «lejos»? ¿Cuál es la fuerza que une entre sí a ese conjunto, el universo? Por favor, pensad en una fuente de energía del universo, esté donde esté. Las ondas irradian hacia el exterior naciendo en esa fuente y se mueven a la velocidad de la luz. Ondas de radio, rayos X, luz visible..., lo que sea. Llamamos a todas esas energías ondas «retrasadas» porque llegan un poco después de haber partido, tanto da que sea un minuto después o un millón de años más tarde. Está claro que siempre hay que llegar después de haber partido, ¿no? El efecto debe seguir a la causa.

»¡Pues intentad demostrarlo! Según las ecuaciones fundamentales de Maxwell para los campos electromagnéticos, el caso inverso es igual de posible. También pueden existir ondas «adelantadas» que viajen hacia atrás por el tiempo para convergir en lo que llamaríamos su «punto de origen». Dado que deben formar una reacción igual y opuesta a la emisión de las ondas retrasadas, podemos acudir a la Tercera Ley de Newton para que nos preste un poco de ayuda...

El indio trazó diagramas llenos de flechas y líneas onduladas y empezó a escribir fórmulas que anotamos en nuestros cuadernos. Luego tendríamos que estudiarlas y se nos harían preguntas al respecto.

—Todo esto es teoría. Pero, ¿hay alguna cascada que vuelva a su origen? ¿Hay algún caso en el que la luz de las estrellas retroceda en el tiempo para llegar a una estrella en el mismo instante en que es emitida? Está claro que no... para nuestros ojos. Sin embargo, eso debe ser lo que ocurre en el universo considerado como un todo, o de lo contrario no podría seguirse manteniendo como un conjunto. El universo debe actuar a distancia sobre sí mismo. Cuando una onda «retrasada» emitida desde el Sol llega a Proción, Proción reacciona emitiendo una onda «adelantada» que viaja retrocediendo por el tiempo para llegar al Sol justo cuando la onda retrasada original está a punto de partir. Esto ocurre por todas partes y a cada momento. El universo mantiene una interacción continua y simultánea con todos los acontecimientos y todas las partículas. Sólo gracias a eso puede ser un “universo”.

»Cada vez que ocurre algo, sin importar lo humilde que sea ese acontecimiento, basta con que una sola partícula eléctrica cambie de curso, las ondas salen disparadas hacia delante y hacia atrás en el tiempo, llegando hasta los más lejanos confines del universo y, simultáneamente, volviendo de esos lejanos confines. Ésa es la textura oculta de la Realidad..., la cola, el pegamento universal que lo mantiene todo unido. Es el campo cósmico.

»Ése es el campo mediante el cual el navegante del Bardo transmite sus pensamientos. Percibís una flecha de tiempo. Vivís vuestras existencias según ella. Pero, a escala cósmica, eso es algo que no existe..., y toda la materia, vuestros cerebros y cuerpos incluidos, no son más que grupos de cargas, y gracias a eso vuestros patrones mentales pueden entrar en relación con los pensamientos de los asuranos...

• • • • •

Un instructor dobdob llamado Ramón Fernández, que era chicano, nos dio más detalles sobre los extraños seres que habitaban Proción IV, aquellos sorprendentes conjuntos de Pájaro y Árbol llamados asuranos.

Al principio resultaba realmente difícil sentir al nivel más básico y simple cómo era posible que una forma de vida, un Árbol —por mucha «percepción primaria» que poseyese, y por muy sensible que fuera a los ritmos cósmicos—, podía establecer una relación con otra forma de vida, un Pájaro —por mucho cerebro que tuviera éste—, para formar un ser integrado de un orden más elevado. Para los seres humanos, eso era algo que costaba mucho concebir..., al menos, hasta que hubimos experimentado los efectos de la hipnosis profunda y de unas cuantas drogas que alteraban la consciencia, descubriendo que nuestras propias identidades también eran algo compuesto de muchos factores que, a menudo, estaban en franca contradicción los unos con los otros; ¡qué cantidad de estados y subsistemas de consciencia se albergaban dentro de nuestros cerebros, y no siempre eran compatibles los unos con los otros! ¡No éramos esos individuos sólidos y claros que imaginábamos ser! En cierto sentido, Asura reflejaba de una forma visible lo que ocurría continuamente dentro de nuestras propias cabezas...

Cada árbol poseía un tubo de alimentación especializado cerca de su cuerpo frutal, en el nódulo más complicado de todo su sistema sensorial. Aquí era donde anidaban los pájaros, usando el tubo para alimentarse y para entrar en relación con el campo corporal del árbol.

Normalmente, cada simbiosis duraba un solo día. Al anochecer, la consciencia aérea del pájaro, más elevada, se desprendía de los sentidos ctónicos del árbol para buscar una base distinta y formar un asurano nuevo e igualmente temporal. Temporal y casi seguramente imposible de repetir..., pero, al mismo tiempo, entre todos aquellos individuos que nacían y terminaban disolviéndose existía una auténtica continuidad de consciencia a escala mundial, con lo que la experiencia y el conocimiento se difundían por todo el planeta y, además, se acumulaban y eran transmitidos de una generación a otra.

Ahora, algunos pájaros anidaban durante más tiempo del normal en ciertos árboles de «contacto» determinados, interpretando el papel de comunicadores para el Bardo. Eran los que habían firmado el «pacto de la estabilidad», como era llamado...

