En el barrio del Jota es difícil ser independiente. Solo el Jota y sus dos hermanos de calle. Los demás, de la edad del Jota o más chicos, son carne de cañón. El Jota se ganó el derecho de laburar por su cuenta a base de piñas y tajos. Pero sobre todo, a base de favores muy bien pensados a cada uno de los jefes.
Pero en el barrio del Jota los pendejos que no tienen la viveza del Jota terminan con un fierro en la mano o medio kilo de merca en la mochila. De otros, el fierro y la merca. Bien propio el pellejo, sin embargo.
En el barrio del Jota debería regir la obediencia debida. Pero eso lo inventaron para los milicos con plata. Porque para los pobres que matan porque si no los matan, o venden merca porque sino los violan, no hay obediencia debida. A la sombra, a que los maten otros y los violen otros. Eso es lo que les espera a los pendejos en el barrio del Jota.