DOS AMIGAS
HOTEL LOS OLMOS, LUGO
—¿Claudia? —Luca no podía creer que su compañera en la Academia, la misma que le había salvado la vida recibiendo una bala que llevaba su nombre; la amiga que llevaba meses buscando por todo el país, se hubiese materializado de la nada ante la puerta de su habitación en aquel hotel de Lugo—. Pero… no entiendo…
Claudia entró en el cuarto sin esperar a ser invitada y cerró la puerta tras de sí. Caminaba con seguridad, como si estuviese acostumbrada a reaccionar cuando los demás se quedaban petrificados ante un imprevisto. Primero se dirigió hacia el oficial, que se había levantado de la silla en cuanto llegó.
—Gonzalo, creo que es mejor que nos dejes solas —le dijo con evidente familiaridad.
—A la orden —respondió el Capitán mientras se encaminaba hacia la puerta, terminando de sumir a la agente Luca en el más profundo desconcierto—. Ya le dije que es muy obstinada, y que tendría que intentarlo usted, aun a riesgo de perder su tapadera… Esperaré abajo.
En cuanto el capitán Gonzalo se marchó, Claudia se abalanzó sobre su amiga y la abrazó con fuerza, aunque Luca no pudo corresponder al abrazo como esperaba: estaba demasiado perdida. Llevaba meses buscándola… ¿y su oficial había sabido dónde estaba todo el tiempo?
—Dios, cómo te he echado de menos estos años, Luca. No te imaginas la de veces que he estado tentada de plantarme en tu casa, o cuántas veces he querido llamarte, pero no podía ser. Ven, siéntate conmigo. Tenemos que hablar, aunque es muy importante que me prometas que nada de lo que te cuente va a salir de esta habitación.
Luca era incapaz de reaccionar. Por un momento esperó que sonase el despertador y amaneciese en su apartamento de Madrid. Pero no, aquello no era un sueño.
Al girarse, Claudia echó un vistazo a la habitación. Se acercó a las cartulinas que colgaban de las puertas del armario y sonrió al ver las anotaciones, las fotos y los post-its que Luca había ido acumulando con cada una de las pistas.
—Caray, Luca, sigues siendo la mejor. Es sorprendente lo que tienes aquí… Pero tienes que quemar todo esto hoy mismo. Si alguien viese tus notas…
—¿Qué? —Aquella insinuación hizo recobrar a la agente Luca su capacidad de reacción, y de enfado—. ¿Quemarlo? ¿Estás loca? ¿Sabes lo que me ha costado reunir esta información?
—Lo sé, nena. Lo sé todo. No te he quitado ojo de encima desde que te metiste en este asunto, pero esto es demasiado gordo para ti. Acabaría con tu carrera.
—No, no, no entiendo nada. ¿Quién eres? ¿Qué has estado haciendo estos años? ¿Por qué el Capitán te ha saludado como si fueses una superior? Explícame de una vez qué está pasando aquí.
—Vale, pero cálmate. Simplemente hemos seguido caminos distintos. Tú te quedaste en Judicial y a mí me reclutaron los de inteligencia. Al final pude dedicarme a lo que me gustaba, antiterrorismo, pero no en Euskadi, ni con el Cuerpo.
—¿CNI? ¿Eres una espía?
Claudia rompió a reír, y aquella carcajada sincera y saltarina hizo regresar a Luca en el tiempo, años atrás, cuando aquellas dos jóvenes aspirantes a guardia civil intercambiaban bromas y confidencias en el pabellón de mujeres de Baeza.
—Me temo que ves muchas películas. Es un poco más complicado. Todo se ha vuelto más complejo desde el 11-S. Ahora todo es global, transnacional, y nuestros servicios de inteligencia y antiterrorismo también. Y no nos gusta que nos llamen espías.
—Pero ¿qué tiene que ver el terrorismo con lo que está pasando aquí? ¿Y por qué estás en Lugo? ¿Es algo relacionado con ETA, Grapo, AMI…?
—No, nada que ver. Te lo voy a contar, pero prométeme que esto no saldrá de aquí. Solo por compartir esta información, yo terminaría en prisión y tú en la puta calle. O peor.
