19

Maverick

Fue un buen estiramiento, de ésos que comienzan en las caderas, van subiendo a través de la columna hacia los hombros y terminan en un enorme bostezo y una extensión completa de las patas delanteras. Maverick se recuperó del bostezo, se movió hacia adelante para estirar las patas traseras y terminó con una pequeña sacudida.

Cola blanca lo miraba y gruñía suavemente.

—Oh, vamos, chica, baja las orejas de una vez —con un pequeño bote, saltó para mantenerse con las patas traseras sobre el pavimento y con las delanteras sobre el rail cuadrado que bordeaba la escena. Detrás de él, un cuarteto de adolescentes se lanzó sobre la cinta deslizante, ladrando alegremente.

—Estoy seguro, Cola blanca, de que puedes aprender de ellos —miró por encima de su hombro y señaló a los adolescentes que saltaron de la cinta deslizante y desaparecieron en un pequeño parque—. Ellos no tratan de analizar las cosas. No cuestionan la bondad de Plateada. Simplemente confían y se divierten.

La voz de Cola blanca fue grave, muy parecida a un gruñido:

—Prefiero confiar en mi propia nariz. Y ella me dice que aquí hay algo que no va bien.

—¿Aquí? —rio Maverick—. Afróntalo, chica, has estado viendo colmillos agudos en las sombras desde que llegamos.

Ella trotó y saltó para colocarse al lado de Maverick:

—Mavvy, ¿no te resulta extraño que seamos los únicos seres vivos en toda la ciudad? —señaló la enorme madriguera azul plateado—. Un lugar como éste debería estar repleto de criaturas que aniden en los riscos. Pero míralo, no hay ni un alma.

Maverick rio de nuevo:

—¿Y te quejas de eso?

Cola blanca le dirigió una mirada enfadada y después volvió la vista hacia el parque:

—¿Has mirado esos árboles de cerca? No, por supuesto, eres un macho; la única ocasión en la que prestas atención a los árboles es cuando quieres marcar uno de ellos. Ayer, mastiqué la rama de un árbol y ¿sabes lo que encontré? Arena azul, justo la misma sustancia que encontramos dentro del pecho de los Piedras caminantes.

—Estás tomándome el pelo —Maverick miró hacia el parque en el momento en que un adolescente asustaba a una ardilla y la seguía mientras trepaba a un árbol. Los otros tres jovencitos se unieron a él y los cuatro saltaron alrededor del árbol, ladrando alegremente como tontos y tomando impulso para intentar trepar por el árbol—. ¿Árboles piedra? No seas ridícula. ¿Qué comerían las ardillas?

—Es estupendo que menciones eso. ¿Has intentado capturar alguna ardilla ya?

Maverick farfulló:

—¡Qué tontería! Quiero decir, ¿tengo pinta de jugar a esas cosas como un adolescente? —Cola blanca lo miró fijamente. Él tosió un poco y se tragó su orgullo—. De acuerdo, lo he hecho. Pero sólo una o dos veces para divertirme.

—Vi cómo un jovencito atrapaba a una ardilla esta mañana —anunció Cola blanca. Maverick levantó las orejas y abrió los ojos—. No te preocupes, querido, él no era más rápido que tú. Lo que ocurrió fue que estuvo persiguiendo a la misma ardilla durante un rato y comenzaba a cansarse. Hiciera lo que hiciera, no importaba lo paciente que fuera ni lo lejos que llegara, la ardilla siempre se las arreglaba para volver al árbol justo un instante antes de que el joven la mordiera. ¿Sabes cómo lo consiguió finalmente? Estaba tan harto que gritó: «Para, ardilla». Y tan simple como eso, la ardilla se paró. Se quedó congelada en el sitio, en mitad del árbol. Tiesa como si la hubiera alcanzado un rayo. Bien, el adolescente estaba encantado consigo mismo. Saltó sobre ella, la agarró con los dientes y comenzó a golpearla contra el suelo y a darle con la pata. No tardó mucho tiempo en aburrirse del juego y, después de tirar la ardilla muerta a un lado, decidió cogerla de nuevo y despellejarla. ¿Sabes lo que encontró?

