El segundo experimento de Nell con el Manual; la historia de la Princesa Nell en resumen

Érase una vez una pequeña princesa llamada Nell que estaba prisionera en un enorme y tenebroso castillo situado en una isla en medio de un gran mar, con un niño llamado Harv, que era su amigo y protector. Tenía, además, cuatro amigos especiales llamados Dinosaurio, Oca, Pedro el Conejo y Púrpura.

La Princesa Nell y Harv no podían abandonar el Castillo Tenebroso, pero de vez en cuando venía a visitarles un cuervo y les contaba cosas maravillosas de la Tierra Más Allá al otro lado del mar. Un día el Cuervo ayudó a la Princesa Nell a escapar del castillo, pero por desgracia, el pobre Harv era demasiado grande y tuvo que quedarse atrapado tras la gran puerta de hierro del castillo con sus doce cerraduras.

La Princesa Nell quería a Harv como a un hermano y se negaba a abandonarlo, así que ella y sus amigos, Dinosaurio, Oca, Pedro y Púrpura, viajaron por el mar en un pequeño bote rojo, teniendo muchas aventuras, hasta que llegaron a la Tierra Más Allá. Ésta estaba dividida en doce países cada uno gobernado por un Rey Feérico o una Reina Feérica. Cada Rey o Reina tenía un maravilloso castillo, y en cada castillo había un tesoro que contenía oro y joyas, y en cada tesoro había una llave enjoyada que abría una de las doce cerraduras de la puerta de hierro del Castillo Tenebroso.

La Princesa Nell y sus amigos tuvieron muchas aventuras mientras visitaban cada uno de los doce reinos y encontraban las doce llaves. Algunas las obtuvieron por persuasión, algunas por inteligencia, y otras en la batalla. Al final de la aventura, algunos de los cuatro amigos de Nell habían muerto, y algunos habían ido por otros caminos. Pero Nell no estaba sola, se había convertido en una gran heroína durante sus aventuras.

En una gran nave, acompañada por muchos soldados, sirvientes y ancianos, Nell regresó a través del mar a la isla del Castillo Tenebroso. Al aproximarse a la puerta de hierro, Harv la vio desde lo alto de una torre y bruscamente le dijo que se fuera, porque la Princesa Nell había cambiado tanto durante su aventura que Harv ya no la reconocía.

—He venido a liberarte —le dijo la Princesa Nell.

Harv le dijo otra vez que se fuese, afirmando que tenía toda la libertad que quería dentro de las paredes del Castillo Tenebroso.

La Princesa Nell puso las doce llaves en las doce cerraduras y comenzó a abrirlas una a una. Cuando la puerta herrumbrosa del castillo se abrió finalmente, vio a Harv de pie con un arco listo, y una flecha preparada, apuntando directamente a su corazón. Harv dejó volar la flecha, que la golpeó en el pecho y la hubiese matado si no hubiera sido porque llevaba un medallón. Al mismo tiempo, Harv fue derribado por una flecha de uno de los soldados de la Princesa Nell. Nell corrió al lado de su hermano caído para confortarlo y lloró sobre su cuerpo durante tres días y tres noches. Cuando secó finalmente sus ojos, vio que el Castillo Tenebroso se había vuelto glorioso; porque el río de lágrimas que había salido de sus ojos había mojado la tierra, y hermosos jardines y bosques habían crecido de la noche a la mañana, y el Castillo Tenebroso ya no era negro, sino un faro brillante lleno de cosas maravillosas. La Princesa Nell vivió en aquel castillo y gobernó la isla por el resto de sus días, y cada mañana iba a pasear por el jardín donde había caído Harv. Tuvo muchas aventuras y se convirtió en una gran Reina, y con el tiempo conoció a un príncipe y se casó con él, y tuvo muchos hijos, y vivieron felices.

—¿Qué es una aventura? —dijo Nell.

La palabra estaba escrita en la página. Entonces ambas páginas se llenaron de imágenes en movimiento de cosas gloriosas: niñas con armadura luchando a espada limpia con dragones, chicas cabalgando unicornios blancos a través de un bosque, y chicas balanceándose en una enredadera, bañándose en un océano azul, pilotando un cohete por el espacio. Nell pasó mucho tiempo mirando aquellas imágenes y después de un rato todas las chicas comenzaron a parecerse a versiones mayores de sí misma.