Son casi las once y ha llamado Diego, que viene para acá. Lo que iba a ser un CV se está convirtiendo en una catarsis y el prólogo de una noche larga, así que Manu se anima y me va picando.

—¿Te da miedo ser feliz, Mica?

—A mí lo que me da miedo es ser yo.

—¿Por si acaso eres feliz?

—Por si acaso soy mala.

—No te pega ese campo semántico maniqueo.

—Y a ti no te pega decir «campo semántico», y menos aún «maniqueo». Marta va a pensar que la engañas con un libro. O con una bibliotecaria, y ya no quedan.

Es verdad: me da miedo ser mala o, mejor dicho, no ser lo bastante buena con los demás. Ser egoísta, intolerante, torpe, soberbia… Y también me da miedo no ser yo: renunciar a mis principios, o no tenerlos.

—¿Y cuántos años de psicoanálisis dices que has hecho para seguir ahí? —pregunta Manu.

—Todos y alguno más.