Leo1

And she spoke words that would melt in your hands

And she spoke words of wisdom.

Two Door Cinema Club, «Undercover Martyn»

No le mencioné a Cora el incidente con Icarus Bright. Primero, porque temía que su represalia fuera incluso peor que las consecuencias de mi metedura de pata, y segundo, porque ahora teníamos entre manos problemas más acuciantes, como el ataque de ira que había sufrido mi hermano.

Me pasé el viernes por la tarde y todo el sábado pegado al teléfono, atendiendo a periodistas del corazón que querían cubrir la noticia y que necesitaban algún comentario mío para completar sus artículos.

—No, Aarón no es un chico violento. Fue el pronto del momento… Simplemente se le escapó una palabrota que en el fondo seguramente ni pensaba… ¿Trastorno de agresividad? ¿En serio? ¿Ha escuchado alguna de sus canciones? ¡Si el chico es amor en estado puro!… ¿Pelearnos nosotros? ¡Jamás! Siempre hemos sido como uña y carne.

Y así, una tras otra. Fue como cuando se descubrió que Play Serafin iba a interpretar el tema de Castorfa y el mundo entero perdió la cabeza por hablar conmigo, solo que esta vez no mentía a nadie y podía decir lo que me viniera en gana.

Al menos di gracias por que Camden parecía haberse olvidado de su prueba (¿o se había rendido?) y no había vuelto a intentar seducir a Zoe para que le diera el beso. De haberlo hecho, no me habrían dejado ni dormir por las noches.

Me hubiera gustado decir que estaba disfrutando al máximo de la experiencia de ser entrevistado a todas horas, pero no era así: temía que alguna de aquellas llamadas fuera la del «señor» Bright para informarme de que habían decidido prescindir de Aarón y de mí y que teníamos que abandonar el programa, el país y el continente.

Por suerte, ni me llamaron, ni cancelaron las apariciones que ya tenía apalabradas Cora de antemano. Al parecer, el señor productor ejecutivo con pinta de bailarín debió de considerar mi comentario más gracioso que ofensivo, y había optado por correr un tupido velo. Una sabia decisión. De todos modos, dudaba que volviera a encontrármelo de nuevo. La gente como él solo bajaba de las alturas para fiestas como la del otro día.

Aunque el encontronazo con Kimberly de mi hermano no había gustado, y menos a mí que a nadie, me sorprendió comprobar que la gente estaba siendo más considerada de lo que cabía imaginar. Mientras que la red en general echaba humo, entre unos que exigían la expulsión inmediata de Aarón y otros que le defendían por haberse tratado de un lapsus, el foro de fans de Aarón mostraba un frente común y no parecía que hubiera bajas significativas. Por el contrario, la situación había disparado el número de registros en la web, que ya contaba con casi veinte mil defensores de Aarón.

Para mi sorpresa, en los pocos días que llevaba dentro, había subido mi número de mensajes a casi los dos mil. ¡En dos semanas! Ya no solo comentaba en el post dedicado a mí o en el de las supuestas nuevas de mi hermano. No, ahora visitaba otros aclarando las dudas que pudieran surgir e intentando dinamitar los rumores que fueran apareciendo antes de que se extendieran.

Tal fue mi entrega al foro que, el sábado por la noche, a punto de irme ya a la cama y descansar para la gala del día siguiente, recibí un mensaje privado en mi cuenta. Me habían enviado otros, pero este era el primero de la propia directora del foro, «Winky».

En pocas palabras me pedía mi dirección de Skype para hablar con ella, dado que yo parecía estar tan bien informado de los entresijos del programa. Temí haber sido demasiado evidente y que hubiera descubierto mi identidad, pero luego descarté esa opción por imposible. Había tenido cuidado de no decir nada que no se hubiera publicado en alguna parte antes. Además, ¿quién podía saber que Leo Serafin se ocultaba tras un nick tan aleatorio como «8Ball»?

No, simplemente querría hablar conmigo y organizar estrategias de acción conjuntas. Me parecía una buena idea, así que me creé una cuenta falsa de Skype y se la pasé. Diez minutos después, apareció conectada.

