Notas

Prefacio

[1] Como ejemplo de la antigua interpretación, según la cual el papel que jugaron los cubanos en su propia liberación sería escaso, véase el clásico de Frank Weidel, The Splendid Little War. La «leyenda negra» de la decadencia española es un tema que se trata en un capítulo posterior. Para consultar un ensayo acerca del tema, véase López Ibor, El español y su complejo de inferioridad. <<

[2] Para una crítica del proyecto estadounidense de «construir la ausencia cubana», véase el capítulo «Constructing the Cuban absence», Pérez, War of 1898. <<

[3] El mito del «pueblo en armas» cubano fue consustancial a la propia guerra. Con todo, al menos dos combatientes cubanos lucharon contra este mito. Al general Piedra Martel le parecía ridícula la opinión de que una conciencia nacional tuviera nada que ver con la génesis o el éxito de los cubanos en la guerra: «Un espíritu nacional de independencia nunca estuvo bien desarrollado en Cuba. No lo estaba en 1868, tampoco en 1895» […] «pese a que algunos historiadores quieran ver en ellos la tendencia separatista ya definida» […] «La guerra del 68 la sostuvo una minoría heroica, que se batió por espacio de diez años ante la indiferencia —quizá ante la reprobación— de una inmensa mayoría, e igual ocurrió en la del 95». Véase Manuel Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 9-10. El general Miró descartaba por absurda en 1895 la corriente del «grave error», que afirma que los insurgentes armados eran por naturaleza mejores combatientes porque personificaban el espíritu innato del pueblo. Véase Miró, Cuba, p. 23. Desafortunadamente, el conocimiento de Miró y Piedra no se ha visto reflejado en la historiografía. <<

[4] La versión clásica a este respecto es la obra de Emilio Roig de Leuchsenring, en especial Cuba no debe, cuyo título lo dice todo. Para ejemplos más recientes de esta tradicional interpretación nacionalista, véase Amado Palenque, La campaña de invasión, p. 10, donde la victoria cubana sobre los españoles se atribuye al desarrollo del nacionalismo cubano. Véase también Ibarra, Ideología mambisa, pp. 10, 21 y 49; Botifoll, Forjadores de la conciencia nacional cubana, p. 5; Opatrn’y, Antecedentes históricos, pp. 59, 237 y 243; y Bosch, De Cristóbal Colón a Fidel Castro, p. 560. <<

[5] Pérez, War of 1898, pp. 88-89; Manuel Moreno Fraginals (Cuba/España, España/Cuba, p. 282) niega la importancia de las enfermedades en la destrucción del ejército español, una opinión que hoy día contradicen por completo las pruebas existentes. La idea de que los cubanos derrotaron a los españoles ellos solos es aceptada por algunos eruditos españoles, en especial Elorza y Sandoica en su libro de divulgación histórica La Guerra de Cuba. <<

Capítulo I

[1] Los datos de Gonzalo, a no ser que se especifique lo contrario, proceden de AMM, EP, microfilmes nº 25 y 26. <<

[2] Ferrer, Cuba insurgente, p. 100; Steele, Cuban Sketches, acerca de las condiciones rurales en el este. Acerca del bandolerismo, véase Pérez, Lords of the Mountains; Schwartz, Lawless Liberators; y Paz Sánchez et al., El bandolerismo en Cuba. <<

[3] Informe de un ingeniero: «Trocha de Júcaro. Observaciones oportunas respecto a su deficiencia, sobre todo si sobreviniera una guerra,» 10 de junio de 1893, AMM, CGC, microfilme nº 14; Díaz Benzo, Pequeñeces, p. 66. <<

[4] Burguete y Lana, ¡La guerra!, pp. 57-58, véase también Álbum de la trocha. <<

[5] Pando Despierto, «La defensa de Cascorro», pp. 8-16. <<

[6] Weyler, Mi mando, 2, pp.18-19. <<

[7] Diego, Weyler, p. 204. <<

[8] Pan-Montojo, Más se perdió en Cuba, p. 320, plancha 6. <<

[9] Véase, por ejemplo, Pérez Guzmán, Herida profunda. <<

[10] Para una de estas excepciones, véase Offner, Unwanted War. <<

[11] Los cálculos de las bajas españolas en Cuba varían mucho. Las cifras publicadas en el Diario Oficial del Ministerio de Guerra indican 3.101 muertos en combate y 41.288 por enfermedades. Según el informe entregado al Congreso español en 1899, 53.541 hombres murieron durante la guerra, pero aquí se incluyen las bajas en el mar, en Filipinas y en Puerto Rico, de forma que las cifras de este informe no deberían ser muy diferentes de las publicadas en el Diario (AMM, CGC, legs. 4 y 155). La cifra más conservadora de bajas por todas las causas, realizada poco después de la guerra por el Instituto Geográfico y Catastral de España, es de 32.247 muertes, pero aquí no se incluyen los españoles residentes en Cuba que lucharon y murieron por el régimen. Tampoco incluye las pérdidas en el mar ni los españoles que murieron en el viaje de vuelta. Algunos estudiosos aceptan una cifra muy alta de cien mil bajas españolas, pero no hay evidencias que la respalden. Una estimación cuidadosa y reciente sugiere cuarenta y cinco mil hombres, una cifra que tiene la virtud de estar basada en pruebas sólidas y de coincidir con los parámetros de la estimación oficial realizada en la época (Maluquer de Motes, España en la crisis, pp. 41-43). <<

[12] Bergad, Cuban Rural Society, pp. 314 y 318. <<

[13] Los historiadores cubanos insisten en que el Ejército Libertador cubano estaba a punto de ganar sin necesidad de la intervención estadounidense. Esta aseveración se basa en una visión exagerada de las penalidades de los españoles (aunque fueran muchas) y en la falta de evidencias de la lamentable condición de los insurgentes. Souza (Máximo Gómez, p. 212), por ejemplo, sostiene que «el abandono de la isla por los españoles era sólo una cuestión de unos pocos meses» desde el momento de la intervención estadounidense. El historiador que más seguro está de la inminente victoria cubana sin necesidad de la ayuda estadounidense es Emilio Roig de Leuchsenring, entre cuyas muchas obras se incluye la obviamente tendenciosa Cuba no debe. Muchos cubanistas de prestigio aceptan hoy la línea de razonamiento de Roig. Véase Pérez, War of 1898, pp. 10-11. No es sorprendente que casi todas las versiones de primera mano de combatientes cubanos predijeran la victoria, en especial después de conseguirla. Pero, como veremos, los diarios inéditos y la correspondencia expresan pesimismo hasta el invierno de 1897-1898, cuando los acontecimientos políticos de España y la presión de Estados Unidos detuvieron al ejército español y causaron su declaración unilateral de alto el fuego. Entre las obras más importantes de los combatientes cubanos se encuentran las de Bernabé Boza, José Miró y Máximo Gómez. <<

