Y Nakín de los Búhos, la memoria; y Nakín, la memoria de los Búhos, recordó como cantos, recordó en melodías. Porque cabe más memoria en un verso que la que cabe en mil veces mil palabras sin música.
Recordó, aún recuerda, la Desobediencia de la Muerte:
Fue en las Tierras Antiguas
emanación primero.
Fue en las Tierras Antiguas
un latido viscoso.
Fue en las Tierras Antiguas
el hijo de la Muerte.
Y también recuerda todas las traiciones:
De Molitzmós recuerdo capa de plumas,
de Illán-che-ñe recuerdo sangre en la piedra.
De Bor recuerdo aquí,
y también en el canto de los arrepentidos.
Nakín de los Búhos fue feliz celebrando a los héroes:
Digo y canto por Dulkancellin
que cabalgó adelante del horizonte mismo,
y muerto muchas veces, siguió peleando.
Digo y canto por Kume y su hermosura,
por Kume y su tristeza inconsolable,
un niño más un hombre que murieron sin gloria.
Y canto por los lulus,
pueblo de las pezuñas,
que se apagó en el mar,
distinto y solo.
Nakín de los Búhos, guardiana de la memoria, debía preservar recuerdos de tiempos vastos y vastos territorios. Por eso, ella retuvo en versos todo lo sucedido de extremo a extremo de las Tierras Fértiles. Nakín recordaba el norte:
Era verano en el País del Sol,
cuando Acila abandonó su espejo
y gritó «Balameb» en lengua demorada.
Señaló el quinto puente contra su propia sangre,
escogió un manto azul y una extraña corona.
Nakín también recordaba el sur:
Invierno en Los Confines.
Cucub tallaba máscaras para el día siguiente.
Kuy-Kuyén caminaba con su séptimo vientre
y su sonrisa calma.
Nakín de los Búhos debía preservar lo grande y lo pequeño.
Grande como el nacimiento del Odio Eterno. Grande como el paso del pueblo zitzahay por la hoguera sagrada. Grande como la victoria del desierto.
Y también lo pequeño. Tan pequeño como la tortilla que compró Cucub en el mercado antes de emprender su viaje de mensajero. ¿Recuerdas la tortilla que compró Cucub en el mercado? Tan pequeña como las botas de piel y el gorro con flecos de colores que usaba Wilkilén en la fiesta del sol. ¿Recuerdas el gorro con flecos de colores? ¿Y recuerdas el cabello de Elek? Nakín de los Búhos lo recuerda. ¿Recuerdas la borrachera de Kupuka el día de la boda de Kuy-Kuyén? Nakín la recuerda. ¿Recuerdas el arbusto de flores amarillas que Nanahuatli halló camino al sur? ¿Recuerdas a la parda? Nakín recuerda a la paloma parda. Nakín de los Búhos todo lo recuerda.
¿Recuerdas cuando Nakín era mujer en el concilio? ¿Recuerdas que, tal vez, amó a Dulkancellin? Nakín recuerda lo grande y lo pequeño, lo del sur, lo del norte.
La anciana Kush
miraba el bosque, esperaba la lluvia.
Dos nietas a su lado,
Wilkilén y Kuy-Kuyén,
mirando el bosque y esperando la lluvia.
Mira los lulus, dijo la pequeña.
Y era verdad…
Venían los lulus por su recompensa
pero, a cambio, dejaron un presagio…