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Valle de Massingham, Marfik

Distrito Militar de Dieron

Condominio Draconis

29 de agosto de 3028

—Tenemos algo de diversión por el flanco izquierdo —informó Fuhito Tetsuhara por el enlace de fibra óptica, desde la oculta posición en que se mantenía su compañía en el bosque de DonnerBrau.

Theodore rotó la cabeza del «Revenant» para que el sensor explorara la fuente de perturbación. Las imágenes comprimidas de su pantalla de trescientos sesenta grados fluyeron hasta que dispuso de una vista del ala izquierda de la legión en el centro de la pantalla, donde la distorsión era menor. Un polvo remolineante confirmó el informe del Tai-i Tetsuhara.

Activó el enlace con el comandante de sus fuerzas Mech.

—El Undécimo Blindado está levantando el polvo —dijo—. ¿Por qué no mantienen sus posiciones?

—No lo sé, sama —contestó Olivares con su voz atronadora, inconfundible incluso en los enlaces de comunicación.

—¡Bien, pues averígualo! —estalló Theodore, con el temperamento irascible por la falta de sueño.

Mientras Olivares ordenaba a Tetsuhara que enviara una lanza de reconocimiento, cortó las comunicaciones y centró su atención en el mapa táctico que iba pasando por su pantalla principal.

Cinco días antes, se habían detectado Naves de Descenso Steiner en alta aceleración con rumbo a Marfil. Sus Naves de Salto habían realizado un tránsito peligroso al sistema para aparecer en un «punto pirata» a sólo unos pocos miles de kilómetros del sendero orbital de Marfik. La proximidad del lugar de tránsito había reducido de manera drástica el tiempo de vuelo de las Naves de Descenso de apoyo a medida que se acercaban al planeta. Al emplear el «punto pirata», los liranos habían puesto en peligro a una gran flota de Naves de Salto, por no mencionar a las de Descenso y a las tropas que llevaban. Aquellos que le debían alianza a la Casa Steiner eran conocidos a lo largo de toda la Esfera Interior como mercaderes astutos, siempre conscientes del equilibrio entre el beneficio y la pérdida. Quedaba claro que las posibles ganancias en el sistema Marfik compensaban los riesgos.

Cuando Theodore vio por primera vez los cursos del radar, el número de invasores lo sorprendió. Había docenas de Naves de Descenso. Afortunadamente, su masa y huella indicaron que la mayoría eran fuerzas convencionales; sólo unas pocas fueron identificadas como transportes de Mechs. Realizar un ataque masivo empleando tan pocas de las armas más potentes disponibles bajo las Normativas de Ares de la Guerra carecía de sentido militar. Sólo podía justificarlo la necesidad de Steiner de disponer de sus fuerzas de BattleMechs en otra parte. Y eso únicamente podía significar una cosa: ¡guerra!

Llevaba algún tiempo esperándola. Los gastos de los ejercicios militares de Davion en la Operación Galahad y de Steiner en la Operación Tor habían sido enormes, incluso para sus ricos reinos. Theodore no había sido capaz de discernir el objetivo completo de aquellas maniobras, ni siquiera con los informes de inteligencia de la Orden de las Cinco Columnas, pero el desplazamiento de unidades que se insinuaba en ellos era ominoso.

Cuando las Naves de Descenso de Steiner aparecieron en el sistema, Theodore había quemado incienso en el altar local para darle las gracias a Buda por haber trasladado a los niños a un lugar seguro dos semanas atrás.

El día anterior, un experto de ComStar le había entregado un mensaje confirmándole sus temores de guerra. El disco contenía una grabación completa del brindis de la boda, en el que Hanse Davion le había ofrecido a su prometida la Confederación de Capela como regalo de bodas. Ese fue su anuncio del ataque de la Federación de Soles a los capelenses. La sincronización estaba demasiado próxima a la aparición de tropas Steiner en el sistema Marfik. Tenía que ser que la Arcontesa Katrina Steiner apoyaba a su aliado Davion abriendo un frente para ocupar al Dragón mientras el príncipe Hanse aplastaba a los capelenses. Sin embargo, no había recibido ningún comunicado del mando de Dieron anunciándole la invasión, aunque era probable que las tropas liranas también estuvieran atacando otras fronteras.