[14] Espinosa y Ramos, Al trote, p. 279. <<

[15] Véase, por ejemplo, la obra Trask War with Spain en 1898, la mejor historia militar de la guerra hispano-estadounidense, donde el conflicto hispano-cubano queda reducido eficazmente a un corto capítulo introductorio. <<

[16] Por ejemplo, Moreno Fraginals, Cuba/España, España/Cuba, donde la guerra desde 1895 a 1898 se trata en unas pocas páginas al final, en un capítulo con el significativo título de «La guerra inevitable». <<

[17] Thompson, The Making of the English Working Class, p. 12. <<

* Rough Riders era el nombre con el que la prensa estadounidense bautizó al Primer Regimiento Voluntario de Caballería de Estados Unidos, que participó en la guerra de Cuba y en cuyas filas se encontraba Theodore Roosevelt. En el último capítulo de este libro se detalla su participación en la contienda. [N. del T.] <<

Capítulo II

[1] Thomas, Cuba, pp. 1-71 <<

[2] Moreno Fraginals, El ingenio, 3, pp. 35-38. Hay una serie de buenos artículos acerca del tema en Naranjo et al., La nación soñada. <<

[3] Scott, Slave Emantipation, p. 7; Eltis, Economic Growth, p. 249; Tomich, «World Slavery and Caribbean Capitalism»; Schmith-Nowara, Empire and Antislavery, p. 4. Véanse dos ejemplos de relatos clásicos sobre la sociedad esclavista en Cuba, en Klein, Slavery in the Americas, y Knight, Slave Society in Cuba. <<

[4] Para una visión general de este periodo, véase Pérez, Cuba, caps. 1-7. Acerca de las líneas ferroviarias, véase Zanetti y García, Sugar and Railroads. <<

[5] Durnerin, Maura et Cuba; Cayuela Fernández, Bahía de Ultramar. <<

[6] Urquía y Redecilla, Historia negra, XIV, p. 3 <<

[7] Fabié, Mi gestión, p. 27. <<

[8] Tortella, El desarrollo de la España contemporánea, p. 155; Roldán de Montaud, «La hacienda cubana»; Maluquer de Motes, «El mercado colonial»; Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 196. <<

[9] Véase, por ejemplo, Ringrose, Madrid and the Spanish Economy, y Cruz, Gentlemen, Burgueois and Revolutionaries. <<

[10] Acerca de la economía española, véase Prados de la Escosura, De imperio a nación; Sánchez-Albornoz, ed., Economic Modernization of Spain. Para una visión anterior y más pesimista, véase Nadal, El fracaso de la revolución industrial en España. <<

[11] Historias políticas clásicas de España son las de Artola, Los orígenes de la España contemporánea, y Carr, España. <<

[12] Serrano, Final del imperio, pp. 4-5; López Segrera, «Cuba», pp. 77-93. <<

[13] Zanetti, «Las relaciones comerciales hispano-cubanas», pp. 95-117, tabla I. <<

[14] Durnerin, Maura et Cuba, pp. 32-33 <<

[15] Fabié, Mi gestión, p. 20. <<

[16] Serrano, Final del imperio, p. 6; Pérez, Cuba and the United States, pp. 2-12. <<

[17] Pérez, On Becoming Cuban, cap. I. <<

[18] Le Riverend, Historia económica, p. 136; Roderick Aya (Missed Revolution, pp. ix-x) tenía razón cuando, en su estudio acerca de la revolución rural en Sicilia y Andalucía, escribía: «Lo sorprendente es la moderación y debilidad de los movimientos agrarios de base proletaria en comparación con la movilización defensiva de los campesinos que aún poseían, al menos parcialmente, unos medios de producción y una organización comunitaria cohesionada». <<

[19] Cayuela Fernández, Bahía de Ultramar, pp. 4-6. <<

[20] Muñiz de Quevedo, Ajiac, pp. 32-40; Montesinos y Salas, Los yankees en Manzanillo, pp. 11-12. <<

[21] AHN, Sección Ultramar, leg. 4483. <<

[22] Véase Barnett, Biografía de un cimarrón. <<

[23] Gómez, La insurrección por dentro, p. 19. <<

[24] «Cuestiones cubanas», BN, ms. 20064/10; Ablanedo, La cuestión de Cuba, pp. 17-20; Montesinos y Salas, Los yankees, pp. 10-11. <<

[25] Schwartz, Lawless Liberators, p. 40. <<

[26] Armiñán, Weyler, pp. 62-64. <<

[27] Scott, Slave Emancipation, pp. 27-46. <<

[28] Para un análisis del impacto ecónómico de la emancipación en Matanzas, véase Bergad, Cuban Rural Society, pp. 188-189 y 263-279. <<

[29] Roldán de Montaud, «La hacienda cubana», p. 137, Mariano, Cuestiones hispano-norteamericanas, p. 9. Según un cubano contemporáneo, el gobierno colonial gastó casi once millones de dólares un año antes de la guerra para pagar la deuda, otros trece millones en gastos militares y administrativos, y sólo 771.000 en lo demás, sin dejar prácticamente nada para asuntos como la educación primaria (Izaguirre, Asuntos cubanos). <<

[30] Estévez Romero, Desde el Zanjón, pp. 24-595. <<

[31] Véase Ablanedo, La cuestión de Cuba. Para otras críticas contemporáneas de la corrupción española, véase Blasco Ibáñez, Artículos; Moreno, El país del chocolate; y Merchan, Cuba. <<

[32] Garralda Arizcún, «La guerra hispanocubana», p. 1221. <<

[33] Véase Moreno Fraginals et al. (eds.), Between Slavery and Free Labor, en especial los ensayos de Moreno Fraginals e Iglesias. <<

[34] Pérez, Cuba and the United States, p. 74; LaFeber, New Empire, p. 286. <<

[35] Menéndez Caravía, La guerra en Cuba, p. 13 <<

[36] Trask, War with Spain, p. 4 <<

[37] Pardo González, La brigada, p. 13 <<

[38] Correspondencia de Peralta en Garralda Arizcún, «La guerra hispanoamericana», pp. 1230-1237. <<

[39] Fabié, Mi gestión, p. 23. <<

[40] El Imparcial, octubre de 1894, pp. 1, 3, 6 y 8. <<

[41] Para más detalles, véase ANN, CGC, microfilme nº 14. <<

Capítulo III

[1] Mañach, Martí. <<

[2] Dirección política de las FAR, Historia de Cuba, pp. 220-221. <<

[3] Maceo a Juan Arnao, 14 de junio de 1885, y Gómez a Arnao, 20 de enero de 1885, documentos de Juan y Nicolás Arnao, LCMD. El texto de la carta de Gómez es lo suficientemente interesante como para citarlo por extenso:

