EN MUCHOS LUGARES DONDE BILL no pudo hacerlo, yo corté por el campo, lo que me permitió llegar casi al mismo tiempo que él. Cuando tiré de las riendas, él hablaba con Ed, quien señalaba hacia el sudoeste.
Tras desmontar, Ed observó a Drum.
—Un bonito caballo —comentó.
—Gracias.
—Has estado fuera.
—Sí.
Nos estrechamos las manos.
—Me alegra verte de nuevo. Le estaba diciendo a Bill que no sé cuánto tiempo se quedó ese pintor. Me imaginé que se marcharía cuando oscureciera, por lo que no le presté mucha atención. Ahora bien, si el tipo buscaba algo que era tuyo y sabía lo del abono, por lo que sé aún puede estar ahí fuera. Si quieres cojo la escopeta y os acompaño.
—No —dije—, gracias. Creo que sé quién es. No hará falta ningún arma. Echaremos un vistazo.
—Muy bien —comentó—. Dejad que vaya con vosotros y os eche una mano.
—No hace falta que lo hagas —repliqué.
—¿Me encargo de tu caballo? ¿Qué te parece si le doy algo de beber y de comer, y luego lo cepillo un poco?
—Estoy seguro de que él te lo agradecerá. Sé que yo lo haría.
—¿Cómo se llama?
—Drum.
Se acercó a Drum y le habló.
—De acuerdo —dijo—. Estaré en el granero un rato. Si me necesitáis para algo, simplemente gritad.
—Gracias.
Saqué los utensilios de la furgoneta de Bill y él cogió la linterna eléctrica; luego nos dirigimos al sudoeste, donde Ed nos indicara.
Mientras cruzábamos el campo yo inspeccionaba donde Bill iluminaba con la linterna, buscando el abono. Cuando vi lo que podían ser sus restos, involuntariamente retuve el aliento. Alguien había dispersado los terrones de tierra, ya que no hubieran caído así desde una furgoneta.
Sin embargo…, el hecho de que alguien los removiera significaba que no había encontrado lo que buscaba.
—¿Qué piensas? —preguntó Bill.
—No sé —le contesté, depositando las herramientas en la tierra y acercándome al abono—. Ilumina aquí.
Observé detenidamente lo que quedaba del montón, luego cogí un rastrillo y comencé a hurgar en él. Rompí cada terrón y lo esparcí sobre la tierra, pasando los pinchos del rastrillo. Después de un rato, Bill depositó la linterna sobre el suelo en un buen ángulo y se acercó para ayudarme.
—Tengo el presentimiento… —dijo.
—Yo también.
—… de que hemos llegado tarde.
Seguimos pulverizando la tierra y esparciéndola, pulverizándola y esparciéndola…
Sentí el cosquilleo de una presencia familiar. Me erguí y esperé. El contacto se produjo momentos después.
—¡Corwin!
—Dime, Gérard.
—¿Qué has dicho? —preguntó Bill.
Alcé la mano para que guardara silencio y me concentré en Gérard. Estaba en penumbra ante el brillante comienzo del Patrón y se apoyaba sobre su enorme espada.
—Tenías razón —dijo—. Brand apareció por aquí, sólo hace un momento. No estoy seguro de cómo entró. Surgió de las sombras a la izquierda, allí —señaló—. Me miró durante un momento, dio media vuelta y se alejó. No me respondió cuando le llamé. Así que encendí la linterna, pero no lo vi por ningún sitio. Simplemente desapareció. ¿Qué quieres que haga ahora?
—¿Llevaba la Joya del Juicio?
—No lo sé. Sólo le vi un momento, y había poca luz.
—¿Están vigilando el Patrón en Rabma?
—Sí. Llewella dio la alerta.
—Bien. Sigue de guardia. Pronto me pondré en contacto contigo.
—De acuerdo. Corwin… con respecto a lo que ocurrió antes…
—Olvídalo.
—Gracias. Ese Ganelón es un tipo duro.
—Sí que lo es —dije—. Mantente alerta.
Su imagen se desvaneció cuando rompí el contacto, pero entonces ocurrió algo extraño. La sensación de contacto, el sendero, continuó en mí, sin un objeto fijo, abierto, como una radio encendida que no estuviera sintonizada a ninguna frecuencia.
Bill me miraba de forma peculiar.
—Cari, ¿qué ocurre?
—No lo sé. Espera un minuto.
Repentinamente se produjo el contacto otra vez, aunque no con Gérard. Ella debió concentrarse en mí mientras yo hablaba con él.
—Corwin, es importante…
—Adelante, Fi.
