Ella amaba a sus cuatro compañeros, pero Dinosaurio había llegado a ser su favorito. Al principio lo consideraba un poco aterrador, pero luego había comprendido que a pesar de poder ser un terrible guerrero, él estaba de su lado y la amaba. Le encantaba pedirle historias de los viejos días antes de la extinción, y sobre la época que había pasado estudiando con el ratón Dojo.
También había otros estudiantes…
dijo el libro, hablando con la voz de Dinosaurio, mientras Nell estaba sentada sola en la esquina de la sala de juegos.
… En aquellos días no teníamos humanos, pero teníamos monos, y un día una pequeña monita vino a la entrada de la cueva con aspecto de estar muy sola. Dojo le dio la bienvenida, lo que me sorprendió porque pensaba que a Dojo sólo le gustaban los guerreros. Pero cuando ella me vio, quedó congelada de terror, pero entonces Dojo me lanzó por encima de su hombro y me hizo rebotar en las paredes de la cueva un par de veces para demostrar que estaba por completo bajo control. Él le preparó un plato de sopa y preguntó por qué vagaba sola por el bosque. La monita, cuyo nombre era Belle, le explicó que su madre y el novio de su madre la habían echado del árbol familiar y le dijeron que se fuese a columpiarse de las lianas durante un par de horas. Pero los monos más grandes ocupaban todas las lianas y no la dejaban columpiarse, así que Belle se internó en el bosque buscando compañía y se perdió, encontrándose finalmente con la entrada a la cueva de Dojo.
—Puedes quedarte con nosotros todo el tiempo que quieras —le dijo Dojo—. Todo lo que hacemos es jugar, y estás invitada a unirte a nuestros juegos.
—Pero se supone que debo volver pronto a casa —se quejó Belle—. Si no, el novio de mi madre me dará una paliza.
—Entonces te mostraré el camino de ida y vuelta entre tu árbol familiar y mi cueva —dijo Dojo—, y así podrás venir aquí y jugar con nosotros cuando tu madre te mande fuera.
Dojo y yo ayudamos a Belle a encontrar el camino a través del bosque hasta el árbol familiar. En el camino de vuelta a la cueva dije:
—Maestro, no lo entiendo.
—¿Cuál es el problema? —dijo Dojo.
—Tú eres un gran guerrero, y yo estudio para convertirme también en un gran guerrero. ¿Hay lugar en la cueva para una niña pequeña que sólo quiere jugar?
—Yo juzgaré cuáles son las características que hacen un guerrero —dijo Dojo.
—Pero estamos muy ocupados con las prácticas y ejercicios —dije—. ¿Tenemos tiempo de jugar con la niña como has prometido?
—¿Qué es un juego sino un ejercicio vestido con ropas más coloridas? —dijo Dojo—. Además, dado eso, incluso sin mis instrucciones, pesas diez toneladas y tienes una boca cavernosa llena de dientes como cuchillos de carnicero, y todas las criaturas menos yo huyen llenas de terror al oír tus pasos, no creo que deba regatearle a una niña pequeña algo de tiempo para jugar.
Ante eso me sentí profundamente avergonzado y, cuando llegamos a casa, barrí la cueva siete veces sin que me lo pidiesen. Un par de días más tarde, cuando Belle llegó a la cueva sola y melancólica, ambos intentamos hacer que se sintiese bienvenida. Dojo comenzó a practicar algunos juegos especiales con ella, que Belle disfrutaba tanto que siguió volviendo, y créelo o no, después de que pasasen un par de años, Belle era capaz de lanzarme por encima de sus hombros casi tan bien como Dojo.
Nell se rio al pensar en una pequeña monita lanzando a un gran dinosaurio por encima de los hombros. Volvió atrás y leyó la última parte con mayor cuidado.
Un par de días más tarde, cuando Belle llegó a la cueva sola y melancólica, ambos intentamos hacer que se sintiese bienvenida. Dojo preparó una comida especial en su cocina con arroz, pescado y vegetales y se aseguró de que ella se lo comía todo. Luego empezamos a jugar a un juego especial que ella llamaba saltos mortales.
En la página opuesta se materializó una ilustración. Nell reconoció el espacio abierto frente a la entrada de la cueva de Dojo. Dojo estaba sentado en una piedra alta dando instrucciones a Dinosaurio y Belle. Dinosaurio intentó dar un salto mortal, pero sus pequeñas patas frontales no podían soportar el peso de su masiva cabeza, y se cayó de cara. Luego Belle lo intentó y ejecutó un salto mortal perfecto.