«Estimado Amigo: su grata del 15 me favorece hoy y quedo enterado de lo que ya yo me suponía: New York siempre flojo. Marty (sic), desde el primer día que me conoció en New York, se hubiera separado […] por que él no es hombre que pueda pisar en ninguna esfera sin la pretención de dominar […] Se dijo para sus adentros ‘con este viejo soldado es imposible hacer eso, y lo que es peor me puedo ver al fin hasta en el compromiso de seguirlo hasta los campos de Cuba […] Este hombre hace poco caso de los oradores y los poetas y lo que solicita es pólvora y balas y hombres que vayan con él a los campos de mi patria a matar a sus tiranos’. He aquí, amigo mío, ni más ni menos las reflexiones de ese jóven a quien es preciso dejar tranquilo, que ya iremos a luchar por hacerles patria para sus hijos. No nos ocupemos más de esas pequeñeces, esos son átomos que nada influyen en los destinos de los pueblos».<<

[4] Martí, En los Estados Unidos, p. 10. <<

[5] Mañach, Martí, p. 230. <<

[6] Toledo Sande, Cesto en llamas, pp. 189 y 259-260. <<

[7] Fernández, Cuban Anarchism, pp. 24-35. <<

[8] Pérez (ed.), José Martí in the United States. <<

[9] Poyo, «With All and for the Good of All». <<

[10] Guerra y Sánchez et al., Historia de la nación Cubana, pp. 7 y 121. <<

[11] Véase Anderson, Imagined Communities; Hobsbawm, Nations and Nationalism since 1780; Hobsbawm, Ranger et al., Invention of Tradition; Anthony Smith, Theories of Nationalism; y Woolf et al., Nationalism in Europe. <<

[12] Estrade, «José Martí», pp. 17-88; Elorza, «El sueño de Cuba en José Martí», pp. 65-78. <<

[13] Liss, Roots of Revolution, p. 49. <<

[14] Sepúlveda Muñoz, «¡Viva Cuba Libre!», pp. 263-277. <<

[15] Tortella, El desarrollo, p. 34. <<

[16] El mejor ejemplo de este tipo de literatura en inglés, aunque data de principios del siglo XX, es Brenan, Al sur de Granada. <<

[17] Barón Fernández, La guerra hispano-americana, pp. 23-24. <<

[18] Juan Gualberto Gómez, Por Cuba Libre, pp. 12-15. Para otro ejemplo, véase Manuel de la Cruz, Episodios de la revolución cubana, pp. 1-2. <<

[19] Izaguirre, Asuntos cubanos, pp. 174-181. <<

Capítulo IV

[1] Informes consulares, AMM, CGC, legs. 140 y 141. <<

[2] Heredia y Mota, Crónicas, 1, pp. 8-14. <<

[3] Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, p. 23. <<

[4] Monfort y Prats, Historia de la guerra, pp. 33-46; Juan Gualberto Gómez, Por Cuba Libre, pp. 45-48. <<

[5] Cortijo, Apuntes para la historia, p. 19; Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, p. 26. <<

[6] Maura, Proyecto de Ley. <<

[7] Diego, «Las reformas de Maura». <<

[8] Tussell, Antonio Maura, p. 29. Tussell cita una carta del general Luque, testigo de las manifestaciones de apoyo a Maura y Calleja, parte de la cual dice: «Yo […] sé muy bien distinguir los entusiasmos fabricados de los entusiasmos espontáneos y el entusiasmo desde Santiago de Cuba a La Habana por las reformas es verdaderamente imponente, por lo espontáneo». <<

[9] Mañach, Martí, p. 317 <<

[10] Durnerin, Maura et Cuba, p. 191; Souza, Máximo Gómez, p. 129. <<

[11] Núñez Florencio, El ejército español, pp. 36-37. <<

[12] Elorza y Hernández Sandoica, La Guerra de Cuba, p. 186. <<

[13] Las versiones cubanas de la guerra en ocasiones tratan a Cuba como «una nación en armas» en 1895. Véanse, por ejemplo, Palenque, La campaña de invasión; Ibarra, Ideología mambisa; o casi cualquier obra de Roig de Leuchsenring, por ejemplo, en su descripción de la «guerra de la mayoría» contra España de la introducción a Juan Gualberto Gómez, Por Cuba Libre, p. 68. Este enfoque parte de algunos combatientes; por ejemplo, véase Valdés-Domínguez, Diario, 3, p. 84, donde sugiere que la pérdida de todos los líderes revolucionarios carecería de importancia porque la insurrección era la emanación imparable de la nación cubana. Los estadounidenses también han exagerado esta «unanimidad» del pueblo cubano. Henry Proctor visitó Cuba y habló del «espectáculo de millón y medio de personas, toda la población nativa de Cuba, luchando por la liberación» de España (Millis, Martial Spirit, p. 124). Para un estudio del poder del mito del «pueblo en armas», véase Moran y Waldron (ed.), People in Arms. <<

[14] Helg, Our Rightful Share; Ferrer, Insurgent Cuba. <<

[15] Miranda, Antorchas de la Libertad, p. 30. <<

[16] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 10 y 13. <<

[17] Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 155. <<

[18] Heredia y Mota, Crónicas, 1, pp. 10-37. <<

[19] Maluquer de Motes, España en la crisis, p. 33. <<

[20] Los asaltos de los militares a los periódicos se hicieron tan frecuentes a partir de 1895, que un historiador lo describía como «el deporte de la época». Finalmente, las batallas legales entre civiles y militares a causa de estos asaltos condujeron a una mayor autonomía de los tribunales militares y a la exención de los oficiales de la ley ordinaria, con terribles consecuencias para el futuro del país (Núñez Florencio, «Las raíces de la Ley de Jurisdicciones»). <<

[21] Núñez Florencio, Militarismo y antimilitarismo, pp. 150-157. <<

[22] Maceo, Ideología política, 1, pp. 346-347. <<

[23] Souza, Máximo Gómez, pp. 150-153 <<

[24] AMM, CGC, microfilme nº 28. <<

[25] Un veterano pensaba que Maceo había ordenado la muerte de Key, pero luego, en una nota al pie, sugería que se había tratado de un accidente. Véase Rossell y Malpica, Diario, 1, p. 37. <<

[26] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 5-39; Foner, Antonio Maceo, pp. 166-167; Monfort y Prats, Historia de la guerra, p. 78. <<