Gracias por agregarme, ¿qué tal?

Algo que ya me había llamado la atención de esta «Winky» era que escribía con todas las letras, a diferencia del resto de los usuarios del foro. Y de mí. Pero por deferencia, hice un esfuerzo y me obligué a teclear hasta los «jajaja» en lugar de poner «xD».

Después de los saludos de rigor, le pregunté qué le había parecido lo sucedido con Kimberly. No había visto que se pronunciara en ningún post y tenía verdadera curiosidad (¡¿Qué leches me estaba pasando?!).

Aarón no estuvo muy acertado, la verdad. Pero después de lo que dijo Kimberly, se lo merecía. Si no hubiera sido Aarón, otro le habría dicho que se callara y dejara de meterse donde no la llamaban.

Pero tuvo que ser Aarón…

Sí. Y eso tiene su lado bueno y su lado malo. Puede que se ganara el odio de los fans de la chica, que seguro que no son tantos como nosotros, jaja…

Jajaja.

Pero también se ganó el respeto de todos los que se estaban mordiendo la lengua. Una lástima que no supiera cuándo parar y al final la chica saliera llorando. Aarón le puso en bandeja el papel de víctima.

¿El papel de víctima? ¿Eso qué quiere decir?

En todos los programas de este tipo lo que la gente espera encontrarse son personajes, como en un libro o una peli. Necesitan identificar a los concursantes con el héroe, el villano, la víctima, el love interest del héroe, el bromista, etc… Aarón hasta el momento se había mostrado como el héroe.

¿En serio? Pero si no ha hecho nada… —tecleé con un repentino ramalazo de envidia.

No, pero incluso cuando Bianca estaba en la casa, Aarón prefirió dejar que ella sola se diera cuenta de que no iba a haber nada entre ellos antes de mandarla a la mierda como hubieran hecho otros. Siempre se ha presentado como el héroe antes de la batalla, calmado y comprensivo.

Esta «Winky» sí que era fan de mi hermano.

El problema ha sido que ha perdido los papeles.

Nunca mejor dicho, jeje… ¿Y ahora en qué se ha convertido?

¿No es obvio?

¿En el villano? ¿De héroe a villano por una conversación? Ya será para menos…

La gente se toma muy en serio este tipo de programas, sobre todo cuando está harta de su vida —dijo la presidenta del club de fans de mi hermano.

Cuando ocurre algo así se sienten traicionados, dolidos y molestos. Tu hermano, además, arrancaba con la ventaja de ser nuevo, y no una estrella quemada, como los demás concursantes.

Por el análisis tan exhaustivo que estaba compartiendo conmigo me pregunté si no había juzgado demasiado pronto a esa chica. No creía que una adolescente de la edad de mi hermana Esther fuera capaz de hacer semejante disección de T-Stars. ¿O sí?

¿Y tú no te sientes como esa gente de la que hablas?

¿Estás insinuando que estoy harta de mi vida?

No pude por menos de reírme, la chica tenía carácter.

Yo creo que entiendo lo que le pasó a Aarón. Imagino que habría reaccionado de forma parecida si una desconocida me hubiera intentado analizar de una manera tan patética como hizo Kim. A lo mejor hasta le habría tirado de los pelos.

¿Y crees que tiene solución? ¿Qué propones que hagamos?

Poco. Aunque no dejan de repetirnos que los espectadores somos quienes tenemos la última palabra en el programa, no sé por qué, pero no llego a creérmelo. Imagino que lo único que nos queda es mandar todas las videopruebas que podamos y seguir votando por Aarón.

Jo, pensé, yo también quería fans como esos…

¿Puedo hacerte una pregunta?

Jaja… Miedo me da si las anteriores las has hecho sin pedirme permiso.

¿Por qué odias tanto a Leo Serafin?

¡No le odio!

Tampoco le dedicas palabras muy amables en tu foro, jeje…

El «jeje» era una táctica de distracción, claro.

Simplemente creo que está demasiado pagado de sí mismo.

A mí me da que solo es una pose y que tiene un gran mundo interior.

¿Le conoces?

No, pero me gustaría. Seguro que nos llevaríamos genial.