—No encontrarás lo que buscas ahí. Lo tiene Brand.
—Comenzaba a sospecharlo.
—Tenemos que detenerlo. Desconozco cuánto sabes…
—Ya no estoy seguro yo tampoco —comenté—, pero hice que vigilaran el Patrón de Ámbar y el de Rabma. Gérard acaba de decirme que Brand apareció en el de Ámbar, pero huyó.
Asintió con un movimiento de su delicada y bien formada cabeza. Sus rojas trenzas estaban inusualmente desarregladas. Parecía cansada.
—Estoy al tanto de ello —dijo—. Lo tengo bajo vigilancia. Pero te has olvidado de otra posibilidad.
—No —comenté—. De acuerdo con mis cálculos, Tir-na Nog’th todavía no se alzará…
—No me refería a eso. Brand se dirige al Patrón original.
—¿Para sintonizar con la Joya?
—Así es.
—Para atravesarlo, tendrá que cruzar la parte dañada. Creo que eso es bastante difícil.
—Así que sabes lo del Patrón —observó—. Bien. Eso nos ahorra tiempo. Pero la zona oscura no resultará tan difícil para él como lo sería para uno de nosotros. Ha hecho un pacto con esa oscuridad. Debemos detenerlo inmediatamente.
—¿Sabes de algún atajo para llegar allí?
—Sí. Ven a mí. Yo te llevaré.
—Dame un minuto. Quiero a Drum conmigo.
—¿Para qué?
—Nunca se sabe. Por eso lo quiero conmigo.
—Muy bien. Entonces llévame hasta donde estás tú. No existe ninguna diferencia si partimos desde allí.
Extendí la mano. Después de un segundo, estrechaba la de ella. Dio un paso.
—¡Señor! —exclamó Bill, dando un paso atrás—. Dudaba de tu cordura, Cari. Ahora dudo de la mía. Ella… ella estaba en una de las cartas, ¿no es así?
—Sí. Bill, esta es mi hermana Fiona. Fiona, este es Bill Roth, un muy buen amigo.
Fi extendió su mano y sonrió, y yo los dejé allí mientras iba en busca de Drum. Poco después volvía con él.
—Bill —dije—. Siento haber desperdiciado tu tiempo. Mi hermano tiene la joya. Ahora debemos ir tras él. Gracias por tu ayuda.
Estreché su mano. Y él dijo:
—Corwin.
Sonreí.
—Sí, ese es mi nombre.
—Tu hermana y yo estuvimos hablando. No descubrí mucho en tan poco tiempo, pero sé que es un asunto peligroso. Así que buena suerte. Pero todavía me gustaría que me contaras toda la historia algún día.
—Gracias —dije—. Intentaré complacerte.
Monté, me agaché y alcé a Fiona hasta que cabalgó delante de mí.
—Buenas noches, señor Roth —dijo ella. Luego, dirigiéndose a mí, añadió—: Vamos hacia el campo, al paso.
Así lo hice.
—Brand me dijo que fuiste tú quien lo apuñaló —comenté tan pronto como nos alejamos y estuvimos solos.
—Es verdad.
—¿Por qué?
—Para evitar todo esto.
—Hablé durante un buen rato con él. Aseguró que originalmente fuisteis tú, Bleys y él mismo, los que planeasteis el asalto al poder.
—Es correcto.
—Me contó que intentó ganarse a Caine para vuestro lado, pero que él no quiso saber nada del asunto, contándoselo a Eric y a Julián. Lo cual provocó que formaran su propio grupo, bloqueándoos el paso al trono.
—Básicamente es cierto. Caine tenía ambiciones personales… a largo plazo, pero igualmente eran ambiciones. Sin embargo, no se encontraba en posición de ponerlas en práctica. Así que decidió que si su posición debía ser más baja, prefería tenerla bajo el mando de Eric y no de Bleys. Puedo entender su punto de vista.
—También me aseguró que vosotros tres hicisteis un trato con los poderes que hay al final del camino negro, en las Cortes del Caos.
—Sí —comentó—, lo hicimos.
—Utilizas el pasado.
—En lo que respecta a Bleys y a mí, sí.
—No es eso lo que me contó Brand.
—Nunca lo hubiera hecho.
—Dijo que Bleys y tú queríais continuar con esa alianza, pero que él cambió de opinión. Debido a ello, asegura que os volvisteis en su contra y lo encerrasteis en aquella torre.
—¿Y por qué simplemente no lo matamos?
—Me rindo. Dímelo.
—Era demasiado peligroso para estar en libertad, pero tampoco podíamos matarlo, ya que poseía algo vital.