Tan pronto como alcanzaron la órbita, las Naves de Descenso de la Mancomunidad de Lira habían aterrizado y atacado las tres masas terrestres más importantes de Marfik: Yantiban y Galfree del Norte y del Sur. Atacados por casi el doble de fuerzas, los cuatro regimientos convencionales que defendían Yantiban habían sido doblegados casi en el acto. Los tres regimientos de Galfree del Sur aguantaron dos días los ataques de Steiner. Sólo Galfree del Norte consiguió sostener una oposición, lo cual era de esperar, ya que la concentración más grande de fuerzas del Condominio se hallaba en aquel continente.

Inteligencia había identificado por lo menos diez regimientos convencionales y un regimiento de BattleMechs entre las fuerzas de Steiner que desembarcaron en Galfree del Norte. Los doce regimientos kuritanos asignados a defender el continente eran todos convencionales, salvo el propio destacamento Mech de Theodore, la Undécima Legión de Vega.

Se extrañó cuando los Mechs de Steiner aterrizaron cerca de Netaltown, un lugar situado al sur de Massingham. También, por primera vez, se sintió agradecido por la terquedad de Tomoe. Se suponía que la legión iba a realizar entrenamientos de verano en las dunas próximas a Netaltown, pero, después de otra discusión por su negativa a marcharse con los niños, Theodore había estado demasiado irritado para tratar con los problemas que suponía conducir unas maniobras de entrenamiento. Si no hubiera cancelado el ejercicio, los liranos les habrían caído sobre la cabeza, habrían dispersado a los Mechs kuritanos y, probablemente, los habrían eliminado como fuerza de combate viable. De perder a los BattleMechs, toda esperanza de resistencia en Marfik habría desaparecido con ellos.

Los Mechs de la legión aún no habían entrado en combate. Aunque eso no duraría mucho tiempo. Un vuelo rasante de los cazas AeroSpace de la legión le había confirmado, finalmente, el avance de las fuerzas Steiner. Varias columnas blindadas marchaban a lo largo del valle en dirección a la ciudad minera de Massingham desde el otro lado de la vasta extensión del bosque de DonnerBrau. Los BattleMechs de Steiner se agrupaban a cincuenta kilómetros al este de Massingham, iniciando la marcha llanura arriba del valle de Massingham.

Una luz parpadeante en el tablero exigió su atención, anunciándole un mensaje láser que estaba a punto de entrar a través del comunicador. Activó el sistema de rastreo automático del «Revenant» para centrar la pantalla en la fuente de procedencia; luego, levantó el interruptor que pasaría el audio a los altavoces. La pantalla del Orion se situó en una colina distante, a diez kilómetros al sudoeste. Un aumento de amplificación le permitió ver el casco de kabuto con la cara de gato pintada en el pecho del Mech que se ocultaba allí. Se trataba del Panther de Fuhito.

El Tai-i había avanzado para mantener contacto con la lanza de reconocimiento. Se había visto obligado a cortar el enlace de fibra óptica y ahora empleaba un comunicador láser con línea directa de visión para evitar ser interceptado.

Tai-sa, tenemos BattleMechs enemigos procedentes del este. El Undécimo Blindado marcha para establecer contacto y solicita apoyo.

—¿Son Mechs exploradores? —preguntó Theodore.

Por lo general, los BattleMechs más ligeros iban por delante del cuerpo principal, con el fin de determinar la resistencia y el despliegue enemigos. Quizá fuera posible atacar la fuerza exploradora y negarle a los liranos información sobre los puestos kuritanos antes de que las máquinas más pesadas llegaran al escenario.

—No, señor. Son de alto tonelaje. Tenemos a tres Mechs de asalto de unas noventa toneladas bajo observación. El resto parece consistir en aparatos medianos y pesados.