[27] Roig, La guerra de Martí, p. 29. <<

[28] Curnow, Manana, p. 172. <<

[29] Llorens y Maceo, Con Maceo, p. 20. <<

[30] Boletín oficial, 10 de mayo de 1895. <<

[31] Curnow, Manana, pp. 178-179. <<

[32] Bartolomé Masó era vicepresidente y Severo Pina, Santiago García Cañizares, Carlos Roloff y Rafael Portuondo fueron secretarios de Hacienda, Interior, Guerra y Exterior, respectivamente. <<

[33] Ramiro Cabrera, ¡A Sitio Herrera!, pp. 157-58. <<

[34] Salas, La Guerra de Cuba, p. 11; Calleja Leal, «La muerte de José Martí»; Baquero, «Versiones y precisiones». <<

[35] Curnow, Manana, pp. 175-77 <<

[36] Heredia y Mota, Crónicas, 1, p. 39. <<

[37] Boletín Oficial, 20 de mayo, 1895; Montfort y Prats, Historia de la Guerra, pp. 92-95. <<

Capítulo V

[1] AMM, CGC, leg. 138; Miró, Cuba, p. 64 <<

[2] Souza, Máximo Gómez, p. 3. La entrada del 25 de agosto de 1877 del diario de Gómez dice: «Sigue el desorden y ya está perdida la disciplina». Más adelante, los líderes militares de la república en armas cubana olvidarían el ruinoso estado de la insurgencia y echarían la culpa de la derrota a los políticos civiles, una especie de «puñalada en la espalda» cubana similar al mito de la «traición» socialista al Ejército alemán de Ludendorff. Véase Pérez Guzmán y Serrano, Máximo Gómez, pp. 33-35. <<

[3] Souza, Ensayo histórico, pp. 72-73. <<

[4] Fomer, Antonio Maceo, p. 175. Acerca de Cuba y la economía española, véase Cayuela Fernández, Bahía de Ultramar, y Maluquer de Motes, «El mercado colonial». <<

[5] Pérez, Cuba, pp. 163-164. <<

[6] García-Cisneros, Máximo Gómez, p. 11. <<

[7] José Gómez a Santiago García Cañizares, 12 de febrero de 1897, ANC, GR, leg. 16, exp. 2254. <<

[8] García-Cisneros, Máximo Gómez, pp. 11 y 18; Souza, Máximo Gómez, pp. 60-64; Griñán Peralta, «El carácter de Máximo Gómez». <<

[9] Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 153. <<

[10] Weyler, Mi mando, 1, pp. 70-79; Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 153; Palenque, La campaña de invasión, p. 3. <<

[11] Fomer, Antonio Maceo, p. 175. <<

[12] Miró, Cuba, p. 175. <<

[13] Heredia y Mota, Crónicas, 1, p. 24. <<

[14] Rodríguez Demorizi, Papeles dominicanos, pp. 41-42 y 48. <<

[15] Fomer, Antonio Maceo, p. 175. <<

[16] García-Cisneros, Máximo Gómez, pp. 15-16. <<

[17] Pérez, Cuba, p. 124. <<

[18] Buznego, Mayor General Máximo Gómez, 1, p. 10. <<

[19] Souza, Máximo Gómez, pp. 169-172 y 188. <<

[20] En el diario de José Maceo, junio de 1895, se hace evidente que su papel era establecer la autoridad de la insurgencia en el este, ANC, GR, leg. 14, exp. 1892. Véase también su correspondencia, ANC, GR, leg. 14, exp. 1863. <<

[21] José Maceo a Severo Pina, 10 de octubre de 1895, ANC, GR, leg. 14, exp. 1924. <<

[22] Emilio Latanlade, por ejemplo, recaudó él solo cuarenta y cuatro mil dólares; Latanlade a Maceo, 16 de febrero de 1895, ANC, GR, leg. 14, exp. 1924. <<

[23] Hay registros de algunas de estas compras de armas en AMM, CGC, leg. 104. <<

[24] Fernando Gómez, La insurrección por dentro, pp. 15-17. <<

[25] Circular del 20 de marzo de 1896, reproducida por Fernando Gómez, La insurrección por dentro, pp. 21-23; Flint, Marching with Gómez, p. 25. <<

[26] Orden de Roloff, AMM, CGC, microfilme nº 28. <<

[27] Valdés-Domínguez, Diario, 3, p. 85 <<

[28] Boza, Mi diario, p. 52; Fernando Gómez, La insurrección por dentro, pp. 15-17. <<

[29] Boza, Mi diario, pp. 30-31 y 46-47. <<

[30] Ibid., 169. <<

Capítulo VI

[1] Izaguirre, Asuntos cubanos, pp. 9-10. Para una paranoica pero interesante versión del papel de la masonería en la caída de la colonia española en Cuba, véase Villalba Muñoz, La gran traición. <<

[2] Pando, Cuba’s Freedom’s Fighter, p. 4. <<

[3] Foner, Antonio Maceo, 2, pp. 7-8 y 20; Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 20-21. <<

[4] Piedra Martel, Campañas de Maceo, p. 86. <<

[5] Circular de Weyler en Boletín oficial, 10 de junio de 1897. <<

[6] Pando, Cuba’s Freedom’s Fighter, p. 13. El sombrío informe de Martínez Campos se ha citado, como en el libro de Pando, como una valoración de la situación en Cuba en su totalidad. No pretendía que se aplicase sólo a oriente, como queda claro por el contexto del informe. <<

[7] Maza Miguel, «Betweeen Ideology and Compassion»; Pardo González, La brigada; Véhrahz, Los Estados Unidos vencidos, p. 11. Para las influencias africanas en la religión en Cuba, véase Barnet, <<

[8] Burguete y Lana, ¡La guerra!, pp. 74-76. <<

[9] Pardo González, La brigada, p. 15. <<

[10] Armiñán, Weyler, p. 113. <<

[11] Saíz Cidoncha, Guerrillas en Cuba, p. 12. <<

[12] Souza, Ensayo histórico, pp. 109-110. <<

[13] Corral, El desastre, p. 149. <<

[14] Reparaz, La guerra de Cuba, p. 42. <<

[15] Cortijo, Apuntes para la historia, p. 22; Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, p. 10. <<

[16] Amante de la nación, Estudio de la guerra, p. 8. <<

[17] Souza, Ensayo histórico, p. 65. <<

[18] Gómez Núñez, La acción de Peralejo, p. 8. <<

[19] Souza, Ensayo histórico, pp. 54-55. <<

[20] Cardona, Historia del ejército, pp. 116-117; Izaguirre, Asuntos cubanos, p. 15. <<

