Junto a los destinos ficticios de los Dufresne, los Fortnam y Deirdre, esta novela cuenta la historia de François Macandal y su terrorífica andadura. El «Mesías Negro», tal como lo denominaban sus partidarios, fue una figura histórica y lo que aquí se relata intenta reflejar fielmente la historia real. Su peripecia vital, así como sus discursos y ceremonias, se basan en fuentes históricas.
Sin embargo, no siempre fue fácil encontrar la verdad. Existen muchas leyendas en torno al carismático rebelde. Las fuentes se contradicen en lo que a detalles se refiere, sobre todo durante el último período de su vida. En relación con la captura de Macandal, por ejemplo, se dan dos versiones muy distintas. Una cuenta que fue apresado durante un banquete en la plantación de los Dufresne; las fuentes mencionan a esta familia que ha dado su nombre a los Dufresne ficticios, con quienes solo tienen en común el apellido. Un joven negro lo traicionó y debido a que estaba borracho lo apresaron poco antes de que pudiese dirigir el golpe decisivo contra los blancos, cuyos detalles ya había planeado. En la segunda versión lo delataba bajo tortura una esclava llamada Assam.
La primera historia era, naturalmente, menos emocionante, pero aun así me pareció más verosímil. Macandal era un estratega y orador dotado, aunque, por lo visto, también un narcisista pagado de sí mismo. Su comportamiento con las mujeres y sus ansias de que lo venerasen e idolatrasen se encuentran documentados en múltiples ocasiones. En los últimos años de su vida, en especial, afirmaba en público que era inmortal y un enviado de Dios. Pese a todo, los acontecimientos referidos en torno a Assam poseen un fondo de autenticidad y hay además declaraciones de jesuitas que parecen muy creíbles. No he querido dejar de mencionar a la joven, pero la incorporo en mi narración unos años antes. En realidad murió el mismo año en que concluyó la marcha triunfal de Macandal.
Se dan también contradicciones muy marcadas respecto a la muerte de Macandal. Diversas versiones señalan que es cierto que se soltó de sus ligaduras en la hoguera. Sin embargo, hasta hoy en día no ha podido confirmarse si realmente logró escapar o si enseguida volvieron a apresarle y murió víctima de las llamas, si se salvó, o si murió como consecuencia de sus heridas como en mi novela. Una leyenda afirma que se convirtió en insecto y voló fuera de allí. Él mismo había profetizado que renacería como mosquito, mejor dicho, enjambre de mosquitos, y es cierto que se produjo una plaga de mosquitos en 1794 y que contribuyó de forma determinante al éxito del alzamiento negro.
Por supuesto he investigado ampliamente todo lo que en este libro se describe sobre la esclavitud en Saint-Domingue y Jamaica. El Code Noir determinaba, en efecto, las relaciones entre negros y blancos en las colonias francesas, y también se hallan documentadas las distintas opiniones entre protestantes y católicos respecto a las almas de los esclavos. Yo lo encontré muy interesante. Nunca hubiese reparado en las diferencias entre las dos grandes confesiones en este aspecto.
Todavía me sorprendieron más los resultados de mis pesquisas sobre la vida en los barcos piratas. Jamás habría sospechado que encontraría estructuras de una democracia incipiente en la tripulación de Barbanegra y otros temidos piratas. Sin embargo, los bucaneros ocupaban sus cargos en los barcos por votación, había una especie de pensiones e indemnizaciones si alguien resultaba herido, y reinaba una gran tolerancia frente a representantes de distintas razas, nacionalidades y religiones. El código de conducta del Mermaid corresponde a documentos de embarcaciones que existieron realmente. Tampoco tuve que inventarme cómo vivía Bonnie haciéndose pasar por un chico entre hombres y las estrategias que utilizaba para ello. El modelo histórico de Bobbie ha sido un joven pirata llamado Billy Bridle que pasó dos años en un barco pirata como grumete. Cuando murió al caer de un mástil, se descubrió que era mujer. El auténtico nombre de Billy era Rachel Young.
El escenario de esta novela es la isla caribeña de La Española, actualmente Haití y República Dominicana. Haití tiene su origen esencialmente en la colonia francesa de Saint-Domingue, y República Dominicana en la colonia española de Santo Domingo. Una gran parte del libro se desarrolla, pues, en el actual Haití, lo que complicó mis investigaciones. Haití posee una historia muy agitada y violenta, lo que no favorece que se documentaran adecuadamente los sucesos vinculados a la población civil. Apenas se encuentran hoy en día archivos municipales, lo que no debe atribuirse solo a las circunstancias políticas, sino también al hecho de que muchos registros se perdieron en catástrofes naturales. Debido a esta causa tuve que improvisar en algunas partes, como en la descripción de la ciudad de Cap-Français. No se han conservado planos ni imágenes del siglo XVIII, o al menos yo no los he encontrado. Tampoco quedan edificios de la época en cuestión.