Jajajaja… seguro. Bueno, te tengo que dejar. Un placer haberte conocido.

Por cierto, ¿cómo te llamas?

Winky. ¿Tú?

8Ball.

Eso imaginaba.

leo

La gala del domingo comenzó cinco minutos tarde por un fallo de iluminación de última hora. Desde los regidores hasta la presentadora estaban de los nervios, y para cuando arrancamos, el estado de nerviosismo se nos había pegado a todos. Esperaba que no estuvieran enfocándome demasiado con la cámara, porque no conseguía sentirme cómodo en la silla y no paraba quieto. Durante los anuncios del principio, en los que Helena adelantó los contenidos de la gala e hizo publicidad de algunos productos patrocinadores, aproveché para dar vueltas a la reflexión de «Winky».

Si mi hermano había dejado de ser el héroe, ¿quién le había relevado? ¿Kimberly, en un doble papel? ¿Zoe por consolar a Aarón? ¿Estaba el puesto vacante? ¿Y quién más podía ganarse el papel de villano? ¿Jack? ¿Camden? ¿Shannon? Yo votaba por el primero. Los otros eran víctimas de las pruebas que les habían impuesto. El cómico tuve claro que solo podía ser Owen, ¿y el love interest del héroe? ¿Vacante hasta que se decidiera el nuevo héroe?

Como si los guionistas del programa hubieran seguido el hilo de mis pensamientos, Helena comentó que para rebajar la tensión que parecía haberse instalado en la casa-escuela, iban a poner un vídeo de los momentos más divertidos de la semana.

La vergüenza ajena que sentí al ver aquello solo fue comparable a la de cuando mi hermano se reencontró con Dalila en el portacontenedores durante el preestreno de Castorfa. Habían juntado un puñado de escenas totalmente inconexas de los diferentes días y le habían dado un sentido completamente diferente.

En ese momento estaba saliendo en la pantalla Chris, al que, sin ton ni son, le estaban tachando de guarro. Sí, con un hilo musical muy divertido de fondo, pero de guarro al fin y al cabo. Habían tomado unos cuantos momentos embarazosos del chico y los habían juntado para que pareciera que era un cochino: hurgándose la nariz, seguramente porque le picara; sudando después de una clase de baile, aunque eso no salía; tirando toda la ropa sobre su cama antes de escoger lo que se pondría… Por separado, nadie se habría fijado en ellas, pero puestas todas juntas conseguían el objetivo de los realizadores: robarles su identidad personal. «Winky» tenía razón. No eran más que personajes. Mientras que de puertas para adentro se comportaban como eran en realidad, la imagen que el programa ofrecía de cara a los espectadores era la que a ellos les venía en gana.

¡Y la gente seguramente no se daría cuenta! Ni siquiera yo, que me había tragado horas y horas de programa en directo, me había parado a pensar en ello hasta entonces.

Tras esos vídeos tan «graciosos», pasaron a tratar el tema de Aarón y Kimberly. Aposta o no, les habían sentado uno al lado del otro y apenas se habían dirigido la mirada. Desde la bronca no habían vuelto a hablar, y me preocupaba cómo reaccionaría mi hermano en directo.

Cuando Helena se acercó a él para contar de nuevo lo que había sucedido, Aarón me echó un breve vistazo y yo asentí como para darle ánimos. Una vez que hubo terminado su perorata, mi hermano tomó aire y se volvió hacia Kimberly para pedirle disculpas.

—Sé que esto no hará que cambies la opinión sobre mí, ni que los votos que ya haya mandado el público para eliminarme desaparezcan, pero me cuesta creer que me enfadara tanto y lo pagara contigo de esa manera.

Bien, Aarón, me dije. Así se comportaría un héroe. Quizá no estuviera todo perdido…

—Sé que no lo hiciste aposta, aunque me dolió lo que dijiste de mí —respondió la muy rastrera. Hubiera bastado con un «gracias».

Después se abrazaron, y todos tan contentos. El público aplaudió, yo aplaudí y Helena anunció que darían comienzo las actuaciones de los chicos.