—¿Una fuerza de asalto conduciendo la marcha?

No tenía sentido. La batalla orbital aún les impedía un reconocimiento aéreo completo a los dos bandos. Comprometer la fuerza principal de uno sin conocer al enemigo, era una estupidez. «A menos —pensó Theodore— que hayan rodeado nuestros flancos».

—Envía una orden de repliegue al Undécimo. Su blindaje ligero no resistirá el embate de esos Mechs de Steiner. Manda un par a vigilar nuestros flancos, Tai-i Tetsuhara, y manténte atento a fuerzas enemigas emplazadas a lo largo de la periferia del bosque. No quiero ninguna sorpresa de esa dirección. ¿Cuántos tanques e infantería avanzan con los Mechs?

—Ninguno, señor. El enemigo no… —La transmisión se cortó cuando el Panther agachó la cabeza justo en el momento en que unos misiles cayeron en la cima de la colina y lanzaron una lluvia de tierra hacia el cielo—. Repito, la fuerza enemiga no tiene apoyo. Las insignias de la unidad indican el Cuarto de Rangers de Skye —le llegó la voz tranquila de Fuhito tan pronto como volvió a alinear el comunicador láser.

—Mensaje recibido. Tai-i. Mantén los ojos sobre ellos.

Cortó la comunicación y analizó la situación en la zumbante intimidad de la carlinga del «Revenant». «¿Un avance sin apoyo? El comandante de Steiner era un idiota o se mostraba extremadamente confiado». La última posibilidad lo preocupó seriamente.

Theodore llamó al programa de biblioteca de la computadora del «Revenant», y solicitó información acerca de sus oponentes. No le gustó lo que vio. El Cuarto de Rangers de Skye era una unidad formidable compuesta por una élite de MechWarriors, muy bien entrenados y motivados, con un historial impresionante. Su comandante era Kathleen Heany. Los informes de su capacidad eran irregulares y despectivos, pero eso era típico en los que redactaba el Condominio sobre oficiales femeninos, en especial los de Steiner.

Los Rangers procedían de la isla de Skye, uno de los tres estados fundadores de la Mancomunidad de Lira. Éste poseía casi un tercio del espacio de Steiner y la mayoría de su poderío industrial, y también constituía aproximadamente la mitad de la frontera del Condominio con los liranos. Los informes de las FIS afirmaban que Skye era tan problemática para la Casa Steiner como Rasalhague para la Casa Kurita, debido a un fuerte movimiento separatista existente allí. Sus unidades a menudo se negaban a participar en las incursiones militares de Steiner, porque los isleños estaban a favor de una postura defensiva. No obstante, aquí venían los Rangers a atacar el mundo kuritano de Marfik, lo cual, por cierto, no era ninguna maniobra defensiva.

Otra señal de que la guerra abierta había comenzado.

La voz de Tourneville interrumpió sus pensamientos.

Tai-sa, nuestras unidades de interceptación están captando su canal de comunicación. No lo comprendo, pero emiten de forma abierta. —Se detuvo como si no supiera cómo transmitir lo que necesitaba decir—. Por la conversación recogida, han venido a capturaros, Tono. Incluso apuestan cuánto tiempo aguantará la legión.

—Muy arrogante por su parte —comentó Theodore.

Las noticias de que las fuerzas de Steiner esperaban convertir en un trofeo al heredero del Condominio explicaban el riesgo del «punto pirata». Sabían que, mientras él considerara que su ataque era habitual aunque fuerte, se quedaría a combatirlos por la posibilidad de la gloria marcial. Un viaje normal al sistema Marfik le habría concedido tiempo para recibir noticias de la guerra, el suficiente para entender el peligro en el que se hallaba y escapar de la trampa. Sin duda esperaban capturarlo en la batalla inicial para humillar seriamente al Dragón.

Era algo que no pensaba permitir que sucediera.

—Tendremos que darles una lección —concluyó.