—Te lo juro por lo más sagrado, Claudia. Necesito entender lo que está pasando, o me volveré loca.
—De acuerdo, pero no vuelvas a llamarme Claudia. Ahora soy Ana.
Luca escuchó absorta el relato de las aventuras de la agente especial Claudia, alias Ana. Cómo había sido captada por los servicios de inteligencia, y cómo se había preparado su expulsión de la Guardia Civil, acusándola de ejercer la prostitución como medida preventiva. Si en el futuro alguno de sus objetivos conseguía averiguar su pasado como policía, tendría una oportunidad de mantener la mascarada. Cualquier banda criminal aceptaría con entusiasmo a una funcionaria corrupta, expulsada del Cuerpo por prostituta, y al mismo tiempo tendría un argumento para haber ocultado un pasado vergonzante.
Le explicó cómo años atrás los servicios de inteligencia habían detectado la relación de un conocido miembro del crimen organizado de Barcelona, vinculado al mundo de los motoclubs, con diferentes organizaciones de narcotráfico desde Afganistán, Colombia y México. Y cómo el Centro había creado todo un perfil biográfico falso para facilitar la infiltración de Ana en el mundo de los moteros, a través del burdel más importante de Cataluña. Y su acercamiento a Bill el Largo hasta convertirse en una de sus empleadas de confianza.
Le relató, sin entrar en detalles, cómo había ido infiltrándose en los cárteles de la droga y también sus esfuerzos por ganarse poco a poco su confianza, y reclutarlos como fuentes. Su verdadera misión.
—¿Qué? ¿Quieres decir que esos narcotraficantes trabajan para vosotros?
—Para nosotros, para la CIA, para la DEA, para todo el que tenga algo que ofrecerles. Aunque solo sea eliminar a la competencia.
Claudia habló de sus trabajos en América Latina. Le desveló la alianza entre los narcos mexicanos y los gallegos, a través de Bill; y le habló de Ángel, el joven intermediario que el Largo había enviado a México, antes de descubrir su secreto.
—Ángel está neutralizado. Pero ahora nos preocupas tú.
—¿Y los clubs? ¿Qué pintan en todo eso?
—Las putas están detrás de todo. —Luca dio un respingo al escuchar en labios de su amiga la misma frase que había pronunciado Francisco—. ¿Sabías que lujuria y lujo tienen la misma raíz etimológica latina?
Presidentes, narcotraficantes, asesinos… Los tíos son muy previsibles, y al final el sexo es el mejor recurso para acceder a esos objetivos. No te imaginas cuántos negocios millonarios, cuántos tratados de paz o de guerra, cuántas confesiones y confidencias se han firmado en el reservado de un burdel, o durante una orgía en una embajada, una mansión o un hotel. Por eso todos hemos recurrido a ellas tantas veces. Ven y escuchan en lugares a los que nadie más puede acceder. Y con frecuencia cumplen una función política que nadie les reconocerá nunca. Mariozza y Teodora, Aspasia de Mileto, Lulu White, Maya Angelou, Josephine Baker, Griselda Blanco, Florica Leonida, Waka Yamada, Valerie Solanas, Donice Armstrong, Agustina Otero, Martha Jane Cannary, la Caoba, Christine Keeler… Todas ellas dejaron su huella en la historia. ¿No has leído los periódicos últimamente? ¿Dónde crees que cerraban sus tratos los de la Gürtel?
—Vale, tiene sentido. Pero sigo sin comprender qué tiene que ver el narcotráfico con el terrorismo.
—Todo, Luca, todo. Ya no existe ninguna organización terrorista que no se financie con el narcotráfico. Desde los talibanes afganos a las guerrillas colombianas. ¿Tú sabes lo que cuesta un AK-47? ¿Y su munición, piezas y mantenimiento? ¿Sabes lo que cuestan los explosivos, los detonadores, los lanzagranadas? Es imposible mantener un grupo armado operativo sin grandes inyecciones de dinero, y eso solo se consigue con el narco.
