Canto quinto

Adoro a la Dorada,

alabo su majestad,

celebro a la señora del cielo,

canto las alabanzas a Hathor, y la gloria de la dama soberana.

Le imploré; ella atendió mi plegaria

y me envió a mi señora.

Ella vino para verme,

y así algo grande me advino.

Me regocijé, me entregué al júbilo, sentí la plenitud,

cuando me fue dicho: «Mira, hela aquí».

Ahora bien, ante ella que avanzaba, los jóvenes se inclinaban,

con gran amor hacia ella.

A mi diosa hice un voto;

pues ella me dio la amada

a lo largo de tres días, tras habérselo rogado.

Hace ahora cinco días que me ha abandonado.