He preferido mantener, por lo que se refiere a los tres faraones que dieron nombre a las tres grandes pirámides del altiplano de Gizeh, aquellos por los que son conocidos universalmente, aún recordando que son formas debidas a los griegos. Así, Keops se llamaba, para los egipcios, khufú, hipocorístico de Khnum-khufui («que Knum me proteja»), Kefrén, Khafre y Mikerinos, Menkaure. Espero que el lector egiptólogo no se escandalice demasiado ante el contraste entre esos nombres helenizados y los de los demás personajes, que sólo nos son conocidos en sus formas originales. Otra excepción es la del pastor Filitis, conocido sólo por el testimonio de Herodoto, que nos transmitió su nombre con apariencias griegas. Del mismo modo, en los nombres de las ciudades he preferido mantener las formas que les dieron los griegos pues resultarán familiares a cualquier lector que haya visitado Egipto o consultado un atlas antiguo. Así Iun, la ciudad «del pilar», es llamada aquí Heliópolis, Mennefer es Menfis, Khemnu, Hermópolis, etc.