—Joder, Mica, vuestra historia era perfecta.

—Pluscuamperfecta.

Lo que no entiende ahora Manu es lo mismo que, hace quince años, no entendían tampoco mi madre, ni el padre de Miguel, ni el mismo Miguel.

Manu no entiende por qué nos separamos.

Nos separamos porque la realidad pudo con el amor. Nos separamos porque no podíamos estar siempre lejos y huyendo. Nos separamos porque lo teníamos todo. Nos separamos por capricho. Nos separamos porque sí. Nos separamos porque nos queríamos.

Hay mil explicaciones, todas insuficientes y ninguna correcta, pero sí que hay una certeza: empezamos a separarnos cuando, a las dos semanas de casarnos, aterrizamos en Madrid.

Nuestro siempre se acabó al empezar.