18

El ganso salvaje con tutti

Ariel y Mandelbrot estaban de pie en el puente de La caza del ganso salvaje, estudiando el pequeño planeta azul suspendido como una joya en el destellante terciopelo negro de la pantalla visor principal.

—Tau Puppis IV —dijo Ariel pensativa—. Qué precioso y pequeño mundo.

—La señora Wolruf es mejor piloto de lo que piensa —dijo Mandelbrot—. A pesar de todas las variables incontroladas, en el salto tan sólo nos desviamos seis horas-luz de la posición prevista.

—Han valido la pena los cuatro días extra de vuelo —Ariel pulsó un control y amplió la imagen—. Mira esos ríos. Me recuerdan a mi hogar.

Una nueva voz habló:

—Para mí, es mi hogar.

Ariel se giró al oír estas palabras:

—¡Adán! No sabía que estabas ahí.

El robot se inclinó levemente.

—Perdóname si te he asustado, amiga Ariel. Llegué al puente hace tan sólo unos minutos, pero estaba tan ensimismado con la vista que no se me ocurrió hablar —caminó para unirse a Mandelbrot y Ariel delante de la pantalla visor—. Estoy comenzando a entender mejor la sutileza de los sentimientos —dijo Adán—. En mi mente, sé que soy un robot. Soy un producto fabricado en el espacio profundo, un conjunto de piezas de robots aurorianos, extraños materiales y dianita. Pero una parte de mí nació en los cálidos bosques de este planeta; una parte de mí surgió entre sus gentes y todavía recuerda el placer de deslizar las patas sobre la suave hierba. En mi corazón, siento que vuelvo a mi hogar —se dio la vuelta—. Discúlpame. Eso debe parecerte muy incoherente.

Ariel le dedicó una sonrisa:

—Las emociones lo son normalmente, Adán.

—No tan incoherentes como piensas, amiga Ariel. En nuestra búsqueda de las Leyes de la Humánica, hemos dedicado mucho tiempo al estudio de la estructura del cerebro humano. Nuestra hipótesis es que los humanos no tienen sólo una mente, sino cuatro, localizadas en el cerebro medio, el cerebelo y las partes derecha e izquierda de la corteza cerebral, y son los conflictos entre esas partes lo que hace que las emociones aparezcan. Yendo un poco más lejos, sospechamos que es vuestra habilidad para controlar los sentimientos con la lógica lo que os ha llevado a evolucionar tan rápido.

Ariel arrugó la nariz:

—Es una teoría bastante extraña, Adán.

—Nuestra experiencia parece respaldarla. Los ceremiones son inteligentes y son capaces de sentir una amplia gama de emociones sutiles. En comparación, el doctor Avery es bastante inteligente como humano, pero su incapacidad para afrontar sus sentimientos lo conduce de vez en cuando a cierto tipo de locura. Sólo fuiste capaz de curarle y volver a convertirlo un ser humano completo forzándole a integrar sus funciones lógicas con procedimientos primitivos —Adán miró de nuevo a la pantalla visor—. Ahora sé que tener una mente dividida es una ventaja tremendamente revolucionaria. Estoy deseando volver a casa y explorar mi lado primitivo —de forma brusca, se dio la vuelta y comenzó a andar hacia el ascensor.

Las puertas se abrieron cuando se acercaba, pero Mandelbrot lo llamó:

—Espera —y se detuvo.

—¿Sí, amigo Mandelbrot?

—Tengo un dilema que me causa potenciales discordantes. Y ahora sé que puedes ayudarme a resolverlo.

—Lo intentaré —Adán se alejó del ascensor y las puertas se cerraron.

—Mantengo hace tiempo una estrecha relación con Wolruf —comenzó Mandelbrot—. Pero desde que los recuerdos de mi existencia como Capekhan sido restaurados de forma parcial, ella parece evitarme. Por ejemplo, ahora estamos a punto de entrar en órbita y ella debería estar aquí en el puente. Pero dice que no le interesa ni la órbita ni el procedimiento de entrada.

Ariel se unió a la discusión:

—Eso es fácil, Mandelbrot. Cuando invocas los recuerdos de Capek, tomas su personalidad y Capek identifica a Wolruf como un miembro de la tripulación de Aránimas. Has intentado alejarla de mí cuatro veces para defenderme. Wolruf te tiene miedo.

—Puedo entender esa parte, señora Ariel, y estoy haciendo un serio esfuerzo para integrar esos recuerdos en mi actual personalidad. Quizás te has dado cuenta de que no te he vuelto a llamar señora Kathryn… Pero ése no es mi dilema. Mi pregunta real es, ¿qué es esa confusa y conflictiva corriente de potenciales que experimento siempre que pienso en Wolruf?

