Los Búhos y los nombres

Vara y Aro. La escardadora les marcó la carne; lo primero que duele.

Aro y Vara. Zorás les marcó el espíritu; lo primero que ríe.

Vara y Aro fueron nombrados para la confusión… Sus nombres, Vara y Aro, se hicieron difíciles de pronunciar, inseparables. Como era difícil separar sus almas.

Hasta Nakín se consternó y entremezcló sus nombres.

Vara y Aro. Ellos fueron concebidos como dos partes del mismo hueso. Por eso sus nombres se confundieron en las mentes y se enredaron en las lenguas.

Vara y Aro.

Dijeron Varo…, corrigieron: Vara.

Dijeron Ara…, corrigieron: Aro.

Vara y Aro, nombrados como el anverso y el reverso de una misma piel.

Dijeron Varo y Ara… Se corrigieron. Dijeron Vara y Aro.

—¿Cómo la nombras tú? —preguntó una mujer.

Entonces el hombre tuvo que pensarlo.

—La nombro Vara —dijo.

—Ahora dime el nombre del varón.

El hombre frunció el ceño antes de responder.

—Se llamó Aro.

Vara y Aro, sus nombres se equivocaron en el andar del tiempo. Al recuerdo le costó desenredarlos, y también a las lenguas. Si hasta Nakín de los Búhos se confundía: Vara y Aro.

Nacidos y nombrados para ser dos y uno, anverso y reverso de la misma noche.