—¿Qué?
—En ausencia de Dworkin, Brand era el único que sabía cómo reparar el daño que él mismo le hizo al Patrón original.
—Tuvisteis mucho tiempo para sacarle esa información.
—Posee recursos increíbles.
—¿Entonces por qué le apuñalaste?
—Te lo repito, para evitar todo esto. Si el problema se reducía a la elección entre su libertad o su muerte, era mejor que muriera. Preferíamos arriesgarnos descubriendo nosotros mismos la manera de reparar el Patrón.
—Siendo este el caso, ¿por qué consentiste en cooperar para traerlo de regreso?
—Primero, no cooperaba, trataba de impedirlo. Pero erais demasiados. Llegasteis hasta él a pesar mío. Segundo, tenía que estar cerca en caso de que lo consiguierais. Es una pena que sobreviviera.
—¿Dices que Bleys y tú no estabais convencidos de la alianza, pero que Brand sí?
—Así es.
—¿Esa duda hasta qué punto afectaba vuestro deseo por el trono?
—Llegamos a la conclusión de que nos arreglaríamos sin ninguna ayuda externa.
—Ya veo.
—¿Me crees?
—Me temo que sí.
—Gira aquí.
Penetramos por una hendidura en la ladera de la colina. El camino era muy estrecho y oscuro, iluminado sólo por una pequeña franja de estrellas. Fiona manipuló la Sombra mientras hablábamos, alejándonos del campo de Ed, descendiendo a un páramo cubierto por la niebla, ascendiendo luego otra vez hacia un sendero rocoso y claro en las montañas. Ahora, mientras cruzábamos ese desfiladero oscuro, sentí cómo manipulaba de nuevo la Sombra. El aire era fresco pero no frío. La oscuridad a nuestra derecha e izquierda era absoluta, proyectando la ilusión de una profundidad enorme que nos impedía ver las rocas que nos rodeaban. Súbitamente me di cuenta de que esa impresión se veía reforzada por el hecho de que los cascos de Drum no producían ningún eco o sonido.
—¿Qué puedo hacer para recuperar tu confianza?
—Pides mucho.
Se rio.
—Deja que te lo pregunte de otra manera. ¿Qué puedo hacer para convencerte de que digo la verdad?
—Sólo contéstame a una pregunta.
—¿Cuál?
—¿Quién disparó a las ruedas de mi coche?
Se rio de nuevo.
—Ya te lo has imaginado, ¿no es verdad?
—Tal vez. Dímelo tú.
—Brand —observó—. Como fracasó borrando tu memoria, decidió que debía realizar un trabajo completo.
—La versión que me llegó de esa historia es que Bleys hizo los disparos y me dejó en el lago; que Brand llegó a tiempo para sacarme de él y salvó mi vida. De hecho, el informe de la policía indicaba algo parecido.
—¿Quién llamó a la policía? —preguntó.
—Fue una llamada anónima, pero…
—Bleys los llamó. Una vez que comprendió lo que ocurría, se dio cuenta que no llegaría a tiempo para salvarte. Esperaba que la policía sí lo hiciera. Afortunadamente, así ocurrió.
—¿Qué quieres decir?
—Brand no te sacó fuera del coche. Lo hiciste tú solo. Él se quedó allí para estar seguro de que morirías, pero tú saliste a la superficie y te arrastraste a la orilla. Entonces él bajó para comprobar cómo estabas, para decidir si expirarías solo dejándote allí o si te lanzaba otra vez al lago. Pero la policía llegó entonces y él se marchó. Poco después nosotros lo cogimos y pudimos derrotarlo, encerrándolo en la torre. Eso requirió un gran esfuerzo. Más tarde, me puse en contacto con Eric y le conté lo ocurrido. Entonces él le ordenó a Flora que te ingresara en la otra clínica y se asegurase de que permanecías allí hasta después de su coronación.
—Encaja —dije—. Gracias.
—¿Qué es lo que encaja?
