China estaba justo al otro lado, y podías verla si ibas a la playa. La ciudad que estaba allí, la que tenía rascacielos, se llamaba Pudong, y más allá estaba Shanghái. Harv iba en ocasiones allí con sus amigos. Decía que era mayor de lo que podías imaginar, vieja y sucia y llena de gentes y lugares extraños.
Ellos vivían en los T.C., que según Harv era la abreviatura de Territorios Cedidos en letras. Nell ya conocía los mediaglíficos. Harv también le había enseñado el signo de Encantamiento, que era el nombre del Territorio donde vivían; era una princesa soltando chispas doradas con una varita sobre casas grises, que se volvían azules y brillaban cuando las chispas las tocaban. Nell pensaba que las chispas eran bichos, pero Harv insistía en que los bichos eran demasiado grandes para verlos, que la varita era mágica y que las chispas eran polvo de hadas. En cualquier caso, Harv le hizo recordar el mediaglífico para que si alguna vez se perdía, pudiese encontrar el camino a casa.
—Pero será mejor si me llamas —dijo Harv—, y yo iré a buscarte.
—¿Por qué?
—Porque hay gente mala ahí fuera, y tú nunca deberías caminar por los T.C. sola.
—¿Qué gente mala?
Harv pareció perturbado y lanzó muchos suspiros.
—¿Te acuerdas del ractivo en que estaba el otro día, en el que había piratas, y ataban a los niños e iban a hacerles pasear por la plancha?
—Sí.
—También hay piratas en los T.C.
—¿Dónde?
—No te molestes en mirar. No puedes verlos. No tienen el aspecto de piratas, con grandes sombreros, espadas y todo eso. Tienen el aspecto de gente normal. Pero son piratas por dentro, y les gusta coger niños para atarlos.
—¿Y les hacen caminar por la plancha?
—Algo así.
—¡Llamaré a la policía!
—No creo que la policía te ayudase. Quizá sí.
Los policías eran chinos. Venían por la Altavía desde Shanghái. Nell los había visto de cerca una vez, cuando vinieron a la casa a arrestar al amigo de mamá, Rog. Rog no estaba en casa, sólo Nell y Harv, así que Harv los dejó entrar, los sentó en el salón y les preparó té. Harv habló con ellos un poco en shanghainés, y ellos sonrieron y le desenredaron el pelo. Él le dijo a Nell que se quedase en el cuarto y no saliese, pero Nell salió de todas formas y miró. Había tres policías, dos de uniforme y uno con traje, y se sentaron fumando cigarrillos y mirando algo en el mediatrón hasta que Rog llegó. Tuvieron una discusión con él y se lo llevaron fuera, gritando todo el camino. Después de eso, Rog no volvió, y Tequila empezó a salir con Mark.
Al contrario que Rog, Mark tenía trabajo. Trabajaba en el Enclave de Nueva Atlantis limpiando ventanas en los hogares vickys. Llegaba a casa muy al atardecer todo cansado y sucio y se tomaba largas duchas en el baño. Algunas veces hacía que Nell fuese al baño con él y le ayudase a limpiarse la espalda, porque él no llegaba del todo. A veces miraba el pelo de Nell y le decía que necesitaba un baño, y entonces ella se quitaba la ropa y se metía en la ducha con él, y él la ayudaba a lavarse.
Un día ella le preguntó a Harv si alguna vez se duchaba con Mark. Harv se enfadó y le hizo muchas preguntas. Más tarde, Harv se lo contó a Tequila, pero Tequila se enfadó con él y le envió a su habitación con un lado de la cara rojo e hinchado. Entonces Tequila habló con Mark. Discutieron en el salón, con los golpes atravesando la pared mientras Harv y Nell se abrazaban en la cama de Harv.
Harv y Nell fingieron dormir esa noche, pero Nell oyó cómo Harv se levantaba y salía a escondidas de la casa. No lo vio el resto de la noche. Por la mañana, Mark se levantó y fue a trabajar, y entonces Tequila se levantó y se puso mucho maquillaje por toda la cara y fue a trabajar.
Nell se quedó sola todo el día, preguntándose si Mark iba a obligarla a ducharse por la tarde. Sabía por la forma en que Harv había reaccionado que las duchas eran algo malo, y en cierta forma era bueno saberlo porque eso explicaba por qué no se había sentido bien. No sabía cómo evitar que Mark la obligase a ducharse esa tarde. Se lo contó a Dinosaurio, Oca, Pedro y Púrpura.
Aquellas cuatro criaturas eran los únicos animales que habían sobrevivido a la gran matanza perpetrada el año anterior por Mac, uno de los amigos de mamá, que en un ataque de rabia había cogido todas las muñecas y animales de peluche de la habitación de Nell y los había metido en el descompilador.
Cuando Harv lo había abierto unas horas más tarde, todos los juguetes se habían desvanecido menos esos cuatro. Le había explicado que el descompilador sólo funcionaba con cosas que habían sido fabricadas originalmente por el C.M., y que cualquier cosa hecha «a mano» (un concepto difícil de explicar) era rechazada. Dinosaurio, Oca, Pedro y Púrpura eran viejas cosas de trapo que habían sido fabricadas «a mano».
Cuando Nell les contó la historia, Dinosaurio fue valiente y dijo que debería luchar con Mark. Oca tenía algunas ideas, pero eran ideas tontas, porque Oca era sólo una niña pequeña. Pedro pensaba que debía huir. Púrpura opinaba que debía usar la magia y rociar a Mark con polvos de hada; algunos de ellos serían como los bichos que (según Harv) los vickys usaban para protegerse de la gente mala.
En la cocina había algo de comida que Tequila había traído a casa la noche antes, incluyendo un palillo con pequeños mediatrones chinos para ejecutar los mediaglíficos de arriba abajo mientras comías. Nell sabía que debían contener bichos, para hacer los mediaglíficos, así que cogió uno de los palillos como varita mágica.
También tenía un globo plateado de plástico que Harv le había hecho en el C.M. Se había escapado todo el aire. Ella supuso que podría ser un buen escudo como el que había visto en el brazo de un caballero en uno de los ractivos de Harv. Se sentó en una esquina de la habitación sobre el colchón con Dinosaurio y Púrpura frente a ella, y Oca y Pedro tras ella, y esperó, agarrada a su varita mágica y al escudo.
Pero Mark no vino a casa. Tequila llegó y se preguntó dónde estaría Mark, pero no pareció importarle que no estuviese allí. Finalmente llegó Harv, muy tarde, después de que Nell se hubiese acostado, y escondió algo bajo el colchón. Al día siguiente Nell miró: era un par de palos gruesos, cada uno de un pie de largo, unidos por el medio con una cadena corta, y estaba cubierto por una sustancia de un marrón rojizo que se había secado.
La siguiente vez que Nell vio a Harv, él le dijo que Mark no iba a volver, que era uno de los piratas sobre los que le había advertido, y que si alguien intentaba alguna vez algo así con ella, que debería correr, gritar y decírselo a Harv y sus amigos inmediatamente. Nell estaba sorprendida; no había comprendido lo ladinos que eran los piratas hasta ese momento.