—¿Y por eso estabas en México? Pero no veo la relación entre la coca o las pastillas y las armas. No necesitáis agentes de campo para seguir el dinero. Eso se hace informáticamente…
—Tienes que abrir tu mente, Luca, no te quedes en la forma, piensa en el fondo. No nos interesa el dinero, ni las drogas, sino las sustancias base. Al Qaida, como otras organizaciones terroristas, cuenta con excelentes químicos para la fabricación de explosivos. El narco es uno de los canales para enviar esas sustancias base de un país a otro, utilizando las viejas redes de los contrabandistas. Después solo hay que combinar esos componentes y añadir metralla y un detonador, y ya tienes un explosivo demoledor. Por eso necesitamos saber quién envía qué, por dónde y cuándo lo hace.
—Joder, es increíble. ¿Y Galicia? ¿Qué demonios tiene que ver Galicia con todo eso?
—Todo. Durante años Galicia fue la puerta de entrada de la coca y del hachís a Europa. No importa que muchos de los viejos narcos de la primera generación todavía estén en prisión, porque sus hijos y nietos continuaron manteniendo las antiguas rutas del contrabando abiertas. Y muchos de aquellos contrabandistas también se vieron obligados a tratar con organizaciones terroristas. Por eso estoy yo aquí.
—Te refieres a los colombianos…
—No solo a los colombianos. Por Dios, Luca, esto es mucho más complicado. Es un juego global, con diferentes piezas en diferentes partidas simultáneas. Y es tan antiguo como el contrabando de tabaco.
—No intentarás hacerme creer que ya en el contrabando de tabaco había relación con grupos terroristas…
—Pues claro. Tu diagrama de implicados está bien —dijo Ana cogiendo el bolígrafo de Luca y acercándose a las cartulinas que colgaban del armario; una vez allí, hizo un círculo en torno a la fotografía de don Jorge—, pero te falta perspectiva. Te pondré solo un ejemplo. Este tipo trabaja con un tal don Juan, que es hoy por hoy uno de los pesos pesados de la ría de Arousa. Hace poco le compró a un tal Marcial, uno de los históricos del contrabando de tabaco, varias bateas y un par de barcos, pero el muy zorro nunca los registró a nombre de sus empresas. Cuando interceptamos uno de esos barcos con más de cinco toneladas de coca, el que se comió el marrón fue Marcial y no don Juan, que era el responsable de la operación. La verdad es que Marcial no es ningún angelito. Se merece estar en prisión por otras operaciones, pero ahora está entre rejas por haber vendido un barco a la persona equivocada y no porque fuese el responsable de ese alijo.
—¿Y? ¿Qué tiene que ver eso con el terrorismo? —insistió.
—Fácil. Durante los años ochenta, Marcial se hizo rico con el rubio de batea. Fue uno de los que salieron bien parados de la Operación Nécora. Siempre tuvo una buena relación con el actual presidente de la Xunta, y consiguió puentear a todos los demás contrabandistas para firmar un contrato en exclusiva con los proveedores europeos que traían el Winston y el Marlboro retirado del mercado norteamericano. Pero el tal Marcial quería más. En Gibraltar conoció a un tipo relacionado con una familia noble irlandesa y decidió ampliar su negocio de contrabando de tabaco a Irlanda. Solo que en Irlanda no podía moverse una libra sin contar con la autorización del IRA, así que también tuvo que tratar con ellos. Como ahora. ¿Por qué crees que el peñón es una bomba de relojería?
—¿Gibraltar? ¿Ahora?
—¡Claro!
—El Nuevo IRA se financia, en gran medida, con el contrabando de tabaco de Gibraltar. 90 millones de euros anuales que salen de los 150 o 200 millones de cigarrillos que llegan a Irlanda del Norte desde el Estrecho. En España ya hemos detenido a varios miembros relevantes del IRA, con millones de cajetillas de contrabando: Aiden Francis Grew, Thomas Philip, Noel Abernethy, Aaron William, Henry McLaughlin… Pregunta en las comandancias del sur. Te sorprenderás. Y no olvides que el IRA es la organización hermana de nuestra ETA. Conexiones como estas las hay a cientos.
—Todo esto es increíble —dijo Luca abrumada por la información—. Me desborda.
