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Una crema espesa, marrón oscuro, le cubre el rostro desde hace media hora. Sobre las ojeras, pómulos y sienes, se ha puesto una especie de laca verdosa que le estira la piel. Tiene la cabeza cubierta con una toalla grande a modo de turbante. Frente al espejo hace un par de muecas y luego comienza a pintarse las uñas postizas de un lila muy tenue.

Cuando termina con las uñas estira los brazos hacia arriba y abre mucho los dedos. Mientras se seca el esmalte, se inspecciona desde distintos ángulos.

Tararea algo por la nariz.

Enciende un cigarro y lo deja en un cenicero. Cuando se dispone a desamarrarse la toalla, suena el teléfono.

—¿Hola? —habla en inglés con una voz muy ronca— ¿Viene Alicia, por fin? ¿Y con quién? Estupendo, Víctor, eres un genio. Sí, sí, ya verás, te tengo una sorpresa. No, ven rápido, te espero. I love you.

Cuelga y sonríe al pensar en el new look con que piensa sorprender a Víctor. Estrenará una peluca africana, de trencitas, y se va a dar un maquillaje oscuro para parecer una mulata. Sabe que a Víctor le gustan.