Bianca se sentaba detrás de mí. Me volví un segundo para sonreírle y ella me dedicó una mueca de desagrado que me alegró la noche. Su historia con Aarón se había extinguido tan deprisa cuando lo de Kimberly que ya nadie parecía acordarse de ella. Por internet había leído que su supuesto novio había vuelto a París y que ya se le había visto con otra modelo francesa paseando de la mano. Como supuse, todo era un montaje, y a nadie le gusta que le engañen.

No hubo sorpresas en las actuaciones. Todas las parejas arrasaron con sus temas, aunque Jack y Owen se llevaron la palma cuando interpretaron un tema de One Direction.

Camden y Shannon tampoco se quedaron atrás. Yo ya sabía que ella cantaba como una diva, pero el inglesito nos sorprendió a todos con una voz grave y un vibrato que nadie esperaba.

Por supuesto, Zoe y Aarón hicieron que al público se le saltaran las lágrimas con su particular versión de «Falling Slowly».

Cuando la última pareja terminó su actuación, la presentadora anunció que para la siguiente gala tendrían que preparar un número que no hubieran hecho nunca antes. Solo de oír aquello, mi hermano alzó la mirada aterrado.

Cuando pasamos a los anuncios, me levanté y me estiré el traje que llevaba. Cora se acercó para ponerme bien la corbata roja e informarme de que le habían escrito un par de marcas que querían contar conmigo para promocionar sus líneas juveniles del siguiente otoño. Contento, me acerqué a la mesa que habían dispuesto con bebidas y canapés y abrí una cerveza.

—Siempre que nos vemos te pillo con una bebida en la mano.

A punto estuve de escupir el trago al oír esa voz. Me di la vuelta para encontrarme con Icarus Bright, tan trajeado como el día de la fiesta.

—¿Te importa? —preguntó, y sin esperar mi respuesta me cogió el botellín y le dio un trago—. Me estaba quedando seco.

Cuando me la devolvió, me limité a sonreír sin saber qué decir. Sin poder aguantar la presión, balbuceé:

—Respecto a lo que dije el otro día…

—¿Que te encantaba el programa y que deseas que Aarón gane? —me interrumpió él con una sonrisa traviesa—. Estás en tu derecho.

Entendí que él también había olvidado el incidente.

—Sí, eso. Gracias —respondí mucho más tranquilo. Después cambié de tema y le pregunté qué hacía por allí.

—¡Es mi trabajo! ¡Soy el productor ejecutivo de la cadena! —Por cómo engoló la voz al mencionar su cargo, no parecía que le tuviera mucho respeto—. Y no tenía nada mejor que hacer. Además, me había perdido las dos últimas galas. ¿Son siempre tan entretenidas?

—Esta está siendo la mejor con diferencia —dije, y me reí—. Espero que no acabe demasiado mal para mi hermano. Me temo que lo van a nominar —añadí.

—¿Tú crees? ¿Por ponerle los puntos sobre las íes a esa tía insoportable?

Yo me encogí de hombros. Cada vez me caía mejor el «señor» Bright.

—Pues mucha suerte. Aarón parece un tío legal, y tú también. Sería una pena que el concurso os perdiera.

El regidor avisó entonces de que quedaban treinta segundos para que concluyera la pausa publicitaria.

—Por cierto, si estás libre, esta semana daré una fiesta —dijo de camino a nuestros asientos—. Te llamaré para confirmar los detalles.

Le di las gracias y le aseguré que contara conmigo sin poder creer mi suerte. Me dio una palmada en la espalda y se alejó corriendo a su asiento en la zona VIP de las gradas. En cuanto me coloqué en mi sitio, iniciaron la cuenta atrás.

—Y ahora, queridos espectadores, ha llegado el momento de saber cuál de los dos nominados abandonará esta noche la casa-escuela.

En una pantalla aparecieron las fotos de Shannon y Camden. Todos los concursantes se miraron entre sí al descubrir qué compañeros habían estado fingiendo durante la semana.