En sentido numérico, la población era bastante pequeña. Pero en sentido mental era enorme, dado que había tantísimas permutaciones de Pájaro y Árbol posibles, y la variedad constante era la regla más que la excepción. ¡Obviamente, no había ninguna necesidad de «aumentar y multiplican» el tamaño numérico de la población para ensancharla gama de individuos!

En lo psicológico, debido a ese constante formar relaciones y deshacerlas, los asuranos habían conseguido la claridad mental y el alejamiento del mundo buscado por generaciones de místicos terrestres; al mismo tiempo, seguían siendo seres sociales perfectamente integrados..., a diferencia de lo que había sucedido con la mayor parte de místicos terrestres del pasado.

Los árboles siempre habían funcionado como potentes sistemas para absorber radiaciones: las franjas de estroma cloroplástico de las hojas fotosintetizaban trifosfato de adenosina, ácido fosforoglicérico, ácidos grasos y aminoácidos. Pero el factor crucial gracias al que los asuranos pasaron a moverse en el plano del Bardo fue el que las hojas se adaptaran y consiguieran «visión nocturna»: esa visión, estimulada por la curiosidad de los pájaros, les hizo escuchar las emisiones de radio y otras longitudes de onda que llegaban de las estrellas. Los rakshasas descubrieron el secreto antes que Asura. Eso ocurrió hace 10.000 años de la Tierra. Incluso por aquel entonces, los asuranos ya habían logrado una comprensión muy avanzada de la estructura del cosmos y la conexión entre el espacio y el tiempo, gracias a esa relación única entre árbol-receptor y consciencia de pájaro.

• • • • •

También aprendimos algunas cosas sobre las otras dos razas alienígenas, los rakshasas y los yidags; aunque no iban a ser nuestra especialidad.

Los rakshasas parecían unas versiones hinchables de la mantarraya que había visto en Sinda, con «brazos» parecidos a tentáculos de calamar alrededor de sus bocas. Su mundo era una luna que orbitaba el segundo planeta de la Estrella de Barnard, un gigante gaseoso: su cielo estaba lleno de remolinos rojos, anaranjados y amarillos. Aquello explicaba el efecto de la «niebla de fuego». En realidad, su mundo era bastante frío.

La gravedad de su luna era demasiado débil para retener la atmósfera, que siempre estaba escapando al espacio. Afortunadamente para los rakshasas, los gases atmosféricos perdidos sé habían ido reuniendo hasta formar una apretada franja alrededor del gigante gaseoso, y dicha franja coincidía de forma perfecta con la órbita de la luna. Gracias a eso, la luna podía recuperar su atmósfera tan deprisa como la perdía. Aparentemente, era lo mismo que ocurría en nuestro sistema solar con Titán, la luna de Saturno...

Que la gravedad fuera débil les permitía moverse libremente por entre las esbeltas montañas de su luna, igual que si fueran reactores; e incluso podían escapar de su mundo hinchando sus sacos corporales hasta el máximo e internándose en la franja de atmósfera que circundaba el sendero orbital de su luna. Usando sus propios cuerpos como naves espaciales —al menos, dentro de los confines de esa franja en forma de donut—, aprendieron a moverse alrededor del gigante gaseoso y se convirtieron en satélites vivientes de éste, aunque eran satélites que debían regresar a su mundo para alimentarse.

Descubrieron cómo utilizar la totalidad del donut gaseoso igual que si fuera una inmensa antena natural que medía tres millones de kilómetros de grosor y tenía nueve millones de kilómetros de longitud. Almacenaron dentro de sus cuerpos los gases ionizados producidos por el campo eléctrico de la magnetosfera del gigante gaseoso, y eso les permitió modular la franja, con lo que lograron crear un receptor-transmisor dotado de una alta sensibilidad...

• • • • •

En cambio, los yidags eran auténticos «seres de fuego». Eran unas inmensas «jarras» inmóviles, entre metálicas y cristalinas, que habitaban un planeta muy cálido casi pegado a su sol y que apenas si contaba con protección alguna contra el vacío del espacio.

De día bebían la luz solar y la almacenaban para resistir durante la noche, igual que si fueran baterías orgánicas. La comunicación se realizaba mediante haces de láser emitidos en la frecuencia más baja del infrarrojo. Incluso llegaban a reproducirse por ese medio: iban desarrollando pacientemente nuevas formas cristalinas de su especie usando sus haces láser para crear interferencias en los estanques de flúor y silicio. Aquellos seres eran unos extraordinarios analistas de información; y su «consciencia» no emergía de golpe en el «nacimiento», sino que iba acrecentándose gradualmente a medida que cada nuevo ser-botella era llevado lentamente hacia la madurez y empezaba a aceptar una mayor carga dentro del «sistema de circuitos» de la sociedad yidag. Pues los yidags estaban transformando metódicamente la mismísima superficie de su mundo en una red analítica capaz de pensar...

Por sorprendente que parezca, fueron los asuranos quienes lograron conectar con los yidag en el plano del Bardo, y no los rakshasas. La continua pauta de conexión y desconexión que regía la forma de vida en aquel planeta de bosques y agua permitió que los Pájaros-Árboles pudieran captar con menos dificultades el concepto del mundo de los yidags, donde los «individuos» no eran más que nódulos incrustados en una red planetaria que evolucionaba continuamente.