—En tiempos más tranquilos que estos, ejercí de médico en una ciudad pequeña; y aunque nunca me dediqué a los casos psiquiátricos, sé que no tratas a una persona con terapia de electroshock para devolverle la memoria. La TES generalmente tiene el efecto opuesto. Destruye algunos de los recuerdos más recientes. Mis sospechas surgieron cuando me enteré de que Brand ordenó que me aplicaran ese tratamiento. Así que desarrollé mi propia hipótesis. El accidente de coche no fue lo que me devolvió la memoria, ni tampoco la TES. La estaba recuperando yo de forma natural y no como resultado de algún trauma determinado. Supongo que debí dar indicios de que era así y, de alguna manera, Brand se enteró de ello, decidiendo que aquello no le favorecería en ese momento. Por lo que se desplazó hasta la sombra en la que yo me hallaba e hizo que me ingresaran, sometiéndome a un tratamiento que él creyó borraría todos los recuerdos que yo había recuperado. En parte tuvo éxito, ya que no recuerdo con claridad los días siguientes a las sesiones. Supongo que el accidente también contribuyó un poco. Pero cuando me escapé de Porter y sobreviví a su intento de matarme, el proceso de recuperación continuó cuando desperté en Greenwood antes de mi fuga definitiva. Mientras permanecía en casa de Flora fui recordando con más claridad el pasado. Dicho proceso se vio acelerado cuando Random me llevó a Rabma, donde atravesé el Patrón. Sin embargo, si esto no hubiera ocurrido, estoy seguro de que igualmente habría recuperado todos mis recuerdos. Tal vez más tarde, pero ya había logrado atravesar la primera barrera, y el proceso de recuperación estaba en marcha, acelerándose poco antes de llegar a Rabma. Por lo que llegué a la conclusión de que Brand trataba de sabotearme, y eso es lo que encaja con lo que me has dicho.
La franja de estrellas se había estrechado, y finalmente desapareció encima nuestro. Ahora avanzábamos por lo que parecía un túnel totalmente negro, donde apenas distinguíamos unos pequeños destellos de luz que parecían provenir de una larga distancia por delante.
—Sí —comentó ella en la oscuridad—, tu conjetura es correcta. Brand te temía. Dijo que había visto tu retorno una noche en Tir-na Nog’th, y que estropearías todos nuestros planes. En ese entonces no le presté atención, ya que ni siquiera sabía que tú aún vivías. Imagino que fue en ese momento cuando decidió que te encontraría. Si descubrió tu paradero por algún medio arcano, o si lo leyó en la mente de Eric, no lo sé. Posiblemente fue gracias a esto último. A veces es capaz de tales proezas. Bueno, sin importar cómo te localizó, ya conoces el resto de la historia.
—Fue la presencia de Flora en aquel lugar y su extraña relación con Eric lo que primero despertó sus sospechas. Por lo menos eso es lo que me dijo. No es que importe demasiado ahora. ¿Qué te propones hacer con él si lo capturamos?
Se rio entre dientes.
—Tienes tu espada —dijo.
—Brand me contó, y no hace mucho, que Bleys todavía está vivo. ¿Es verdad?
—Sí.
—¿Entonces por qué me encuentro yo aquí y no él?
—Bleys no está sintonizado con la Joya. Tú sí. Tú interactúas con ella en distancias cortas, y probablemente te ayude a preservar tu vida en caso de que te encuentres en inminente peligro de perderla. Por lo tanto, el riesgo no es demasiado grande —observó. Momentos más tarde, añadió—: Pero no confíes en ello. Un golpe rápido tal vez supere la reacción de la Joya. Puedes morir aunque la tengas.
La luz que teníamos delante nuestro se hizo más grande y brillante, pero de aquella dirección no nos llegaba ninguna ráfaga de viento, ningún olor o sonido. A medida que avanzábamos, pensé en las sucesivas oleadas de explicaciones que recibiera desde mi regreso, cada una con su complejo de motivaciones, de justificaciones de lo ocurrido mientras yo estuve ausente, de lo que había ocurrido desde mi regreso y de lo que ocurría ahora. Las emociones, los planes, las sensaciones, los objetivos que yo vi lanzados en un remolino de aguas desbordadas a través de una ciudad de hechos que lentamente erigí en la tumba de aquel otro yo… Y aunque un acto es un acto, en la mejor tradición Steiniana, cada ola de interpretación que rompía contra mí, cambiaba la posición de una o más cosas que yo suponía decididamente ancladas, y al hacerlo, alteraban el total, hasta el punto de que toda la vida parecía una interacción cambiante de la Sombra alrededor de una Ámbar como símbolo de una verdad que nunca conseguiría. Sin embargo, no podía negar que ahora sabía mucho más de lo que supe en todos estos años pasados, que me encontraba mucho más cerca del corazón de los acontecimientos de lo que había estado antes, que toda la acción en la que me vi atrapado desde mi regreso no parecía deslizarse hacia un propósito final. ¿Y qué es lo que quería yo? ¡La posibilidad de averiguar qué era lo correcto y actuar de acuerdo con ello! Me reí. ¿Quién consigue lo primero, y menos lo segundo, de estos absolutos? Me conformaba con una adecuada aproximación a la verdad. Eso sería suficiente… Y la posibilidad de esgrimir mi espada unas pocas veces en la dirección correcta: esta era la más alta compensación que yo podía recibir del mundo de la una de la tarde por los cambios producidos desde el mediodía. Me reí otra vez y comprobé que mi espada estuviera suelta en su funda.