—Deja que lo adivine. Arcilla azul.

—Exacto.

Maverick se alejó de ella y miró desde el borde del balcón, asintiendo profundamente:

—Sí, eso cuadra totalmente. Ardillas de piedra en árboles de piedra y todo obedece a la voluntad de los lobos. Incluso los Piedra caminantes más pequeños sirven al propósito de Plateada.

—¿Qué? —las orejas de Cola blanca se enderezaron súbitamente y se acercó hacia Maverick hasta que tuvo enfrente su rostro sonriente—. Mira, señor Primer creyente, tengo la obligación de escuchar ese tipo de cosas cuando vienen de mi padre pero a ti no tengo por qué aguantártelo.

—Oh, duro es el corazón de los incrédulos —dijo Maverick con un suspiro.

—Y no pienses ni por un momento que vas a engañarme con esas palabras pías.

—Tan joven, tan hermosa y tan cínica —se lamentó Maverick—. ¿Realmente te resulta imposible creer la verdad? —hizo un gesto que abarcó la ciudad completa debajo de él—. ¿Incluso con el maravilloso trabajo de Plateada que te rodea?

Cola blanca agachó las orejas hacia los lados de la cabeza y curvó los labios insinuando un gruñido:

—¿Curioso, no? Llevamos aquí casi diez días y tu preciosa Plateada todavía no se ha mostrado.

—Uno no necesita ver a un colmillo agudo para reconocer el rastro de su paso.

Cola blanca dejó escapar un suspiro de disgusto:

—Mavvy, solías ser un loco cuerdo. ¿Qué te ha ocurrido? No, no respondas. Lo sé. Encontraste a los exploradores de la manada de los seres-dioses y viste el relámpago de su enfado. Pero ¿qué ocurrió realmente en la cueva del cañón?

Maverick gruñó:

—Eso es lo que ocurrió. Lamento que mis pobres palabras no pue dan describirlo mejor.

—¿Realmente dijeron que los había enviado Plateada? ¿Cómo puedes estar seguro de que es la bendición de la Abuela y no un truco de la Primera bestia?

La miró como si la pregunta sobrepasara su capacidad de comprensión:

—Cola blanca, todo lo que tienes que hacer es mirar a tu alrededor. Limpias y cálidas madrigueras para todos. Caminos deslizantes para ir donde desees. Comida ilimitada. ¿Cómo podríamos vivir mejor?

Cola blanca suspiró de nuevo y después se acercó al balcón señalando a un grupo de conversos que estaban abajo en la calle. Los seis estaban acostados formando un semicírculo, postrados delante de un autómata, ladrando al mismo ritmo. El autómata respondía encendiendo una luz, emitiendo un sonido parecido a un trueno y ofreciendo una enorme cantidad de comida cocinada.

—No estoy segura —dijo ella—. Mi padre tenía un dicho, antes de convertirse. Decía: «Los lobos viven para la caza», no para cazar. Él utilizaba la palabra antigua y formal para el grupo de cazadores.

Cola blanca se alejó del borde de los raíles y saltó sobre las cuatro patas. Bajó la cabeza y gimió como si estuviera profundamente desconcertada:

—Mavvy, toda nuestra vida gira en tomo a la manada, y la manada es la base de la caza. Si dejamos de necesitar la caza, ¿qué ocurrirá con la manada? —se giró y apoyó una pata en la cinta deslizante que rodaba infinitamente—. ¿Cuántas veces tendremos que utilizar esta cosa hasta que nos volvamos tan débiles que no podamos hacer otra cosa que vivir aquí?

Maverick se apoyó sobre las cuatro patas y se unió a ella, pero cuando intentó hacerle una caricia enrollando la cola sobre su espalda, ella gruñó y se apartó de él:

—Mavvy —le dijo con un brillo de desesperación en sus ojos—. He visto a un adolescente gordo esta mañana. ¿Puedes creerlo? —sacudió la cabeza, volviendo a los raíles y mirando hacia la ciudad—. Seguramente, demasiado cielo es tan dañino como vivir en el infierno.