Los terremotos han destruido en varias ocasiones Cap-Français, el actual Cabo Haitiano. De ahí que no pudiese averiguar en qué plaza exactamente quemaron a Macandal, dónde estaba la gendarmería y cómo era arquitectónicamente el palacio del gobernador. El relieve de aspecto griego que hay sobre la entrada y contra el cual dispara Bonnie es obra de mi fantasía. No obstante, en su época de prosperidad, la ciudad estaba considerada el «París del Caribe». En ella se construyeron edificios igual de suntuosos que en la capital francesa y disponía de una vida social muy activa.
La casa de Victor en Cap-Français se inspira en las típicas residencias urbanas de los habitantes acomodados de La Española de entonces. El estilo arquitectónico de la parte española y francesa era, seguramente, equiparable.
La historia sobre la poderosa atracción entre los hermanastros Deirdre y Jefe se basa, asimismo, en documentos sobre parejas de amantes que son hermanos. Por lo visto, esto no es insólito cuando un hermano y una hermana han crecido separados y se conocen siendo adultos e ignorando su parentesco. Al parecer, cuando se conocen sin saber el lazo de sangre que los une, es muy frecuente que se enamoren. Al parecer, se atraen más los rasgos comunes que los opuestos.
Por último, unas breves palabras respecto al uso del lenguaje en esta novela. Como en La isla de las mil fuentes he renunciado en favor de la autenticidad a que mis personajes se expresen de forma políticamente correcta. En el siglo XVIII se hablaba con toda naturalidad de negern (negro, peyorativo en la actualidad) como sinónimo de schwarz (negro, «gente de color» en la actualidad). En el ámbito lingüístico francés se utilizaban los dos términos, sin que se les atribuyese valoraciones distintas, si bien se consideraba en general a los negros seres inferiores. En inglés, la palabra nigger tenía un matiz más peyorativo, aunque también los esclavos la utilizaban entre sí, unas veces de forma agresiva, cuando se trataba de los límites entre los sirvientes domésticos y los trabajadores del campo; otras veces de modo frívolo para referirse a la pareja sexual. En la novela tampoco he podido renunciar a la palabra «mulato», aunque con el tiempo ha adquirido también un carácter discriminatorio. Según mi parecer, enmendar este término en pro de su corrección política hubiese sonado forzado. Para mí, la tolerancia y la política de igualdad es cuestión de hechos más que de palabras. Si con mis novelas puedo contribuir a la comprensión mutua de grupos étnicos, me sentiré muy satisfecha.
Es posible que los amantes de los caballos se interesen por el paso peruano y el paso fino de La Española, que también tienen un papel, aunque pequeño, en la novela. Los caballos pertenecientes a estas razas o que provienen de ellas se han extendido hoy también en la República Dominicana, y sin duda hay, asimismo, en Haití ejemplares de pura raza y mezclas. Se supone que los primeros ejemplares ya llegaron con Colón a la isla, pero después siguieron importándolos para criarlos. La peculiaridad de la raza es el paso llano o paso fino, una especie de avance en cuatro tiempos propio de la ambladura, que en francés se llama amble y en inglés saddle gait. Puesto que siempre queda en contacto con el suelo una pata del animal, el jinete no salta tanto como en el trote, sino que se balancea más suavemente. El galope de los pasos es más alto que rápido. Las dos razas, tanto el paso peruano como el paso fino, se crían en muchos países europeos, sobre todo en Alemania, Suiza e Italia.
En República Dominicana se encuentra al pequeño y amable caballo de paso en todas las caballerizas para turistas, hasta incluirlos en los paquetes de vacaciones. El estado de los animales en cuanto a su alimentación y cuidado, sin embargo, no siempre responde a lo que requiere su buen trato. En tales casos, los amantes de los caballos deben renunciar a salir de paseo con esas monturas, por muy atractivo que sea el paisaje exótico y aunque la excursión esté incluida en el precio. También pueden contribuir a proteger al animal dirigiendo una carta de reclamación a los organizadores del viaje. Estos pueden ejercer su influencia y mejorar las condiciones locales, la mayoría simplemente ignora tales irregularidades.