—Brand me dijo que Bleys había reunido otro ejército… —comencé.
—Más tarde —me interrumpió—, más tarde. No nos queda tiempo.
Y tenía razón. La luz se había expandido, convirtiéndose en una abertura circular. Se había aproximado a nosotros en una proporción desmesurada con relación a nuestro avance, como si el túnel mismo estuviera contrayéndose. Parecía que el día se abalanzara a través de lo que yo elegí contemplar como la boca de la cueva.
—De acuerdo —comenté, y momentos más tarde llegamos hasta la entrada y la traspasamos.
Cuando salimos parpadeé varias veces. A mi izquierda estaba el mar, que parecía fundirse con un cielo del mismo color. El sol dorado que flotaba/colgaba por encima/dentro de él, emitía resplandores desde todas las direcciones. Detrás mío, sólo había roca. Nuestro acceso a este lugar se había desvanecido sin dejar ningún rastro. A poca distancia debajo y delante nuestro —quizás a unos treinta metros— yacía el Patrón original. Una figura negociaba el segundo de sus arcos exteriores, toda su atención estaba tan concentrada en esta actividad que aparentemente aún no había notado nuestra presencia. Un resplandor de color rojo surge cuando da un giro: la Joya, que cuelga de su cuello como antes colgó del mío, del de Eric, del de Papá. La figura, por supuesto, era Brand.
Desmonté. Alcé los ojos hasta Fiona, pequeña y abatida, y le puse las riendas de Drum en sus manos.
—¿Algún consejo, aparte de que vaya tras él? —murmuré.
Sacudió la cabeza.
Entonces di media vuelta y desenfundé a Grayswandir, luego emprendí la marcha.
—Buena suerte —me deseó en voz baja.
Cuando caminaba hacia el Patrón, vi la larga cadena que salía de la entrada de la cueva y que llegaba a la ahora inmóvil forma de Wixer, el grifo. La cabeza de Wixer yacía en el suelo a varios pasos a la izquierda de su cuerpo. Tanto del cuerpo como de la cabeza manaba sangre de color normal sobre la piedra.
Cuando me acerqué al comienzo del Patrón, realicé un rápido cálculo. Brand ya había recorrido varios giros alrededor de la espiral general del diseño. Se encontraba aproximadamente a unas dos vueltas en su interior. Si sólo estuviéramos separados por un giro, podía alcanzarle con mi espada una vez que me encontrara en una posición paralela a la suya. La marcha, sin embargo, se hacía más dura a medida que uno penetraba en el interior del Patrón. En consecuencia, Brand avanzaba a un paso regularmente decreciente. Así que estaríamos cerca. No tenía porqué alcanzarlo en persona. Simplemente debía atravesar una vuelta y media hasta quedar paralelo a él.
Coloqué mi pie sobre el Patrón y avancé tan rápido como pude. Las chispas azules surgieron alrededor de mi pie tan pronto como me lancé a través de la primera curva contra la creciente resistencia que imponía el Patrón. Las chispas aumentaron rápidamente. Mi cabello comenzaba a erizarse cuando llegué hasta el Primer Velo, y ya se oía claramente el crepitar. Hice fuerza contra la presión del Velo, preguntándome si Brand ya se habría percatado de mi presencia, incapaz de permitirme la distracción de una mirada hacia él en ese momento. Me enfrenté a la resistencia con fuerza renovada, y varios pasos después había atravesado el Velo y de nuevo mis movimientos fueron más fáciles.
Alcé la vista. Brand emergía del terrible Segundo Velo, rodeado hasta la cintura de chispas azules. Tenía en la cara una sonrisa de determinación y triunfo cuando lo atravesó y dio un paso adelante. Entonces me vio.
La sonrisa se le borró y dudó, lo cual me dio ventaja. Nunca debes detenerte en el Patrón si puedes evitarlo. Si lo haces, te cuesta mucha energía avanzar otra vez.
—¡Llegas tarde! —gritó.
No le respondí. Continué avanzando. Fuegos azules cayeron del dibujo del Patrón en la hoja de Grayswandir.
—No podrás atravesar la zona negra —dijo.
