NOTA DEL AUTOR

El pueblo aborigen de Sudáfrica recibe nombres diversos, como san, basarwa o habitantes del área remota (en jerga del gobierno oficial), pero se los conoce más comúnmente como los bosquimanos (bushmen).

Reconozco que me he tomado muchas libertades al retratar en esta novela la vida y creencias de los bosquimanos, pues no se caracterizan por un folclore monolítico —cada zona, e incluso a veces cada clan, posee sus propios mitos plenos de significado— ni poseen una cultura única. He simplificado el pensamiento, las canciones y las historias del pueblo aborigen e incluso los he modificado recurriendo a las transposiciones. Son exigencias de la ficción.

De todos modos, las viejas costumbres de los bosquimanos están en rápido proceso de desaparición. Una de las manipulaciones de la realidad menos verosímiles que me he permitido es la simple afirmación de que, a mediados del siglo XXI, todavía quede alguien que luche por la vida cazadora y recolectora en las montañas sudafricanas.

A pesar de haber retocado la realidad, he hecho todo lo posible por mantenerme fiel al espíritu de lo que retrato. Si alguien se siente ofendido o explotado, he fracasado. Mi propósito principal es relatar una historia, pero si con ello incito a algún lector a aprender más sobre los bosquimanos y sobre una forma de vida que ninguno de nosotros puede permitirse pasar por alto, me sentiré plenamente satisfecho.