[21] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 25-36. <<

[22] Gómez Núñez, La acción de Peralejo, p. 16. Miró daba una versión completamente diferente de esta parte de la batalla, sosteniendo que fueron los cubanos quienes cogieron la munición de los soldados españoles. Véase Miró, Cuba, pp. 74-81. Hay dos razones para dudar de Miró. En primer lugar, aunque pretende haber estado presente en la batalla, sabemos que no estuvo. En segundo lugar, en su relato de 1909, Miró copió palabras y frases completas del testimonio del español Gómez Núñez en 1895, simplemente reemplazando «cubanos» por «españoles» donde lo creía necesario. <<

[23] Souza, Ensayo histórico, p. 55 <<

[24] Weyler, Mi mando, p. 124. <<

Capítulo VII

[1] Souza, Ensayo histórico, p. 32; Souza, Máximo Gómez, pp. 180-184. <<

[2] Máximo Gómez a Rafael Portuondo, ANC, GR, leg. 11, exp. 1458. <<

[3] Llorens y Maceo, Con Maceo, pp. 28-30. <<

[4] Fité, Las desdichas de la patria, p. 45. <<

[5] Rodríguez Mendoza, En la manigua, p. 19. <<

[6] Informes consulares, AMM, CGC, leg. 159. <<

[7] Adán, El lobbyismo, p. 5. <<

[8] Juan Gualberto Gómez, Por Cuba Libre, p. 68. <<

[9] Adán, El lobbyismo, pp. 6-7. <<

[10] Dupuy al viceministro, AMM, CGC, leg. 159. <<

[11] AMM, CGC, microfilme nº 28. <<

[12] Foner, Antonio Maceo, p. 173 <<

[13] Véase Heredia y Mota, Crónicas, para fotos reveladoras de los barcos españoles. <<

[14] Rodríguez Mendoza, En la manigua, pp. 28-70. <<

[15] La siguiente historia se basa en el diario requisado a Rutea, AMM, CGC, leg. 134, y en las memorias publicadas de otros expedicionarios en Rodríguez Mendoza, En la manigua, y Ramiro Cabrera, ¡A Sitio Herrera! <<

[16] Orden de Máximo Gómez, AMM, CGC, leg. 159. <<

[17] Boza, Mi diario, p. 28. <<

[18] Lubián, Episodios de las guerras, p. 53. Véase también Carrillo Morales, Expediciones cubanas. <<

[19] Crouch, Yankee Guerrillero, pp. 23, 37 y 110. <<

[20] En AMM, CGC, legs. 134-138 pueden encontrarse quejas de los oficiales cubanos por la dispersión de sus hombres entre combates. <<

[21] Boza, Mi diario, p. 28. <<

[22] Correspondencia de Maceo quejándose de las órdenes de Masó, AMM, CGC, leg. 135. <<

[23] «Diario de las operaciones», Regimiento de Infantería de La Habana nº 66, AMM, CGC, leg. 290. <<

[24] Souza, Ensayo histórico, pp. 108-109. <<

[25] Saíz Cidoncha, Guerrillas en Cuba, p. 69. <<

[26] Miró, Cuba, pp. 95-99. <<

[27] Rodríguez Demorizi, Papeles dominicanos, p. 47. <<

[28] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 47-48. <<

[29] Weyler, Mi mando, 1,p. 294. <<

[30] Pérez, Cuba, p. 146. <<

[31] Espinosa y Ramos, Al trote, pp.36-38. <<

[32] Juan Gualberto Gómez, Por Cuba Libre, p. 224. <<

[33] Maceo a Dimas Zamora, AMM, CGC, leg. 135. <<

[34] Miró, Cuba, p. 28. <<

[35] Cuadros de la guerra, p. 19. Para caracterizaciones parecidas, véase Francisco Cabrera, Episodios de la guardia, p. 118, y Amante de la nación, Estudio de la guerra, pp. 1-2. <<

[36] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 48-53. <<

[37] Souza, Ensayo histórico, p. 116. <<

[38] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 53-59; Miró, Cuba, pp. 147-149; Weyler, Mi mando, 1, pp. 39-40. <<

[39] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 61-68. <<

[40] Boza, Mi diario, p. 74. <<

[41] Moreno Fraginals, Cuba/España, España/Cuba, p. 266. <<

[42] Miró, Cuba, pp. 200-201. <<

[43] Foner, Antonio Maceo, p. 172. <<

[44] Boza, Mi diario, pp. 196-197. <<

[45] Menéndez Caravía, La guerra en Cuba, pp. 5-11. <<

[46] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 10-13. <<

[47] Weyler, Mi mando, 1, p. 14. <<

[48] Philip Foner insiste en que «la revolución cubana estaba totalmente integrada», pero es difícil encontrar pruebas de esto. De hecho, a medida que la guerra se alargaba, los blancos y occidentales empezaron a reemplazar a los negros y orientales en los puestos de mando del ejército, señal de que la jerarquía racial y social se había reafirmado dentro de la revolución. <<

[49] Se estima que los afrocubanos componían hasta un ochenta por ciento del Ejército Libertador (Thomas, Cuba, p. 323). Posiblemente este procentaje sea demasiado alto, y la cifra del sesenta por ciento se haya más cercana a la realidad. Véase Ferrer, Insurgent Cuba, p. 3. <<

[50] Ferrer, Insurgent Cuba, pp. 96-97. <<

[51] Muñiz de Quevedo, Ajiaco, pp. 42-43. <<

[52] Listas de regimientos requisadas, AMM, CGC, leg. 136. <<

[53] Bandera tenía una reputación de crueldad e inmoralidad que finalmente acabó con su carrera militar. Los informes de sus crímenes llegaron a Gómez, que le destituyó y nunca pensó en reponerle en su puesto, citando su «repetida conducta inmoral» y su «insubordinación» (ANC, CGC, leg. 11, exp. 1516). Ferrer, no obstante, sugiere que la destitución de Bandera se debió a motivos racistas. Véase Ferrer, «Rustic Men, Civilized Nation». Véase también Ferrer, Insurgent Cuba, p. 3. <<

[54] Heredia y Mota, Crónicas, 2, p. 50. <<

[55] Saíz Cidoncha, Guerrillas en Cuba, p. 69. <<

[56] Miró, Cuba, p. 122. <<

[57] Miranda, Antorchas de la Libertad, pp. 100 y 243. <<

Capítulo VIII

[1] Algunos afirman que el número de españoles muertos por enfermedades estaba cerca de cincuenta mil. Véase Rodríguez González, Operaciones, p. 22; Alonso Baquer, «El ejército español», p. 306; Feijóo Gómez, Quintas, pp. 310-311; y «Casualties», pp. 106-108. Para datos publicados sobre la salud del ejército español, véanse Brunner, «Morbidity and Mortality», pp. 409-412; España, Ministerio de la Guerra, Estados de las fuerzas; Larra y Cerezo, Datos para la historia; y Larra y Cerezo, Les hôpitaux militaires. Para una lista de los muertos en el bando cubano, véase Roloff, Índice alfabético. <<