—Se llama dolor de corazón —dijo Adán—. Wolruf era tu amiga y ahora te da miedo haberla perdido. Ese estado conlleva sentimientos de culpabilidad, enfado, dolor y remordimiento, en ocasiones, todos a la vez. Utiliza esas emociones, Mandelbrot. Si las integras en tus dos mentes te sentirás más fuerte.

El sintetizador de voz de Mandelbrot adoptó un tono de esperanza:

—¿Confías en ese dolor de corazón?

Adán se giró y miró el planeta Tau Puppis IV, que brillaba como una espectacular joya en un campo de terciopelo y diamantes:

—Completamente. Dejé a muchos amigos en ese mundo de ahí abajo; amigos que dependen de mí para que les proteja y les sirva —de repente, Adán caminó hacia al ascensor y se metió en él. Las puertas se cerraron.

Ariel estaba todavía intentando entender por qué se sentía tan inquieta después de la conversación entre Mandelbrot y Adán cuando las puertas se abrieron de nuevo. Avery y Derec entraron en el puente discutiendo acaloradamente.

—Estás paranoico, papá.

—No, no lo estoy. Nos ha encontrado dos veces; tenemos que ser conscientes de que lo hará otra vez.

—¿Y pasar el resto de nuestras vidas pensando en la muerte cada vez que encontremos una miserable nave de mercancías?

Avery agitó las manos:

—Mira, admití que estaba equivocado hace cuatro días. Probablemente, sólo era una nave de colonos corrigiendo su rumbo entre dos saltos. Pero si hubiera sido Aránimas…

—¡Pero no lo era!

Sonriendo con dulzura, Ariel se colocó entre Derec y Avery:

—¿Os divertís, muchachos?

El bigote blanco de Avery temblaba por su enfado:

—Ariel, quizás tú puedas proporcionar un poco de cordura a mi hijo. La cuestión no es si…, sino cuándo nos encontrará Aránimas de nuevo —se movió hacia la izquierda y miró a Derec por encima del hombro de Ariel—, ¡y, por todos los demonios, me gustaría que estuviéramos preparados para ese momento!

Derec se asomó por encima de la cabeza de Ariel y estiró un dedo acusador hacia Avery:

—¡Estás loco, viejo! Fue sólo un accidente que nos encontrara por segunda vez. ¡Pura suerte! Freímos a su tripulación y nos lo quitamos de encima. Se ha dado por vencido, te lo aseguro.

—¡Y yo digo que él puede rastrear tu intercomunicador!

—¡Paranoico!

—¡Insolente!

—¡Sapo!

—¡Liendre!

—Chicos, chicos —Ariel era más baja que cualquiera de los dos pero los separó con la autoridad que le conferían los siglos de evolución de las hembras humanas—. Ahora, Derec, escucha a tu padre. Sólo se está mostrando práctico —la cara de Avery se iluminó y mostró una sonrisa, que desapareció enseguida en el momento en que Ariel se giró hacia él—. Y, doctor Avery, escúchame. Esta nave es un robot, completamente sujeto a las Leyes de la Robótica. Incluso si pudiéramos fabricar un arma, la nave no la usaría a menos que pudiéramos probar que no hay humanos a bordo de la nave de Aránimas. Entonces, lo que tenemos que hacer… —Derec y Avery se miraron el uno al otro mientras Ariel los agarraba de las orejas y los movía para que se pusieran delante de la pantalla visor—. Lo que tenemos que hacer es descender a ese planeta y preparar allí nuestra defensa. Con todos los recursos de Robot City a nuestra disposición, estoy segura de que encontraremos una manera de protegemos de Aránimas.

Sonriendo con suavidad, miró primero a Derec y después a Avery:

—¿De acuerdo? —fueron un poco lentos en la respuesta, por lo que ella les retorció ligeramente los lóbulos de sus orejas con los dedos.

—¡Oh, sí, estamos de acuerdo!

—¡Bien! Me alegra que hayáis decidido ser razonables en esto. ¿Mandelbrot? Comienza los preparativos para desorbitar y aterrizar en Robot City.

—Habrá un retraso de aproximadamente seis horas —respondió Mandelbrot—. Llevará dos horas reconfigurar la nave para la entrada en la atmósfera y además, teniendo en cuenta los daños que sufrimos durante el combate, debo insistir en que llevemos a cabo una completa inspección visual y un examen de la estructura antes de intentar la entrada.

—De acuerdo. Comienza con eso. ¿Hay algo que podamos hacer para ayudarte?

—Sí —Mandelbrot volvió la cara hacia Ariel y sus ojos se oscurecieron como si estuviera envuelto en algún dilema relacionado con las Leyes de la Robótica—. ¿Señora Ariel? Le agradecería que localizara a Wolruf y… razonara con ella —bajó la mirada y la clavó en sus dedos.

—No te preocupes, Mandelbrot, Wolruf es una buena chica. La traeré de vuelta en el puente antes de la entrada y sólo utilizaré las palabras para convencerla.