—Con un veintiuno por ciento, la persona que menos votos ha obtenido y, por tanto, permanecerá en el programa, ha sido…

De pronto, la presentadora se interrumpió y se giró hacia los concursantes, los demás seguimos la dirección de su mirada. Camden se había puesto en pie y hacía gestos con los brazos para que le escucháramos. ¿Qué estaba pasando?

Los regidores corrían de un lado a otro indicando a los cámaras que le enfocasen. Enseguida su cara apareció en todas las pantallas. Su padre, sentado a mi lado, hizo un amago de levantarse, pero se quedó quieto cuando Helena se acercó al chico con el micrófono.

—¿Quieres decir algo antes de saber si has sido expulsado o…?

El inglés le arrebató el micrófono con más energía de la necesaria y todos le miramos sorprendidos.

—Quiero… quiero dejar el programa.

Un murmullo de sorpresa se extendió por todo el público. Helena no se apartaba de su lado, pero cada vez su sonrisa resultaba más artificial y nerviosa. Intentó recuperar el micrófono, pero Camden se alejó unos pasos de ella y siguió hablando:

—Me retiro. Le cedo mi puesto a Jack. No puedo seguir más con esto. No quiero seguir fingiendo ser quien no soy.

Ahora fui yo quien se reclinó en mi asiento para disfrutar del espectáculo. Desde luego, Icarus había escogido el mejor día para venir a una gala.

—¿A qué te refieres con que no puedes seguir con «esto»? —le preguntó la presentadora cuando le dieron otro micrófono. El chico, a su lado, no dejaba de cambiar el peso de un pie a otro nervioso. No parecía él.

—Quiero decir que… que no quiero volver a actuar. Que lo dejo. Todo.

—¡No!

El grito provino de mi derecha. La mole humana que era el padre del chico se puso en pie y avanzó por la pasarela que nos separaba del escenario hasta su hijo.

—Un aplauso para el señor Westfield —dijo Helena intentando salvar de algún modo la situación.

Todos aplaudimos con cierta reticencia y guardamos silencio.

—No vas a dejar el programa —le aseguró el hombretón—. ¡No sin saber si te has salvado!

Tenía la cara enrojecida y la frente brillante de sudor. Su hijo se alejó un paso de él y asintió.

—Ya está decidido, papá. Y quiero dejarlo bien claro delante de todo el mundo para que no vuelvas a obligarme. Lo dejo —repitió mirando al público.

—¡Maldita sea, Camden, cálmate y hablemos fuera! —exclamó el señor Westfield con voz ronca. El micrófono le temblaba entre sus manazas. Si no fuera porque yo sabía la verdad, habría pensado que todo aquello era un montaje, como seguro le pasaba al resto del público.

—No hay nada de que hablar —prosiguió Camden—. Agradezco a todo el mundo su apoyo, pero esta semana me he dado cuenta de que no puedo seguir fingiendo que soy feliz mientras controlan de esta forma mi vida. Y no me refiero a dentro del programa —añadió mirando a su padre. Después se volvió hacia Zoe y Aarón—. Siento haberme comportado como un capullo estos últimos días, pero tenía que conseguir un beso tuyo, Zoe, que en el fondo no me pertenecía. Debería haberme negado desde el principio, pero no lo hice. Y ahora me arrepiento.

Dicho esto, le devolvió el micrófono a Helena, se dio media vuelta y salió del plató ante la atónita mirada del resto de los concursantes y espectadores. Su padre también salió corriendo tras él gritando su nombre.

—Vaya… —dijo Helena unos segundos después, a continuación se llevó la mano a la oreja donde tenía el pinganillo por el que le iban dando instrucciones desde el panel de control—. Parece que… ajá, sí. De acuerdo. Me comunican que, debido a este repentino cambio de los acontecimientos el programa ha decidido no revelar quién iba a ser el expulsado, por lo que, Shannon… ¡sigues dentro de la casa!

La chica se llevó las manos a la boca y comenzó a llorar de la emoción y la tranquilidad, supuse. El público tardó en reaccionar, pero enseguida todos nos pusimos a vitorear y a aplaudir.

Cuando los ánimos volvieron a calmarse, Helena llamó a los concursantes para que se metieran en las cabinas y descubrieran al favorito y si habían sido nominados. Como la otra vez, los guías también nos acercamos por el otro lado del armatoste y esperamos el veredicto del público.