[2] Corral, El desastre, pp. 73 y 124. <<

[3] Pando, Documento, p. 7. <<

[4] Ramón y Cajal, Recuerdos de mi vida, 1, pp. 331-50. <<

[5] Tone, «How the Mosquito (Man) Liberated Cuba», pp. 277-308. <<

[6] Montaldo y Peró, Guía práctica, p. 82. <<

[7] Harrison, Mosquitoes, Malaria and Man. <<

[8] Correspondencia entre Martínez Campos y el Ministerio de la Guerra, 15 de noviembre y 7 de diciembre de 1895, AMM, CGC, leg. 114. <<

[9] Ministro de la Guerra a Martínez Campos, AMM, CGC, microfilme nº 30. <<

[10] Hernández Sandoica, «Polémica arancelaria», pp. 279-308. <<

[11] Existe correspondencia entre Martínez Campos y otros miembros del gabinete español acerca de este asunto, AMM, CGC, leg. 114 <<

[12] Frieyro de Lara, «La situación del soldado», pp. 161-171. <<

[13] Corral, El desastre, pp. 18-24 y 56-58. <<

[14] Carrasco y Sandía, Pequeñeces, caps. 1-2 <<

[15] Alonso Baquer, El ejército, pp. 161-169. <<

[16] Valera Ortega, Los amigos políticos. <<

[17] La mejor obra acerca del nivel de vida de los españoles es de Martínez Carrión (ed.), El nivel de vida. Los autores de esta colección están de acuerdo en que las primeras etapas del capitalismo agrario generaron una aguda crisis, seguida de una recuperación lenta a finales del siglo XIX y un rápido avance a partir de 1900. <<

[18] Véase, por ejemplo, Núñez Florencio, Las raíces de las Jurisdicciones, pp. 185-198. <<

[19] Ballbé, Orden público, pp. 227-234. <<

[20] Feijóo Gómez, Quintas, pp. 116-124. <<

[21] Núñez Florencio, Militarismo, p. 24. <<

[22] Ballbé, Orden público, pp. 248-252. <<

[23] Díaz Benzo, Pequeñeces, pp. 12-13. <<

[24] Headrick, Ejército y política, pp. 74-75. Acerca de los militares, véase también Christiansen, Origins of Military Power in Spain. <<

[25] Barado, Nuestros soldados, pp. 43-47. <<

[26] Feijóo Gómez, Quintas, pp. 310-311; Ovilo y Canales, La decadencia, p. 13. <<

[27] Serrano, «Prófugos y desertores». Serrano intenta mostrar que los españoles se resistían al reclutamiento en parte por oposición a la guerra, pero sus propias estadísticas cuestionan esta afirmación. Véanse también las pruebas presentadas por Feijóo Gómez, Quintas, p. 51, donde se muestra un descenso de las deserciones y de la resistencia al reclutamiento durante la guerra. <<

[28] Ovilo y Canales, La decadencia, p. 9. <<

[29] Jensen, «Moral Strenght»; Jensen, «Military Nationalism». <<

[30] Feijóo Gómez, Quintas, pp. 287-289, 301-303 y 313-314. <<

[31] Carta a Weyler, AHN, Sección Diversos, Títulos-Familias, leg. 3177, nº 5. <<

[32] Corral, El desastre, p. 34. <<

[33] El Imparcial, 31 de diciembre de 1896. <<

[34] Cable a Weyler, AMM, CGC, leg. 159. <<

[35] Larrea, El desastre, pp. 163-169 y 184. <<

[36] Blasco Ibáñez, Artículos, p. 11. <<

[37] Avelino Delgado, «Spanish Army in Cuba», 1, p. 105. La cita es de Alonso Baquer, El ejército, pp. 199-205. <<

[38] Muñiz de Quevedo, Ajiaco, p. 171. <<

[39] Rodríguez Mendoza, En la manigua, pp. 91-92. <<

[40] Vehráhz, Los Estados Unidos vencidos, p. 12. <<

[41] Weyler, Mi mando, 1, p. 43. <<

[42] Álbum de la trocha, p. 11. <<

Capítulo IX

[1] Los registros de la campaña española resultan una lectura conmovedora acerca de este asunto, AMM, CGC, pp. 228-384. <<

[2] Carta de Fernando Carvajal, 21 de septiembre de 1895, AGM, secc. 6, div. 3, leg. K-4. <<

[3] Flint, Marching with Gómez, p. 45; Corral, El desastre, pp. 68-73. <<

[4] Yriondo al coronel Aldave, AGM, secc. 6, div. 3, leg. K-4. <<

[5] Muñiz de Quevedo, Ajiaco, p. 28. <<

[6] Corral, El desastre, pp. 16-17. <<

[7] Burguete y Lana, ¡La guerra!, pp. 57-58. <<

[8] Cartas del 24 de noviembre, 29 de febrero, 9 de mayo, 26 de mayo y 21 de octubre de 1896, AGM, secc. 6, div. 3, leg. K-4. <<

[9] Carta de Marcelino Soler, 21 de agosto de 1896, AGM, secc. 6, div. 3, leg. K-4. <<

[10] José Aldave, órdenes del 7 y 12 de noviembre de 1895, AGM, secc. 6, div. 3, leg. K-4. <<

[11] Weyler, Mi mando, 1, pp. 26-28. <<

[12] Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, p. 37. <<

[13] Un ejemplo de este enfoque es el de Pardo Rodríguez, La brigada. <<

[14] Estévez Romero, Desde el Zanjón, pp. 4-6. <<

[15] Forcadell Álvarez, «El lúcido pesimismo», pp. 31-57. <<

[16] Carta de Martínez Campos reproducida en Weyler, Mi mando, 1, pp. 28-32. <<

Capítulo X

[1] Boza, Mi diario, p. 74. <<

[2] Miró, Cuba, pp. 169-172. Piedra Martel comentaba el comportamiento de las tropas españolas: «He de declarar, en honor del ejército español, que ni antes ni después en el curso de la campaña vi a sus soldados perder la moral y desorganizarse». (Campañas de Maceo, pp. 68-71); véase también Piedra Martel, Memorias de un mambí, p. 76; y Souza, Ensayo histórico, pp. 144-151. <<