—Exacto, Luca, por eso es importante que te deshagas de todo esto inmediatamente. Nadie debe saber que has estado aquí.
—No puedo hacer eso. Este clan de corruptos se está haciendo con el control de toda la economía. Montan empresas de todo tipo, concesionarios de coches, hoteles, restaurantes, inmobiliarias, están por todos lados. Y como lo único que quieren es blanquear el dinero, tiran los precios. Ninguna empresa legal puede competir con ellos porque no les interesa ganar más dinero, sino introducir en el mercado el que ya tienen. Y eso significa que la competencia al final tiene que cerrar. O sea, más paro, más cargas para el Estado, y al final más tensión social. ¿Es que no lo ves?
—Eso son minucias, Luca. Te falta información. Nuestra economía puede soportar que algunos corruptos inviertan en hostelería, en puticlubs o en concesionarios. Las grandes sumas se mueven de otra manera. Joyas, fútbol, arte…
—¿Arte?
—Claro. ¿En serio crees que el hecho de que los últimos tesoreros del Gobierno se dediquen al coleccionismo de arte y tengan cuentas en Lugano es una coincidencia?
Luca se sorprendió al escuchar de nuevo el nombre de aquella ciudad en la frontera italo-suiza. No podía ser casual. Era allí donde, según sus fuentes, se encontraba el burdel al que habían enviado a Dolores. Pero aquel torrente de información la desbordaba.
—Pues más a mi favor. No podemos dejar que sigan saliéndose con la suya.
—Dios mío, estás muy perdida. Piensa en frío por un momento. El narcotráfico es el mayor negocio del mundo. Siempre lo ha sido y siempre lo será. En todas las ciudades del planeta existen consumidores y por tanto proveedores. Y como en todo mercado, no puede permitirse la distribución de demasiada mercancía que abarate los precios, ni tampoco que falte producto para los consumidores, así que alguien tiene que controlar el equilibrio del mercado para que el negocio continúe siendo el más rentable de la historia. ¿De verdad te crees que el negocio del narcotráfico lo controlan cuatro provincianos sin estudios, sin formación y que apenas saben hacer la o con un canuto? ¿Tú has hablado alguna vez con alguno de los capos del narco?
—Pero… hay sentencias. Se sabe quiénes son…
—No, claro que no. Se conoce solamente a los figurantes. Al atrezo. A los cuatro pringados a los que les gusta salir en la foto con sus grandes mansiones y sus cochazos de lujo. Los que de verdad mueven los hilos no aparecen en los titulares.
—¿Te refieres a políticos?
—Te he dicho que no aparecen en los titulares, y nada le gusta más a un político que ver su cara en un informativo. Ellos también son parte del atrezo, una figuración que cambia cada cuatro años, con las elecciones. Cuando salimos de la dictadura los políticos estaban ilusionados, querían cambiar las cosas, pero el poder corrompe, y los de ahora, los que no se curtieron en la oposición al franquismo, tienen otros referentes. Por eso es importante tener en nómina a políticos de todos los partidos, porque su parcela de poder va rotando en cada legislatura. Por encima de ellos están los que siempre permanecen. Gobierne la derecha o la izquierda.
—Me estás empezando a asustar. Hablas como uno de esos paranoicos con las conspiraciones.
—Ay, mi niña. Es que lo único que existe realmente son las conspiraciones. Cada vez que un grupo de poder se reúne para expandir su imperio, o para mantener su influencia, conspira. Yo he visto cosas terribles durante estos años, Luca, terribles… He sido testigo de hasta dónde pueden llegar la perversión y la maldad. He presenciado las atrocidades que algunas personas están dispuestas a hacer por mantenerse en el poder. Y no existe límite… —Ana se quedó abstraída un instante, con la mirada perdida en algún lugar remoto de su memoria, como si rememorase alguna experiencia traumática del pasado. En seguida consiguió controlar sus recuerdos y regresar a la habitación del hotel—. En el fondo todos sabemos qué es lo correcto. Pero ¿qué ocurre cuando, a tu alrededor, todos tus referentes hacen algo inmoral o ilegal? Te sorprendería las cosas que podemos llegar a justificar cuando todos nuestros socios, compañeros, amigos o familia las consideran normales. Chantaje, soborno, extorsión, tráfico de influencias, asesinato… La única forma de mantenerse en el poder es entrar en ese juego. De lo contrario, tarjeta roja y al banquillo.