Continué avanzando. La zona negra se encontraba justo delante mío. Me alegró que el daño no se encontrara en una de las partes más difíciles del Patrón. Brand continuaba su marcha y lentamente se aproximaba a la Gran Curva. Si pudiera cogerlo ahí, no sería rival para mí. No tendría la fuerza o la velocidad necesarias para defenderse.
Cuando me acercaba a la parte dañada del Patrón, recordé la manera en que Ganelón y yo habíamos cortado el camino negro durante nuestra huida de Avalón. Al atravesarlo eliminé con éxito el poder del camino manteniendo la imagen del Patrón en mi mente. Ahora, por supuesto, tenía al mismo Patrón rodeándome por todos los lados, y la distancia no era tan grande. Mi primer pensamiento había sido que Brand sólo intentaba distraerme con su amenaza, pero se me ocurrió que la fuerza de la zona oscura bien podía ser mucho más fuerte aquí, que era de donde surgía. Cuando llegué hasta ella, Grayswandir resplandeció con tal intensidad que brilló por encima de la luz que había tenido antes. En un impulso, toqué el borde de la negrura con su punta, justo en el sitio donde acababa el Patrón.
Grayswandir hendió la negrura y no pude alzarla por encima de ella. Seguí andando mientras mi espada cortaba la zona delante mío, deslizándose por su superficie en lo que parecía una aproximación a los trazos originales. Yo la seguí. El sol pareció oscurecerse a medida que caminaba por aquel tenebroso terreno. Súbitamente fui consciente de los latidos de mi corazón, y el sudor me bañó la frente. Una sombra grisácea cayó sobre todo. El mundo se volvió turbio, y el Patrón pareció desvanecerse. Era como si resultara fácil dar un paso en falso en esta parte, y no estuve seguro de si el resultado sería el mismo de producirse en las partes intactas del Patrón. No quería averiguarlo.
Mantuve los ojos en el suelo, siguiendo la línea que inscribía Grayswandir ante mí, siendo el fuego azul de la espada el único color que quedaba en el mundo. Pie derecho, pie izquierdo…
Repentinamente, la dejé atrás y Grayswandir quedó libre en mi mano una vez más, su fuego parcialmente disminuido… no sabía si ello se debía al contraste con el paisaje otra vez iluminado o a otro motivo.
Busqué a Brand con los ojos y vi que se aproximaba a la Gran Curva. Yo me acercaba al Segundo Velo. En unos pocos minutos los dos estaríamos concentrados en el esfuerzo que esto suponía. Sin embargo, la Gran Curva es más difícil, más prolongada que el Segundo Velo. Yo me encontraría libre y avanzaría rápidamente de nuevo antes de que él acabara con su barrera. Entonces yo tendría que atravesar la zona dañada una vez más. Él, por entonces, seguro que estaría libre, aunque avanzaría más lentamente que yo, ya que se encontraría en la parte donde el camino aún se hace más arduo.
A cada paso que daba se alzaba una estática ininterrumpida, y una sensación de cosquilleo permeó todo mi cuerpo. Las chispas se elevaron hasta media pierna. Era como si avanzara por un campo de trigo eléctrico. Mi cabello nuevamente estaba parcialmente erizado.
Sentía su movimiento. Miré hacia Fiona una vez, que todavía estaba montada sobre Drum, inmóvil, observando.
Avancé con decisión hasta el Segundo Velo.
Ángulos… giros cortos, abruptos… La resistencia creció y creció ante mí, por lo que toda mi atención, toda mi fuerza, se concentró en luchar contra ella. Nuevamente me invadió cierta sensación de intemporalidad, como si nunca hubiera dejado de hacer otra cosa, como si estuviera obligado a hacerlo siempre. Y lo haría… centrando todo mi deseo ante tanta intensidad que todo lo demás quedaba excluido… Brand, Fiona, Ámbar, mi propia identidad… Las chispas se alzaron todavía más a medida que avanzaba y giraba, jadeando, cada paso requería un esfuerzo más grande que el anterior.
Seguí abriéndome camino. Otra vez hacia la zona negra.
Con precaución, apoyé a Grayswandir en el suelo y comencé nuevamente el proceso. De nuevo surgió la atmósfera gris, la niebla monocromática, sólo anulada por el azul de mi espada que cortaba el camino ante mí como una incisión quirúrgica.
Cuando salí a la luz normal, busqué a Brand. Aún se encontraba en el cuadrante occidental, luchando con la Gran Curva; todavía le quedaba un tercio por recorrer. Si empujaba con más fuerza, tal vez pudiera cogerlo cuando saliera de ella. Concentré toda mi determinación en avanzar lo más rápido posible.
