Canto tercero

Mi corazón contemplar su belleza esperaba

cuando en su morada sentada me encontraba.

Allí encontré a Mehi[2], que en su carroza pasaba,

rodeado de sus jóvenes muchachos.

No sé cómo evitarlo.

¿Pasaré junto a él sin saludarlo?

Ya el río se me aparece como un camino,

pues no sé adónde mis pasos dirigir.

Cuán ignorante eres, corazón mío.

¿Por qué quieres pasar junto a Mehi sin hablarle?

Claro, si paso cerca de él,

le revelaré mis sentimientos.

«Mira, soy tuya», le haría comprender,

pero él gritará mi nombre

y me entregará a la casa

de uno de esos que le siguen.