Cantos de la huerta

I

El granado habla:

A sus dientes se asemejan mis granos

y mis frutos sus senos parecen.

Soy el árbol más hermoso del huerto,

pues en toda estación permanezco.

La amada y su amigo

bajo mis ramas pasean,

ebrios de vino y de vino dulce,

perfumados de aceite y esencias balsámicas.

Salvo yo, todas perecen,

las plantas del campo.

Cada año vivo los doce meses,

y permanezco.

Si una flor se marchitase,

una nueva flor de mí brotase.

Así soy del jardín del primer árbol,

pero como segundo soy considerado.

Si una vez más actuaran así,

por ellos más no callaría.

Tampoco la escondería,

y se conocería su ardid.

Entonces la armada será descubierta,

adornar no podrá ya a su amigo,

con un bastrón de lotos blancos y azules

engalanado de capullos y flores.

Reconoce su falta estando ebrio

de cervezas de todas clases.

Te hace pasar el día como más es de tu agrado.

Una choza de cañas es el lugar reservado.

Ea, razón tiene el granado,

que sea pues adulado.

Que ordene el día entero a su guisa,

pues él es quien nos cobija.

II

Las higueras abren la boca.

Su bosquecillo empieza a hablar.

Cuán hermoso es obedecer el mandato de mi dueña.

¿Hay mujer que se le parezca?

Si las sirvientas faltaran,

sería yo su sirvienta.

De Siria he sido traída,

ala amada, como cautiva

en su huerta,

me hizo plantar.

Ella no me da vino,

el día de embriaguez.

Ella no llena mi cuerpo

con la humedad del pellejo.

A uno descubre, actuando a su estilo,

la sola mirada de quien no ha bebido.

Tan cierto como que ahora estoy vivo, oh amada,

esto te será restituido.

III

El joven sicomoro que plantó con sus manos,

abre ahora la boca para hablar;

el murmullo de sus hojas

parece perfume de miel,

lleno de gracia, sus ramas breves,

se vuelven frescas y verdes.

Está cargado de frutos maduros,

frutos más rojos que el jaspe;

su follaje parece turquesa,

y azulejo su corteza.

………

Invita a quienes no están debajo.

Su sombra refresca el aire.

Una misiva pone, a una joven, en la mano,

la hija del hortelano;

y la hace correr en pos de la amada:

«Ven a pasar un momento delicioso con tus compañeras de juego.

El campo es celebración.

A mi vera hallarás follaje, y también un pabellón.

Mis amos se regocijan

como niños cuando te ven.

Que el servicio te preceda,

y con lo necesario venga.

Uno se embriaga al hacia ti correr,

incluso antes de comenzar a beber.

Las criadas llegaron con sus quehaceres

y las más diversas cervezas y pan de mil variedades.

Muchas flores de hoy y de ayer,

y fruta de toda clase, para mejor refrescarse.

¡Ah! pasa el día de forma encantadora,

y mañana, y luego pasado, y luego hasta tres,

sentada a mi sombra.

Su amigo a su derecha.

Ella lo embriaga

y hace según él dice,

mientras donde se bebe cerveza, la embriaguez todo lo turba,

y ella atrás se queda con su amado.

Tiene lugar bajo mis sombras,

el paseo de la amada.

Soy discreto

y, sin una sola palabra, no revelo lo que veo».