Nell también lo intentó. Al principio era confuso, porque el mundo giraba a su alrededor mientras lo hacía. Miró la ilustración y vio a Belle hacer exactamente lo que Nell había hecho, cometiendo los mismos errores. Dojo bajó de la roca y explicó cómo Belle podía mantener la cabeza y el cuerpo rectos. Nell siguió el consejo y lo intentó de nuevo, y esta vez salió mejor. Antes de que se agotase el tiempo, estaba haciendo perfectos saltos mortales por toda la sala de juegos. Cuando volvió al apartamento, mamá no la dejó entrar al principio, así que hizo más saltos mortales en la entrada durante un rato. Finalmente mamá la dejó entrar, y cuando vio que Nell se había llenado el pelo y los zapatos de arena, le dio una azotaina y la mandó a la cama sin comer.
Pero a la mañana siguiente Nell fue al C.M. y pidió la comida especial que Dojo había preparado para Belle. El C.M. dijo que no podía hacer pescado de verdad, pero que podía hacer nanosurimi, que era parecido al pescado. También podía hacer arroz. Los vegetales eran un problema. En su lugar le dio una pasta verde que podía comer con una cuchara. Nell le dijo al C.M. que aquélla era su comida Belle y que iba a tomarla continuamente a partir de ahora, y después de eso el C.M. siempre sabía lo que quería.
Nell ya no lo llamaba su libro mágico, lo llamaba por el nombre impreso claramente en la primera página, que sólo había podido leer recientemente:
MANUAL ILUSTRADO PARA JOVENCITAS
un Enquiridión Propedéutico en el que se cuenta la historia de La Princesa Nell y sus varios amigos, conocidos, asociados y cía.
El Manual ya no le hablaba tan a menudo como solía hacerlo. Había descubierto que a menudo podía leer las palabras con mayor rapidez de lo que el libro las decía, así que normalmente le ordenaba que se callase. Aunque a menudo lo ponía debajo de la almohada y hacía que le leyese una historia para dormir, y a veces se despertaba en medio de la noche y lo oía murmurando cosas sobre las que había estado soñando.
Tad hacía tiempo que había desaparecido de su casa, aunque no antes de romperle la nariz a mamá. Había sido reemplazado por Shemp, que había sido reemplazado por Todd, que había dejado paso a Tony. Un día la Policía de Shanghái había venido a arrestar a Tony, y él se había cargado a uno de ellos en medio del salón con la pistola craneal, haciendo un agujero en el estómago del tipo de forma que se le cayeron los intestinos y le colgaron entre las piernas. Los otros policías le lanzaron a Tony un Especial de Siete Minutos y arrastraron a su compañero herido al pasillo, mientras Tony, rugiendo como un animal salvaje atrapado, corrió a la cocina y agarró un cuchillo y empezó a hurgarse en el pecho donde pensaba que había entrado el Especial de Siete Minutos. Para cuando se cumplieron los siete minutos y la policía volvió a entrar en el apartamento, se había hecho un agujero en el músculo pectoral hasta las costillas. Amenazó a los policías con el cuchillo sangriento, y el poli al mando marcó un número en una pequeña caja negra que llevaba en la mano, y Tony se dobló y gritó al detonar un único rallador en su muslo. Dejó caer el cuchillo. Los polis entraron todos juntos y lo envolvieron, luego se pusieron alrededor de su cuerpo, momificado en plástico brillante, y le dieron de patadas durante un minuto o dos, luego finalmente abrieron un agujero en el plástico para que Tony pudiese respirar. Unieron dos asas al paquete y lo llevaron fuera entre ellos, dejando a Nell para que limpiase toda la sangre de la cocina y el salón. No era muy buena limpiando cosas y acabó manchándolo todo. Cuando mamá llegó a casa, gritó y lloró durante un rato y luego le dio una azotaina a Nell por ensuciarlo todo. Eso hizo que Nell se pusiese triste, así que se fue a la habitación, cogió el Manual e inventó una historia propia, sobre cómo la malvada madrastra hacía que la Princesa Nell limpiase la casa y le pegaba por hacerlo mal. El Manual creó imágenes mientras ella inventaba. Para cuando acabó, se había olvidado del hecho real que había sucedido y recordaba sólo la historia que había inventado.
Después de eso, mamá se cansó de los hombres durante un tiempo, pero después de un par de meses conoció a un tío llamado Brad que era amable. Tenía un trabajo de verdad como herrero en el Enclave de Nueva Atlantis, y un día llevó a Nell al trabajo con él y le mostró cómo clavaba herraduras en los cascos de los caballos. Ésa era la primera vez que Nell veía un caballo, así que no prestó demasiada atención a Brad, ni a su martillo y los clavos. El jefe de Brad tenía una gigantesca casa con grandes campos verdes y cuatro hijos, todos mayores que Nell, que venían con ropas elegantes a montar los caballos.