—Pero ¿a quién te refieres? ¿Quién puede estar por encima de los gobiernos? Te olvidas de que vivimos en una democracia.
Ana rompió a reír con condescendencia. Adoraba a su amiga. A pesar de su brillante inteligencia, Luca continuaba siendo una idealista ingenua.
—La democracia solo es nuestro derecho a escoger quién nos robará esta legislatura. Y no es poco: otros sistemas ni siquiera permiten eso. No, yo te hablo del dinero, Luca, el dinero. El dinero está por encima de todo. Es la religión de nuestro sistema. Controla el dinero, y controlarás el mundo. No es tan difícil de entender. Son otro tipo de gobiernos. Familias, linajes que pasan de padres a hijos. Estudian en colegios privados, se forman en elitistas universidades inaccesibles para quien no está en su escala social, heredan las empresas familiares y controlan los paraísos fiscales, y desde allí el resto del mundo. Te sorprendería ver los nombres que se repiten en las recepciones de empresarios con la Casa Real, los eventos de la Generalitat, o la lista de invitados a la boda de la hija de algún presidente del Gobierno…
—¿Y por qué demonios no luchamos contra eso? Nada les dolería más a los narcos o al crimen organizado que el que acabásemos con su inmunidad económica. Si algo les duele, es perder su patrimonio. ¿Por qué seguimos permitiendo que se lleven su dinero a esos centros financieros offshore?
—Porque los necesitamos, Luca. Porque todos los servicios secretos, como el mío, de todos los gobiernos del mundo tienen cuentas en esos mismos paraísos fiscales. Porque las grandes operaciones geoestratégicas no se pueden supeditar a lo que autorice un grupo de políticos que en cuatro años se volverán a su casa, y que no tienen ni conocimientos ni perspectiva para tomar esas decisiones. ¿De dónde crees que salió el dinero para las grandes intervenciones de la CIA, el GRU o la DGSE en América Latina, Chechenia, Libia o Argelia? ¿Con qué dinero crees que se pagan los sobornos a presidentes, las armas de las milicias, o las lealtades de los traidores? ¿Crees que se incluyen en los presupuestos oficiales del Estado? Por eso nosotros también necesitamos esos centros offshore. Y por eso quienes controlan el dinero al final lo controlan todo.
—¿La Banca?
—Las bancas. Aunque cada vez quedan menos. El poder se está concentrando en un puñado de manos. ¿Sabes cuántos bancos y cajas de ahorros había en España durante la Transición? ¿Sabes cuántos quedan ahora? Son como leones: se comen a sus cachorros cuando sienten amenazado su dominio sobre la manada o su supervivencia. Y solo sobreviven los más fieros. Pero no tengo tiempo para darte un curso de geopolítica, joder, tenemos que marcharnos.
—Dios, no entiendo cómo puedes dormir por las noches…
—Evito el café en la cena —respondió la Bruja con frialdad mientras sacaba la maleta de Luca del armario, la dejaba sobre la cama y comenzaba a descolgar la ropa de su amiga de las perchas, para colocarla en su interior—. Y ahora tenemos que irnos.
—Me da igual, Claudia… O Ana. O como demonios quieras llamarte ahora —explotó Luca poniéndose en pie y volviendo a sacar la ropa de la maleta—. Puedo entender todo lo dices, pero que haya otros corruptos más poderosos por encima no exime de su culpa a todos estos.
—¿Es que no lo ves? La corrupción es un mito. Una falacia de los pobres. Todos somos corruptos. El fontanero que te infla la factura; el publicista que promociona productos que sabe inútiles; el mecánico que te cobra por reparar un coche que no estaba averiado; la funeraria que especula con el dolor de una viuda; el conductor que intenta evitar una multa mintiendo; el hostelero que te cobra a precio de lujo la comida congelada; el usurero del juego o la banca que especula con los ahorros de los pensionistas; el periodista que exagera la noticia para vender más diarios… ¿Tienes idea de cuántos parados o jubilados que están trabajando en negro continúan cobrando el subsidio en plena crisis? Corrupción… Todos lo hacen en menor medida. Todos intentan engañar, mentir o falsear para ganar más dinero o para pagar menos impuestos. Y si estuviesen en el puesto de un político, harían lo mismo, pero a mayor escala. La corrupción solo es una cuestión de oportunidad.
