Ésta es una época oscura, una época sangrienta, de demonios y brujería. Es una época de batallas, muerte y apocalipsis. En medio del fuego, las llamas y la furia, también es una época de héroes poderosos, de osadas hazañas e inmensa valentía.

En el corazón del Viejo Mundo se extiende el Imperio, el más grande y poderoso de todos los reinos humanos. Conocido por sus ingenieros, brujos, comerciantes y soldados, es un territorio de grandiosas montañas, caudolosos ríos, oscuros bosques y vastas ciudades. Y desde su trono, emplazado en Altdorf, reina Karl Franz, sagrado descendiente del fundador de estas tierras, Sigmar, de cuyo mágico martillo de guerra es portador.

Pero estos tiempos están lejos de ser civilizados. En todo el Viejo Mundo, desde los caballerescos palacios de Bretonia hasta la helada Kislev del norte, llega el estruendo de la guerra. En las encumbradas Montañas del Fin del Mundo, las tribus de orcos se reúnen para emprender otro asalto. Bandidos y renegados asolan las salvajes tierras de los Reinos Fronterizos. Corren rumores de que seres como ratas, los skavens, emergen de las alcantarillas y pantanos de todo el territorio. Y procedente de los desiertos del norte, acecha la siempre presente amenaza del Caos, de demonios y hombres bestias corrompidos por los inmundos poderes de los Dioses Oscuros. A medida que se aproxima el momento de la batalla, el Imperio, más que nunca en su historia, se ve necesitado de héroes.