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Vestida con un camisón ultra corto y muy sexy, Alicia está tomando un jugo de naranja, apoyada contra el congelador donde se encuentra el cadáver de Groote.

Una mujer blanca, cincuentona, con cofia y delantal de camarera, está fregando los cristales de una ventana.

Alicia, se le acerca con un sobre de manila en la mano.

—Ay, Mariana, casi me olvido: Víctor me dejó esto para ti.

La mujer se quita los guantes y coge el sobre.

—Es tu sueldo y el del jardinero, más las vacaciones de los dos.

La mujer mira a Alicia, asombrada.

—Víctor quiere que las tomen a partir de hoy.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué ahora?

—Como yo me marcho unos días a Varadero y él sale en viaje de negocios esta noche, prestó la casa a unos amigos italianos…

—Sí, ya comprendo… Quieren correrse las juergas sin que nadie se entere…

Disconforme, retorna a sus cristales. Alicia la mira de reojo y sigue sorbiendo su jugo.