[3] Barnet, Biografía de un cimarrón, p. 154. <<

[4] Acerca de las pérdidas españolas, véanse los informes de operaciones de octubre a diciembre de 1895, AMM, CGC, leg. 290; y la discusión de Miró, Cuba, pp. 144-145. Las bajas cubanas las proporciona el general Serafín Sánchez, citado en Dirección política de las FAR, Historia de Cuba, p. 197; Bernabé Boza sugiere cifras ligeramente distintas, cuatro muertos y cuarenta y dos heridos en Mi diario, p. 60. <<

[5] Elorza y Hernández Sandoica, La guerra de Cuba, p. 227. <<

[6] Boza, Mi diario, pp. 41-91. <<

[7] Dumpierre, introducción a Gómez, Diario de campaña, pp. 10-13. Véase también Roig, La guerra de Martí, p. 63. <<

[8] Barquín, Las luchas guerrilleras, pp. 10-11. <<

[9] Clark, Cuba and the Fight for Freedom, pp. 418-422. <<

[10] Foner, Antonio Maceo, pp. 20, 37 y 174; Foner, Spanish-Cuban-American War, 1, pp. 19-26. <<

[11] Joseph Smith, Spanish-American War, pp. 12-13. <<

[12] Carrasco y Sandía, Pequeñeces, cap. 13. <<

[13] Jiménez Castellanos, Sistema, p. 30. <<

[14] Barrios citado en Souza, Máximo Gómez, pp. 74-75. <<

[15] Saíz Cidoncha, Guerrillas en Cuba, pp. 48-49. <<

[16] Para una buena discusión contemporánea sobre la tendencia española a inflar las bajas enemigas en sus informes, véase Larrea, El desastre, pp. 193-207. <<

[17] Souza, Ensayo histórico, p. 151. <<

[18] Burguete y Lana, ¡La guerra!, pp. 95, 105 y 137; Morote, En la manigua, pp. 13-14. <<

[19] Espinosa y Ramos, Al trote, pp. 60 y 78-79. <<

[20] Gómez, Diario, p. 394. <<

[21] Fuente y Hernández, El fusil Mauser español. <<

[22] Crouch, Yankee Guerrillero, p. 107; Flint, Marching with Gómez, p. 240. <<

[23] Boza, Mi diario, p. 27. <<

[24] Francisco Argilagos deja esto bien claro en Prédicas insurrectas, pp. 32-48. El uso de balas explosivas aparece en los registros de los hospitales militares a principios de 1896. Véase, por ejemplo, AMM, CGC, legs. 172, 173, 174 y 175. <<

[25] «Reglamenta susinta», AMM, CGC, leg. 138. <<

[26] Boza, Mi diario, p. 27. <<

[27] Bellelises, Arming America. A pesar de la campaña para desacreditar a Bellelises y su uso de registros auténticos, la tesis de Arming America —que la historia de amor de los americanos con las armas fue una construcción social premeditada del siglo XIX y no un legado orgánico de la era colonial— sigue siendo incuestionable. <<

[28] Feijóo Gómez, Quintas, pp. 307-308; Corral, El desastre, pp. 35-36; Cassola, Establecimiento de colonias, p. xi. <<

[29] Jiménez Castellanos, Sistema, pp. 96 y 114-115. <<

[30] Boza, Mi diario, p. 84. <<

[31] Batalla que se narra en la carta del general Luque expuesta en el Museo del Ejército de Madrid. <<

[32] Guerra y Sánchez et al., Historia de la nación cubana, 6, p. 230. <<

[33] Crouch, Yankee Guerrillero, p. 68. <<

[34] Cuadros de la guerra, pp. 24 y 31. <<

[35] Informes de batalla, AMM, CGC, legs. 171-180. <<

[36] Véase Larra y Cerezo, Datos para la historia. <<

[37] Informes de hospital, AMM, CGC, legs. 171-180, y AGM, secc. 2a, div. 4a, leg. K1. <<

[38] Informes de batalla, AMM, CGC, legs. 171-180. <<

[39] Informes de hospital, AGM, secc. 2a, div. 4a, leg. K1; AMM, CGC, leg. 173. <<

[40] Muñiz de Quevedo, Ajiaco, p. 65. <<

[41] Pardo Rodríguez, La brigada, p. 24. <<

[42] Souza, Ensayo histórico, p. 144. <<

[43] Ibid., pp. 149-150. <<

[44] Martínez Campos a Sabas Marín, 20 de diciembre de 1895, AMM, CGC, leg. 140. <<

[45] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 79-85. <<

[46] Souza, Máximo Gómez, pp. 202-204. <<

Capítulo XI

[1] Carta de Luisa a su madre, AMM, CGC, leg. 136. <<

[2] «Diary of Fourth Corps, Second Div. Third Squad», AMM, CGC, leg. 140. <<

[3] Miró, Cuba, pp. 100-101. <<

[4] Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 147. <<

[5] New York Times, 6 de junio de 1896. <<

[6] Para una interpretación estructural del nacionalismo cubano y de por qué la identidad nacional estaba más desarrollada en Puerto Rico, véase Ibarra, «Cultura e identidad nacional». <<

[7] Diario de José Hernández, AMM, CGC, leg. 139, Arbelo, Recuerdo, p. 57. <<

[8] Souza, Ensayo histórico, p. 32. <<

[9] Flint, Marching with Gómez, pp. 85-88. <<

[10] Núñez Jiménez, «Los primeros en llamarse cubanos», citado por Serrano, Final del imperio, p. 6. <<

[11] Acerca del tema de la problemática identidad nacional cubana, véase Fernández y Cámara Betancourt (eds.), Cuba, the Elusive Nation. <<

[12] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 9-10. <<

[13] Miró, Cuba, p. 23. <<

[14] Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 155. <<

[15] Daily Inter Ocean, 20 de enero, 1896. <<

[16] Pérez Guzmán, Herida profunda, pp. 33-23. <<

[17] Correspondencia de Lacret, AMM, CGC, leg. 140. <<

[18] Fernando Gómez, La insurrección por dentro, pp. 17-18 <<

[19] Barnet, Biografía de un cimarrón, p. 158. <<

[20] Rodríguez Mendoza, En la manigua, pp. 148-149. <<

[21] Weyler, Mi mando, 1, p. 30. <<

[22] Barnet, Biografía de un cimarrón, p. 158. <<

[23] Rodríguez Mendoza, En la manigua, pp. 148-49. <<

[24] Souza, Máximo Gómez, pp. 154-57. <<

[25] Diario de batalla de Acosta, AMM, CGC, leg. 139. <<

[26] «Documentos incautados del enemigo», AMM, CGC, legs. 138-140. <<

[27] Monfort y Prats, Historia de la Guerra, p. 269. <<

[28] Flint, Marching with Gómez, p. 80. <<

[29] Arbelo, Recuerdo, pp. 12-17 y 43-44. <<

[30] Crouch, Yankee Guerrillero, pp. 118 y 80-83 <<

[31] Véase Roig de Leuchsenring, Cuba no debe, p. 23. <<

[32] Barnet, Biografía de un cimarrón, pp. 182-83. <<

[33] Telegrama de Manuel Rodríguez San Pedro, gobernador provincial de Pinar del Río, a Martínez Campos, AMM, CGC, microfilme nº 28, leg. 101. <<

