Las velas que proporcionaban algo de luz a la oscura y siniestra estancia volvieron a iluminarse para dar comienzo a una nueva reunión extraordinaria de los cuatro miembros de la hermandad.
El líder de los mismos los había convocado con urgencia debido al nuevo cariz que iba tomando la situación. Antes que hablarlo por teléfono, por si acaso sus líneas estaban pinchadas por sus enemigos, preferían reunirse en aquel punto para tratar sus asuntos en la más absoluta intimidad, sin que nada ni nadie pudiese molestarles.
—Señores, como comprenderán el motivo de que nos reunamos es bastante importante, si no, no les hubiera hecho venir con tanta prisa.
—Usted dirá —dijo uno de los tres de menor rango.
El líder, como si fuese a anunciarles en aquellos momentos el mismísimo fin del mundo, tomó aire de una manera desmesurada en sus pulmones.
—La situación ha cambiado ligeramente en los últimos días, intentan, oh pobres de ellos, detenernos, llegar hasta nuestro mismísimo corazón para evitar que llevemos a cabo nuestra sagrada encomienda. Se trata de la hija del viejo y de su querido amigo, el inspector de policía. Debo de decirles que, de manera sorprendente, van por buen camino, y de una manera extremadamente rápida, es increíble la capacidad de ambos para resolver lo que a otros les ha costado años.
—Pero no podemos dejar que lleguen hasta nosotros, sería un gran contratiempo para nuestra hermandad y para nuestra causa.
—Tranquilo —dijo el líder mientras que movía su mano pausadamente hacia abajo, indicando calma a la siniestra sombra con hábito que había hablado—, no creo que nos entorpezcan, más bien pienso que nos van a ayudar bastante.
—¿Cómo dice?, perdone el atrevimiento, pero creo que no está en lo correcto diciendo eso. Debemos acabar con ellos ya, sin que nos tiemble el pulso. Desde el principio de los días nuestra hermandad ha sido secreta y nadie puede acceder a nosotros. Nos fastidiaría todo por lo que hemos luchado y por lo que han luchado nuestros antepasados.
—Mi querido amigo, es usted muy impaciente, como ya le he dicho, nos van a ayudar a acabar con nuestro cometido. ¿O acaso no recuerdan las condiciones de la profecía?
Los tres de menor rango quedaron pensativos tras las palabras de su líder, tenía razón, habían olvidado esa parte, quizá por ello su sentido de alerta se había disparado de manera inmediata.
—Veo que ustedes mismos han llegado a la conclusión.
Los tres asintieron.
—Me alegra, pues bien, dejemos que se acerquen a nosotros, bien saben, por experiencia propia que no va a ser nada fácil, pero si llegan… todo habrá terminado, la profecía se cumplirá.
—¿Y qué hay del inspector italiano? —quiso saber uno el que estaba sentado a la derecha del líder.
—Sigue dando palos de ciego, nuestra elección acerca de nuestro brazo ejecutor no pudo ser más acertada, está cumpliendo nuestras expectativas con creces, creo que deberíamos darle un incentivo cuando acabe con todo, es un auténtico profesional. Todavía no ha mostrado ni una sola laguna en su trabajo, es excelente.
—¿Entonces podemos decir que todo está saliendo a pedir de boca, no?
—Sin duda alguna, este giro en los acontecimientos, no hace si no facilitarnos las cosas enormemente, hasta el punto de que estamos recorriendo nuestro camino al doble de velocidad. Gracias a esto, un paso de los que debíamos de dar más adelante se está dando solo.
—Es una gran noticia pues.
—Ahora amigos, debemos dar esta reunión por conclusa. Sigan a la espera de una llamada mía a partir de este día, ahora más que nunca, debemos de permanecer en contacto, siento mucho que vayan a tener que desplazarse con tanta asiduidad, pero la causa lo requiere.