La teletransportación es, espero, un tropo clásico en la ciencia ficción, y no un tópico. Ciertamente, sin Las estrellas, mi destino de Alfred Bester, Túnel en el espacio de Robert Heinlein, «Flash Crowd» de Larry Niven, Nacido para el exilio de Phyllis Eisenstein, e incluso el antiguo rayo transportador de «Star Trek», no me habría hecho ciertas preguntas acerca de la teletransportación, ciertas preguntas que acabaron con la novela que tienes entre manos. Te dejaré juzgar si he perpetrado un tópico o algo nuevo, pero reconozco abiertamente mi deuda con aquellos que abrieron esa particular brecha.
También me gustaría darles las gracias a Bob Stahl por la pregunta original; a Jack Haldeman y a Barbara Denz por la información sobre Adams Cowley Shock Trauma Center de Baltimore; al personal autorizado del Writer’s Group: Rory Harper, Martha Wells, Tom Knowles y Laura J. Mixon, por su apoyo y sus perspicaces comentarios; y a la gente de Tor, especialmente, pero no exclusivamente, a mi editora, Beth Meacham, la mejor de este género.