Pero mamá rompió con Brad; no le gustaban los artesanos, dijo, porque se parecían demasiado a los victorianos, siempre soltando esa mierda sobre cómo una cosa era mejor que otra cosa, lo que acababa llevando, explicó ella, a la creencia de que unas personas eran mejores que otras. Empezó a salir con un tipo llamado Burt que al final se mudó a su apartamento. Burt le explicó a Nell y a Harv que la casa necesitaba disciplina y que él tenía intención de mantenerla, y después de eso les atizaba todo el tiempo, a veces en el trasero y a veces en la cara. También pegaba un montón a mamá.
Nell pasaba más y más tiempo en la sala de juegos, donde le era más fácil hacer los ejercicios que Dojo enseñaba a Belle. A veces jugaba con los otros niños. Un día jugaba al quemado con una amiga y le ganaba continuamente. Entonces vino un chico, un chico más grande que Nell o su amiga, e insistió en que le dejasen jugar. La amiga de Nell le cedió el sitio, y luego Nell jugó contra el chico, cuyo nombre era Kevin. Kevin era un enorme chico sólido que estaba orgulloso de su tamaño y fuerza, y su filosofía en el quemado era ganar por intimidación. Agarraba la pelota, la levantaba melodramáticamente, descubriendo los dientes y poniéndosele la cara rojo brillante, y luego golpeaba la pelota con un golpe de molino, completado con efectos de sonido que siempre llenaban la pelota de saliva. La interpretación era tan impresionante que muchos niños simplemente se quedaban parados mirando alucinados, temerosos de acabar en medio de la trayectoria de la pelota, y después de eso Kevin se limitaba a golpear la pelota más y más fuerte mientras gritaba insultos a su oponente. Nell sabía que la mamá de Kevin había vivido con muchos de los mismos hombres que la mamá de Nell; Kevin frecuentemente llevaba los ojos negros, algo que con seguridad no se hacía en el parque.
Nell siempre había tenido miedo de Kevin. Pero hoy, cuando se preparó para su gran servicio, simplemente parecía estúpido; un poco como Dinosaurio a veces cuando luchaba con Belle. La pelota fue hacia ella, manchada de saliva y tampoco tan rápida. Kevin le gritaba cosas, llamándola coño y otras palabras, pero por alguna razón Nell no le oía y tampoco le importaba, se limitó a ir hacia la pelota y golpearla con fuerza, poniendo todo el cuerpo tras los nudillos en línea recta, como le había enseñado Dojo. Golpeó la pelota con tanta fuerza que ni la sintió; se elevó en un gran arco por encima y detrás de la cabeza de Kevin, y después de eso sólo tuvo que darle un par de golpes más cuando pasó a su lado para ganar.
—Dos de tres —dijo Kevin, y jugaron de nuevo, con el mismo resultado. Ahora todos los chicos se reían de Kevin, y éste se enfadó, se puso rojo y cargó contra Nell.
Pero Nell había visto a Kevin usar esa táctica con otros chicos, y sabía que sólo funcionaba porque los chicos estaban demasiado asustados para moverse. Dojo le había explicado a Belle que la mejor forma de luchar con Dinosaurio era quitarse de su camino y dejar que su propia fuerza lo derrotase, así que eso fue lo que Nell hizo con Kevin: se echó a un lado en el último instante, le puso la zancadilla y lo derribó. Kevin chocó ruidosamente con un columpio, se levantó y cargó una segunda vez. Nell lo esquivó y lo derribó por segunda vez.
—Vale —dijo Kevin—, tú ganas.
Se acercó a Nell con la mano derecha extendida. Pero Nell también había visto esa táctica y sabía que se trataba de un truco. Ella adelantó su mano derecha. Pero cuando Kevin intentó agarrar su presa, con todos los músculos del brazo tensos, Nell volvió la palma hacia el suelo y lanzó la mano hacia abajo, y luego de nuevo hacia la parte media de su cuerpo. Miraba a Kevin mientras lo hacía y vio que sus ojos seguían su mano hipnotizados. Ella siguió moviendo la mano en grandes elipses, volviendo la palma hacia arriba, echándola hacia delante, lanzando los dedos hacia los ojos de Kevin. Él se puso la mano sobre la cara. Ella le dio una patada entre las piernas con toda la fuerza que pudo reunir, tomándose su tiempo y apuntando con cuidado. Cuando él se inclinó, ella lo agarró por el pelo y le clavó la rodilla en la cara, luego lo empujó con el pie sobre el culo y lo dejó allí, demasiado sorprendido, por el momento, para empezar a berrear.