A medida que llegaba al extremo norte del Patrón, cogiendo la curva que me introduciría de nuevo en él, repentinamente me di cuenta de lo que ocurriría.
Iba a derramar más sangre sobre el Patrón.
Si todo se reducía a la simple elección de dañar más al Patrón o dejar que Brand lo destruyera por completo, no me quedó duda de cuál elegiría. Sin embargo, tenía que haber otro camino. Sí…
Aminoré ligeramente mi paso. Sería una cuestión de sincronización. En ese momento, su camino era mucho más duro que el mío, lo que me daba una cierta ventaja. Irónicamente, recordé entonces la preocupación que sentía Brand por no manchar su alfombra. Pero mantener el Patrón limpio sería más difícil.
Se aproximaba al final de la Gran Curva cuando decidí llevar su mismo ritmo mientras calculaba la distancia que me separaba de la zona oscura. Había llegado a la conclusión de que derramaría su sangre sobre la zona negra que ya estaba dañada. La única desventaja que tenía yo era que me encontraría a la derecha de Brand. Para minimizar el beneficio que obtendría de ello, me quedaría detrás suyo.
Brand luchaba y avanzaba, todos sus movimientos en cámara lenta. Yo también luché, pero no tan arduamente. Mantuve su paso. Entonces me pregunté qué pasaría con la Joya y la afinidad que habíamos compartido desde que sintonizara con ella. Sentía su presencia delante, a mi izquierda, incluso ahora que no podía verla en el pecho de Brand. ¿Realmente intentaría salvarme, aunque no la llevara, en caso de que Brand cobrara ventaja en el conflicto que se avecinaba? Sintiendo su presencia, casi creía que sí. Me había alejado de la persona que me apuñaló, buscando, de alguna manera, en el interior de mi mente un lugar que yo consideraba seguro —mi propia cama—, transportándome allí. Al sentirla en ese momento, casi viendo el camino ante Brand a través suyo, creí que obraría en mi favor una vez más. Pero recordé las palabras de Fiona, y decidí no contar con ello. Sin embargo, medité sobre sus otros poderes, especulé con mi habilidad para controlarla a distancia…
Brand casi había acabado la Gran Curva. Desde algún nivel de mi ser lancé mi mente hacia afuera y establecí contacto con la Joya. Imponiéndole mi voluntad, llamé a una tormenta del tipo «tornado rojo» que había destruido a Iago. No sabía si podría controlar ese fenómeno particular en este lugar, pero de todas formas la llamé y la dirigí contra Brand. Al principio no ocurrió nada, aunque percibí que la Joya funcionaba y trataba de obedecerme. Con un esfuerzo final, Brand atravesó la última resistencia, dejando atrás la Gran Curva.
Yo me encontraba justo detrás suyo.
Misteriosamente, lo supo. En el instante en que la presión desapareció, sacó su espada, avanzó unos pasos más rápidamente de lo que yo pensé que podría, puso su pie izquierdo delante suyo y se volvió, mirándome a los ojos por encima de las líneas de nuestras espadas.
—Veo que lo has conseguido —comentó a la vez que tocaba la punta de mi espada con la suya—. Pero nunca hubieras llegado tan pronto hasta aquí si no hubiera sido por la zorra que está montada en el caballo.
—Esa no es manera de hablar de nuestra hermana —dije, amagando una estocada y viendo como él la paraba.
Los dos nos encontrábamos limitados en nuestros movimientos, ya que ninguno podía lanzarse de lleno a un ataque sin verse obligado a abandonar el Patrón. Pero yo estaba más limitado aún, ya que no deseaba que sangrara allí. Fingí una ataque frontal y él retrocedió, deslizando su pie izquierdo por la línea del Patrón detrás suyo. Entonces retrasó el pie derecho, adelantándolo otra vez cuando me lanzó un corte directo a la cabeza. ¡Maldición! Lo bloqueé y contraataqué por puro reflejo. No quería alcanzarlo con el corte al pecho que le lancé, pero la punta de Grayswandir trazó un arco por encima de su esternón. Escuché una vibración en el aire encima nuestro. Pero no podía permitirme el lujo de apartar mis ojos de Brand. Se miró el pecho y retrocedió un poco más. Bien. En ese momento una línea roja decoró su camisa donde mi espada le había cortado. Hasta ese momento la tela parecía absorber la sangre. Adelanté un pie y amagué, lanzando una estocada; detuve la suya, ataqué y volví a atacar… hice todo lo que se me ocurrió para que siguiera retrocediendo. Gozaba de una ventaja psicológica sobre él, ya que los dos sabíamos que yo tenía más envergadura y que era más rápido. Brand se acercaba a la zona negra. Sólo unos pasos más… Oí el sonido como de un único tañido de campana, seguido de un gran rugido. Una sombra cayó repentinamente sobre nosotros, como si una nube acabara de ocultar el sol.