—Pero ¿qué demonios te pasa? Hicimos un juramento. Tú y yo. Juntas. Juramos defender este país y hacer cumplir la Ley.
—Y eso es lo que estoy intentando: proteger este país y protegerte a ti… de ti misma. No sabes lo que estás haciendo. Estás bailando a oscuras sobre un campo de minas, y es un milagro que todavía no hayas pisado ninguna espoleta. No intento que te guste el sistema, pero es el único que tenemos, con sus virtudes y sus miserias. Los engranajes de la economía son los que mueven el planeta. Deciden dónde estallan las guerras, dónde se producirán las revueltas, y ponen y quitan gobiernos. Así funciona el mundo, Luca, abre los ojos.
—¿Y eso es lo que tú quieres proteger? ¿A los que mueven los hilos?
—No has entendido nada. Yo intento proteger a esos a quienes mueven al son de los hilos. A ti, a mí, a nuestras familias, a nuestros amigos. Ahora es la Bolsa de Tokio, o una multinacional en Nueva York, o un banco en Berlín, quien decide el destino de cualquier familia en cualquier barrio obrero de Madrid, Barcelona o Lugo. ¿No lo ves? Este es el sistema que hemos construido. Y si lo desprecias, es porque has viajado poco o mal. Si no te gusta, puedes coger un avión y largarte a la Corea comunista o al Afganistán talibán, pero ni tú ni yo vamos a cambiar las reglas del juego en Occidente. Solo podemos engrasar los ejes para que todo el mecanismo continúe funcionando con los menores daños colaterales posibles.
—No, no puedo aceptarlo. Yo soy guardia civil —respondió Luca, altiva, encarándose con su amiga—. ¿Te acuerdas de por qué nos llaman «la Benemérita»? ¿Recuerdas de dónde vine esa palabra?
—Del latín benemeritus, «digno de aprecio y reconocimiento».
—¿Y sabes por qué la gente nos consideró dignos de aprecio y reconocimiento? ¿Te has olvidado ya del artículo 104?
—Claro que no. Tenemos como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana. ¿Y qué?
—Que cuando se fundó este bendito Cuerpo para proteger los caminos de los bandoleros, la gente sonreía al ver nuestro uniforme. Se sentía protegida, arropada. Inspirábamos confianza. Como cuando el coche te deja tirado en un puerto de montaña, tiritando de frío, sin comida y sin cobertura en el móvil, y ves aparecer el coche patrulla de la Guardia Civil. Entonces respiras aliviado al ver nuestro emblema. Así debería ser siempre. Cuando te vistes este uniforme, no solo te comprometes a respetar la Ley, estás obligado a ser digno de llevarlo, a tener una conducta ejemplar. No podemos permitir que todos esos corruptos, dentro y fuera del Cuerpo, se vayan de rositas. No es justo.
—Nadie pretende que lo sea. ¿Sabes cuántos niños fallecen al año con enfermedades incurables? ¿Sabes cuánta gente murió en el tsunami del Índico, o en el terremoto de Irán, o durante el huracán Katrina? La naturaleza no es justa, Luca, así que no esperes que los humanos lo seamos. Y no voy a seguir discutiendo contigo. Se nos acaba el tiempo. Necesito que destruyas todas tus notas y que olvides esta conversación.
—¿Y si me niego? —preguntó la guardia temeraria.
—Joder, sigues siendo igual de cabezota…
Luca no tuvo ninguna oportunidad. No se esperaba aquel movimiento. Ana se sacó de la manga una microjeringuilla y con un giro rápido de muñeca le pinchó en el brazo. La joven guardia civil apenas tuvo unos segundos para mirarla con expresión de reproche, mientras su amiga le sonreía. Y de pronto todo se tornó negro.