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Al teniente Ramírez, a los carabineros que iban con él y al miliciano Corral los fusilaron ese mismo día en plaza de San Juan, frente al muro de la catedral, junto a otros varios cientos. Para poder dar abasto los vencedores pusieron cuatro ametralladoras una al lado de la otra. La sangre bajaba en regueros hacia la plaza de toros, donde fueron concentrando al resto de la gente antes de sacarla para ajusticiarla por tandas en las tapias del cementerio. El miliciano Toribio logró burlar el cerco y pasar a zona republicana. Acabó volviendo a su pueblo, donde nadie sabía qué había hecho en Badajoz ni él lo contó nunca. El sargento legionario Poveda, por su parte, cayó una fría mañana de noviembre frente a las terrazas del Manzanares, en Madrid. Mientras se le iba el sentido, se acordó de las últimas palabras de Faura: Mejor tú. Y sí, algo mejor, aunque no alcanzara ya a comprender por qué, le pareció que era.

Getafe-Melilla-Atenas-Badajoz,

18 de julio 2003 - 19 de enero 2004