Brand alzó la vista. Creo que lo podría haber matado en ese momento, pero aún se encontraba un poco alejado de donde quería que cayese.
Se recuperó inmediatamente y me miró enfurecido.
—¡Maldito seas, Corwin! Eso lo has hecho tú, ¿no? —gritó, y entonces me atacó, descartando la poca precaución que todavía le quedaba.
Desafortunadamente, me encontraba en una mala posición, ya que me había acercado a él de costado, preparado para obligarle a retroceder. Tenía la guardia abierta y estaba ligeramente desequilibrado. Incluso cuando paré su ataque, me di cuenta de que no sería suficiente; retorciéndome, caí hacia atrás.
Mientras me desplomaba me esforcé por mantener mis pies en su lugar. Me apoyé sobre el codo derecho y la mano izquierda. Maldije, ya que el dolor fue muy grande y mi codo resbaló hacia el costado, frenando la caída con mi hombro derecho.
La estocada de Brand había pasado de largo, y rodeados por halos azules, mis pies todavía tocaban la línea. Me encontraba fuera del alcance de Brand para una estocada mortal, aunque todavía podía paralizarme.
Alcé mi brazo derecho, que aún empuñaba a Grayswandir, delante mío. Me senté. Cuando lo hice, vi que la formación roja, ribeteada de color amarillo en los bordes, ahora remolineaba justo encima de Brand, crepitando y arrojando chispas y pequeños relámpagos, con su rugido convertido ya en aullido.
Brand cogió su espada por el corte y la alzó por encima de su hombro como si fuera una lanza, apuntando en mi dirección. Supe que no podría pararla, que no la esquivaría.
Proyecté mi mente hacia la Joya y sobre la formación del cielo…
Hubo un brillante fogonazo cuando un pequeño rayo descendió y tocó su espada…
La espada cayó de su mano, que inmediatamente se dirigió a su boca. Con la mano izquierda cogió la Joya del Juicio como si supiera lo que yo estaba haciendo y buscara anular mi acto cubriéndola. Mientras se lamía los dedos quemados, alzó la vista, la ira había desaparecido de su rostro remplazada por un miedo que bordeaba el terror. El cono estaba descendiendo.
Entonces dio media vuelta y saltó hacia la zona oscurecida; mirando hacia el sur, alzó los dos brazos y gritó algo que no pude entender por encima del aullido de fondo.
El cono cayó sobre él, pero él pareció adoptar una estructura bidimensional mientras este caía. Su contorno osciló. Comenzó a encogerse… pero no se debió a una reducción del tamaño real, sino a un efecto de distancia-miento. Poco a poco se perdió en la distancia y desapareció, justo antes de que el cono tocara la zona en la que había estado.
Con él se fue la Joya, y yo me quedé sin nada con lo que controlar la formación que flotaba encima de mí. No sabía si seguir tumbado o incorporarme de nuevo sobre el Patrón. Elegí esto último, ya que el remolino parecía atacar todo aquello que rompiera la secuencia normal. Me senté otra vez y me arrastré hacia la línea. Luego me incliné, agazapándome, momento en que el cono se elevó de nuevo. El aullido también decreció. Los fuegos azules alrededor de mis botas desaparecieron por completo. Me volví y contemplé a Fiona. Con un gesto ella me indicó que me pusiera de pie y continuara.
Me incorporé y vi que el vórtex se disipaba más con cada movimiento que hacía. Dirigiéndome hacia la zona en la que Brand acababa de estar, utilicé una vez más a Grayswandir delante mío. Los retorcidos restos de la espada de Brand yacían en un extremo del lugar oscuro.
Deseé que hubiera una manera fácil de salir del Patrón. Me parecía tan inútil acabar el recorrido ahora… Pero no hay modo de dar media vuelta una vez que has entrado en él. Así que me encaminé hacia la Gran Curva. ¿A dónde se había proyectado Brand? Si lo supiera, le ordenaría al Patrón que me enviara tras él. Tal vez Fiona lo sabía. Sin embargo, seguro que se había trasladado a un lugar donde contaba con aliados. Sería una estupidez ir tras él solo.
Me consolé pensando que al menos había impedido la sintonización con la Joya.
Entonces entré en la Gran Curva. Y las chispas cubrieron todo mi cuerpo.