Esta novela, como todas las mías, ha sido escrita en catalán. Con motivo de publicarse en Editorial Planeta la traducción de mi obra El testamento (El testament) y habiendo caído en mis manos las bases del concurso del PREMIO PLANETA, se me ocurrió divagar en torno a la extraordinaria divulgación que podría suponer, para un autor como yo, dedicado a escribir exclusivamente en catalán a lo largo de medio siglo, la consecución de semejante premio. Tan turbador acicate, una tal desmesurada tentación y la coincidencia de haber recién terminado mi última novela, aún inédita, Icària, Icària…, me condujeron a presentarla, naturalmente traducida y con seudónimo, a este codiciado premio. Creí que, en el mejor de los casos —caso, en principio, para mí quimérico—, además de contribuir a la difusión de mi propia obra, contribuiría a una modesta pero necesitada y merecida difusión de una literatura de la cual he sido siempre fiel y apasionado servidor.
El afortunado acontecimiento de que Icaria, Icaria… haya resultado la elegida para el PREMIO PLANETA, no hace más que fortalecer mi propósito y confiar que, con su obtención, lo habré conseguido.
En algunas páginas de las extensas y, tanto o más que hoy, algún días indispensables Memòries que mi bondadoso amigo Miquel Ferrer sigue escribiendo con inteligente tenacidad y certera perspicacia, descubrí acontecimientos que me ayudaron a fijar mi atención sobre oscuras peculiaridades de nuestra crónica social de las primeras décadas de este siglo, a la vez que cantidad de experiencias personales de su autor me ayudaban a precisar la veracidad de algunos importantes detalles de mi libro.
En la historia, simple pero muy lúcidamente estructurada, de la empresa narrada en Pels camins d’Utopia (Por los caminos de Utopía), editado en México, 1958, por el Club del Llibre Català, cuyo autor es otro querido y admirado amigo, Josep Soler-Vidal; en el erudito y objetivo ensayo Icaria, de Jordi Ventura i Subirats, publicado en «Cuadernos de Historia Económica de Cataluña» (VII) y, particularmente, en Icarie et son Fondateur Étienne Cabet, subtitulado Contribución al estudio del Socialismo Experimental, Ed. Cornély, 1907, de Jules Prudhommeaux, hallé abundante información acerca de la fantástica aventura prácticamente iniciada a bordo de la fragata Rome en El Havre el 3 de febrero de 1848 y fatalmente extinguida el 8 de noviembre de 1856 en Saint Louis, Missouri, a la muerte de Étienne Cabet.
A todos ellos, amigos y desconocidos, gratitud, admiración, afecto.