QUINTA PARTE

EL CAMINO DEL RÍO DE PLATA

Liberados de un desmedido amor por la vida,

así como de esperanzas y temores,

a los desconocidos dioses

que nada viva para siempre,

que los muertos no se levanten,

que aun el río más fatigado

desemboque alguna vez en la mar.

Swinburne, «El jardín de Proserpina».