Introducción

Una introducción de

KATIE COURIC

Conocí a Demi desayunando en el Hotel London el verano de 2012. Su carrera estaba en pleno apogeo. Había tenido un gran éxito con «Skyscraper», y «Give Your Heart a Break» escalaba puestos en las listas de los más vendidos (terminaría por llegar al número 1) y estaba próxima a ser nombrada jurado de The X Factor junto a Simón Cowell y Britney Spears.

Para una chica que acababa de cumplir los veinte años y cuyo nombre era sinónimo de reina adolescente de Disney, parecía madura para su edad. Pero se encontró con unos cuantos tropiezos en el camino hacia el éxito. Demi compartió conmigo sus luchas personales, incluso sus batallas contra la anorexia y la bulimia, el acoso escolar, las autolesiones y el trastorno bipolar, y el hecho de que estos retos casi estuvieron a punto de acabar con su carrera.

Como madre de dos hijas que soy, me sentí inmensamente agradecida de que Demi se valiera de sus dolorosas experiencias para hablar con franqueza a las jóvenes y les hiciera saber que la fama no es un escudo de protección contra la inseguridad y las dudas respecto de uno mismo. Al descorrer el luminoso telón de la celebridad y mostrar su lado duramente humano, sé que Demi ha logrado que un sinfín de mujeres jóvenes, con problemas parecidos, se sientan mucho menos solas.

No mucho después de nuestro primer encuentro, recibí a Demi en el estudio de mi programa matutino de televisión. No es de extrañar, fue carismática y generosa durante la entrevista. Su disposición a hablar tan abiertamente en un foro público me inspiró a compartir mi propia experiencia de un trastorno alimenticio que sufrí en mi juventud, algo de lo que nunca había hablado antes. La sinceridad de Demi me dio la fuerza que necesitaba para hablar con sinceridad acerca de mi propio pasado.

Demi tiene una relación única con sus fans. Ellos la quieren y ella recíproca ese cariño. Nos ha enseñado a todos que necesitamos dar una pausa a nuestros corazones cuando estamos abajo, al igual que debemos tomarnos el tiempo necesario para disfrutar de la vista, cuando llegamos a lo más alto.

Ya tengas 16 años o, como en mi caso, 56, estoy segura de que aprenderás del viaje de Demi, de sus consejos para la vida y que terminarás queriéndola más aún.