Maverick la siguió de nuevo hasta los raíles:

—Creo que deberías hablar con tu padre sobre esto —le dijo con suavidad—. Te estás preguntando cosas que están fuera de mi entendimiento. Todo lo que te puedo decir es que yo creo, soy tan místico como tú, pero yo creo, y eso es suficiente para mi.

Cola blanca lo miró directamente a los ojos:

—¿Qué es lo que crees?

—Creo que Plateada mantendrá su promesa. Creo que esto nos fue dado para liberamos del dolor y del castigo de nuestra vieja forma de vida. Quizás seamos todavía un poco salvajes y algunos de nosotros estemos usando mal este regalo, pero creo que Plateada aparecerá pronto y aclarará todas las cosas.

Los ojos de Cola blanca se entornaron:

—¿Realmente crees que este lugar se creó como recompensa a nuestra fe? —Maverick asintió. Cola blanca se levantó sobre las patas traseras y señaló algo en la calle de abajo—. Entonces, ¿qué están haciendo ellos allí?

Maverick movió los ojos hacia donde Cola blanca le señalaba. Al menos treinta lobos machos marchaban en cuatro filas bajando por el medio de la calle, con las orejas agachadas, enseñando los colmillos y gruñendo amenazantes. Un adolescente juguetón cometió el error de lanzarse en medio de la calle y fue golpeado por uno de los líderes.

—¿Quiénes son? —preguntó Maverick con el pelo erizado.

—El de un solo ojo y su manada —contestó Cola blanca—. Hemos mantenido luchas por las fronteras con ellos durante años.

Maverick luchó por aplanar su melena y gimoteó nervioso:

—Quizás los misioneros puedan persuadirlos…

—¿Qué misioneros? —inquirió Cola blanca—. Mi padre ha estado tres días hablando sobre enviar misioneros a otras manadas pero todo el mundo está demasiado cómodo y bien alimentado como para irse.

Maverick sólo pudo lloriquear ansiosamente.

Cola blanca señaló la calle de nuevo:

—¡Mira! ¡Va a haber un combate! —una encolerizada multitud de conversos estaba congregándose alrededor del autómata y alguien del grupo cercano a Aullador intentaba organizarlos para la caza. Por un momento, los invasores ralentizaron el paso andando con las patas rígidas y dirigiéndose hacia los defensores con gruñidos sedientos de sangre. Entre los defensores, unos pocos de los más retrasados huyeron y la formación comenzó a deshacerse. Con un triunfante aullido en la lengua de las bestias, El de un solo ojo cargó contra ellos.

Con un aullido completamente diferente, frenó con las patas y se detuvo a unos pocos centímetros de las patas de un enorme Piedra caminante negro que había salido de entre las sombras y se había interpuesto en su camino.

—¡No debes luchar en esta ciudad! —la voz del Piedra caminante sonó como un trueno. El de un solo ojo retrocedió unos cuantos trotes y pareció recuperar el valor cuando se reunió con el resto de su manada. Dio algunas órdenes a sus seguidores con voz segura y gestos escogidos; algunos de los lobos más grandes salieron de entre la manada y comenzaron a dirigirse al Piedra caminante, como si quisieran flanquearlo.

—Sois bienvenidos a este lugar que ha sido preparado para vosotros —dijo el Piedra caminante—, pero no lucharéis en esta ciudad. —En refuerzo, ocho Piedra caminantes más salieron de las sombras y rodearon a El de un solo ojo.

La manada se rompió echando a correr.

—Bien —dijo Maverick con una amplia sonrisa—. ¿Todavía dudas de que Plateada nos protege?

—¿Plateada? —refunfuñó Cola blanca—. Lo único que he visto han sido Piedra caminantes comportándose como siempre lo han hecho los Piedra caminantes. Creeré en Plateada cuando pueda oler su pelaje —todavía estaba mirando a Maverick cuando el rumor de un trueno surgió del cielo y retumbó en las calles vacías. Atónitos, Maverick y Cola blanca levantaron las cabezas para ver una extraña y alada forma que descendía dejando un rastro de llamas.

—¿Cola blanca? —preguntó Maverick con la voz chirriante de un ratón al que le pisan la cola—. Parece que vas a tener tu oportunidad.