Cuando las ropas de Nell se hacían demasiado pequeñas, Harv las arrojaba al descompilador y hacía que el C.M. fabricase unas nuevas. En ocasiones, si Tequila iba a llevar a Nell a algún sitio donde hubiese otras mamás con otras hijas, usaba el C.M. para hacerle a Nell un vestido especial con lazos y cintas, para que las demás mamás viesen lo especial que era Nell y lo mucho que Tequila la quería. Los niños se sentaban frente a un mediatrón y miraban un pasivo, y las madres se sentaban cerca y hablaban sobre algo o, en ocasiones, miraban el mediatrón. Nell las escuchaba, especialmente cuando Tequila hablaba, pero realmente no entendía todas las palabras.
Sabía, porque Tequila lo repetía a menudo, que cuando Tequila se quedó embarazada de Nell, había estado usando algo llamado Máquina de la Libertad: unos bichos que vivían en la matriz y se comían los huevos. Los victorianos no creían en ellos, pero podías comprárselos a los chinos e indostaneses, quienes, por supuesto, no tenían escrúpulos. No se podía saber cuándo se habían agotado y ya no funcionaban, que era como Tequila había acabado teniendo a Nell. Una de las mujeres dijo que se podía comprar un tipo especial de Máquina de la Libertad que se comía el feto. Nell no sabía qué era un feto, pero las mujeres parecía que sí, y pensaban que la idea era el tipo de cosas que sólo los chinos o los indostaneses podrían inventar. Tequila dijo saberlo todo sobre ese tipo de Máquina de la Libertad pero que no quería usar una porque temía que fuese asqueroso.
En ocasiones Tequila traía trozos de tela de verdad del trabajo, porque decía que los ricos victorianos para los que trabajaba no los echarían de menos. Nunca dejaba a Nell jugar con ellos, por lo que Nell no entendía la diferencia entre la tela de verdad y la que salía del C.M.
Harv encontró un trozo una vez. Los Territorios Cedidos, donde vivían, tenían playa, y a Harv y sus amigos les gustaba ir a buscar por allá, muy por la mañana, cosas que la marea hubiese traído de Shanghái, o lo que los víctors del Enclave de Nueva Atlantis tiraban por el váter. Lo que buscaban realmente eran trozos de Nanobar. En ocasiones el Nanobar venía en forma de condón, en ocasiones se usaban trozos mayores para envolver cosas y evitar que se las comiesen los bichos. En cualquier caso, podía recogerse y venderse a ciertas personas que sabían cómo limpiarlo y unir un trozo de Nanobar a otro para fabricar trajes protectores y otras cosas.
Harv se metió el trozo de tela en el zapato y luego se fue a casa, sin decir ni una palabra a nadie. Esa noche Nell, tendida en el colchón rojo, soñó con extrañas luces y finalmente le pareció ver un monstruo azul en la habitación: era Harv bajo su manta con una linterna haciendo algo. Ella se movió muy despacio para no molestar a Dinosaurio, Oca, Pedro y Púrpura y metió la cabeza debajo de la manta, y se encontró a Harv, con la pequeña linterna entre los dientes, trabajando en algo con un par de palillos.
—Harv —dijo ella—, ¿trabajas en un bicho?
—No, tonta —la voz de Harv estaba apagada, como si tuviese que luchar con la linterna que sostenía entre los dientes—. Los bichos son mucho menores. Mira.
Ella se metió un poco más, atraída tanto por el calor y la seguridad como por la curiosidad, y vio una cosa marrón y suave de unos pocos centímetros de lado, suave en los bordes, que descansaba sobre los pies cruzados de Harv.
—¿Qué es?
—Es mágico. Mira —dijo Harv. Y con el palillo soltó algo.
—Le salen hilos —dijo Nell.
—¡Calla! —dijo Harv, volviéndose para mirarla con lo que la luz le dio en la cara, con la voz viniendo de la luz epifánicamente—, te equivocas. No es que la cosa tenga hilos dentro… está hecha de hilos. Hilos por encima y debajo unos de otros. Si sacases todos los hilos no quedaría nada.
—¿Lo hicieron los bichos? —preguntó Nell.
—Por la forma en que está fabricado, tan digitalmente, cada hilo por encima y debajo de otros hilos y que van por encima y debajo de todos los otros hilos… —Harv se detuvo durante un momento, con la mente sobrecargada por la audacia inhumana de la cosa, el promiscuo marco de referencia—. Tienen que ser bichos, Nell, nada más podría hacerlo.