Nakín y la eternidad

Todos los sucesos son recuerdos para Nakín; reinventos en su rueda. Aquello que se ha dicho y no se ha dicho; porque no es sólo lo grande lo que a Nakín le importa. También le importa lo pequeño.

No digo adiós.

Ustedes se irán.

Yo permaneceré, reinventando el recuerdo de lo que han sido.

No digo adiós, aquí me quedo para contarlo todo.

Dice adiós la lechuza, el hombre y la piedra. Yo no lo digo.

Debo permanecer y recordar al hombre, la piedra y la lechuza.

Yo no me olvidaré de ninguno de ustedes,

parte en mi rueda, balsas y colores.

No me olvidaré de nada ni de nadie

pues no puedo olvidar lo que me constituye.

Adiós, dirán. Y yo no diré nada.

Cuando todos se alejan, se queda la memoria sentada en una roca,

cuando todos descansan.

Aquí estaré, no digo adiós.

Si pasan junto a mí y me preguntan,

les contaré acerca de lo que fueron.

Si me ven sentada en una roca, componiendo mis versos,

acérquense y pregunten.

Yo voy a responderles.

Pero luego no les diré adiós.

Porque, quieran o no, se quedarán conmigo.