Kimberly salió ganadora esa semana, por lo que sacaron unas imágenes de Quebec, en Canadá, donde numerosos fans de la chica coreaban su seudónimo disfrazados como ella.

Cuando cortaron la retransmisión, aparecieron los dos nominados en orden de más a menos votos. Como me temía, Aarón estaba entre ellos. Contuve las ganas de maldecir y apreté los labios. Y encima, escogeríamos segundos, detrás de Jack. Definitivamente, la semana iba a ser movidita.

Las caras de los dos chicos aparecieron en unos recuadros. A mi hermano se le veía abatido; a Jack, indignado.

El primero en escoger fue el representante de Three Suns, que eligió para Jack la opción de atrevimiento. Su prueba, enviada por un chico de la India con nombre impronunciable, iba a consistir en limpiar la casa él solo durante toda la semana: la cocina después de comer, los baños y las habitaciones, tanto de los chicos como de las chicas. ¿Era posible que el programa se hubiera cortado un poco al escoger las posibles pruebas después del discurso de Camden?

Cuando llegó mi turno, di un paso al frente y escogí el vídeo número dos de verdad por ser de una española. Al darle al «Play», apareció una chica de pelo negro y corto, labios pintados de rojo y ojos grandes detrás de unas gafas de pasta. Vestía con una camisa a rayas y una camiseta blanca debajo.

—¿Qué hay? —preguntó la hipster sin tan siquiera molestarse en sonreír—. Me llamo Birdy y mi prueba de verdad para Aarón es que se muestre el vídeo en el que Jack y Owen se metían con él ayer por la noche después de negarse a jugar un partido de fútbol con ellos, a ver si así espabila. ¡Cuidado con las víboras! Paz.

Y, haciendo el símbolo de la paz con los dedos, el vídeo se fundió en negro.

Aunque no sabía a qué vídeo se refería, supuse que podía haber sido peor. Aarón no vería nada que no conociese de antemano y si así al menos espabilaba, como había dicho la chica, mejor para todos.

Cuando el fragmento al que se refería la tal Birdy comenzó a reproducirse en la pantalla del plató, también apareció la cara de mi hermano para que todos pudiéramos contemplar su reacción en directo.

—Es un fracasado de mierda —decía Jack jugando con el balón de fútbol entre sus pies—. Como su hermano.

Owen se echó a reír y recuperó el balón.

—La verdad es que les habría ido mejor quedarse escondidos en su casa. Vaya par…

—Al menos el hermano admitió que no valía una mierda, pero este sigue creyéndose una estrella. ¡Si es incapaz de cantar afinando sin Auto-Tune! Por no hablar de sus rollos con las tías, a cual más surrealista…

Owen soltó una risita y yo tuve que hacer un nuevo ejercicio de contención para mantenerme impertérrito. Vale que hubiera ocurrido el día anterior al atardecer, pero ¿por qué nadie me había pasado esa grabación? Mi hermano, por el contrario, apretaba los labios como aguantando la respiración mientras se iba sonrojando cada vez más.

—Es lo que tienen estos artistillas de poca monta —prosiguió el chico sin cortarse un pelo—, que, o les juntas con un par de zorras, o enseguida la gente deja de escucharles…

—Cómo te pasas, tío —comentó Owen, esta vez sin reírse.

El vídeo terminó en ese momento. Definitivamente, las horas a las que había tenido lugar y la tensión por lo sucedido con Kimberly lo habían colocado en un segundo plano. Hasta ahora.

Mi hermano asintió dentro de la cabina, como si hubiera comprendido algo fundamental y después se revolvió el pelo. Temía que si alguien no le daba un boli y un cuaderno de partituras pronto iba a entrar en combustión espontánea.

Por encima de la rabia que sentía hacia esos dos por los insultos que nos habían dedicado a mi hermano pequeño y a mí, agradecí a la chica que hubiera escogido aquel vídeo. Sin ella saberlo, le había vuelto a regalar a Aarón la ventaja que necesitaba.