[34] Piedra Martel, Campañas de Maceo, pp. 85-120. <<

[35] Weyler, Mi mando, 1, p. 65. <<

[36] Amante de la nación, Estudio de la guerra, pp. 4-5. <<

[37] «Extract from a Letter», Phillips Papers. <<

[38] Weyler, Mi mando, 1, pp. 28-31. <<

Capítulo XII

[1] Diego, Weyler, pp. 35-39. <<

[2] Martínez Carrión et al., «Creciendo con desigualdad», pp. 405-460. <<

[3] Armiñán, Weyler, p. 137. <<

[4] Cardona y Losada, Weyler, pp. 20-23. <<

[5] No parece haber pruebas que apoyen la leyenda que sitúa a Weyler en Washington D.C. en estos años, donde, supuestamente, habría consultado con Sherman y otros veteranos de la guerra civil estadounidense acerca del tema de la contrainsurgencia. Véase Diego, Weyler, pp. 59-61. <<

[6] Diego, Weyler, pp. 66-68. <<

[7] Armiñán, Weyler, pp. 145-146. <<

[8] Véase la correspondencia de Weyler con Gago (en especial la nº 107), AHN, Sección Diversos, Títulos-Familias, leg. 3175. <<

[9] Diego, Weyler, pp. 178-179. <<

[10] Véase la introducción de Weyler a Fernando Gómez, La insurrección por dentro, p. viii. <<

[11] Cardona y Losada, Weyler, p. 176. <<

[12] Weyler, Mi mando, 1, p. 178. <<

[13] Cardona y Losada, Weyler, p. 177. <<

[14] Weyler, Mi mando, 1, p. 178. <<

[15] Ibid., pp. 130-131; Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, pp. 42-82. <<

[16] Díaz Benzo, Pequeñeces, pp. 25 y 59-60. <<

[17] Cartas de funcionarios locales a Weyler, AGM, secc. 6, div. 3, leg. K-4; Corral, El desastre, p. 60. <<

[18] Informe de batalla, AMM, CGC, leg. 159. <<

[19] Fernández, Cuban Anarchism, pp. 17-18. <<

[20] Véase Poyo, «With All and for the Good of All». <<

[21] Boza, Mi diario, pp. 210-221. <<

[22] Ibid., p. 220. <<

[23] Máximo Gómez a Carlos Roloff, 13 de abril de 1896, ANC, GR, leg. 11, exp. 1444. <<

[24] Ibid., 28 de abril de 1896. <<

[25] Hernández (ed.), Apuntes biográficos, p. 137. <<

[26] Weyler, Mi mando, 2, pp. 7-8. <<

[27] Boza, Mi diario, pp. 210-21. <<

[28] Phillips Papers, LCMD. <<

[29] Acosta Quintana, Planos de comunicaciones. <<

[30] Disposiciones de Weyler relativas a los viajes en tren, AMM, CGC, leg. 441. <<

[31] Weyler a Suárez Inclán, AMM, CGC, leg. 140 <<

[32] Correspondencia de Maceo requisada, AMM, CGC, leg. 136; diario de Baldomero Acosta, AMM, CGC, leg. 139. <<

[33] Muchos de los detalles de esta batalla están extraídos de Cuadros de la guerra, pp. 15-35. <<

[34] AMM, CGC, leg. 134. <<

[35] En un cable al general Bernal, Weyler informa sólo de sesenta bajas españolas. Los registros del hospital indican que cuarenta y nueve supervivientes necesitaron hospitalización, todos ellos por heridas de bala, AMM, CGC, leg. 482. <<

[36] Times de Londres, 3 de junio de 1896. <<

[37] Weyler, Mi mando, 2, p. 61. <<

[38] Ibid., 1, pp. 341-342. <<

[39] Rosell y Malpica, Diario, 1, pp. 33-37 y 73-79. <<

[40] Valdés-Domínguez, Diario, 2, p. 5. <<

[41] Calixto García a Máximo Gómez, 19 de diciembre de 1896, ANC, GR, leg. 11, exp. 1042. <<

[42] Flint, Marching with Gómez, p. 80. <<

[43] Informe de Pando acerca de las actividades de Segura, AMM, CGC, leg. 440. <<

[44] Diario de un oficial cubano desconocido, AMM, CGC, leg. 134. <<

[45] Correspondencia de Aguirre, AMM, CGC, leg. 136. <<

[46] Diario de Martí, AMM, CGC, leg. 136. <<

[47] Fernando Gómez, La insurrección por dentro, p. 50. <<

[48] Correspondencia de Lacret, AMM, CGC, legs. 138 y 140. <<

[49] Weyler, Mi mando, 2, p. 406. <<

[50] Correspondencia de Lacret, AMM, CGC, leg. 140. <<

[51] Un libro reciente destaca el papel del Gobierno Provisional y de su delegado en Nueva York, Tomás Estrada Palma, en animar a la intervención estadounidense, pero hay que añadir que muchos oficiales cubanos, incluso Maceo, como veremos, pensó en un momento u otro que la intervención norteamericana era el camino más probable para el éxito. Véase, Hidalgo de Paz, Cuba. <<

Capítulo XIII

[1] José Maceo al ministro de la Guerra, ANC, GR, leg. 14, exp. 1941. <<

[2] Gómez a Maceo, ANC, GR, leg. 14, exp. 1946. <<

[3] Foner, Antonio Maceo, pp. 96-103. <<

[4] Souza, Máximo Gómez, p. 237. <<

[5] Weyler, Mi mando, 2, pp. 386-393. <<

[6] Crouch, Yankee Guerrillero, p. 37. <<

[7] Los cálculos cubanos de las pérdidas españolas no son más fiables que las de los españoles respecto a las de los cubanos, pero algunos estudiosos no parecen darse cuenta de esto. Véase Elorza y Hernández Sandoica, La guerra de Cuba, p. 253. <<

[8] Compárese el cálculo de Bernal en Weyler, Mi mando, 2, p. 304, con el informe médico en AMM, CGC, leg. 136. <<

[9] Rioja, En la manigua, p. 30. <<

[10] Circular enviada por Maceo, AMM, CGC, leg. 136. <<

[11] Para ejemplos de la actitud anterior de Maceo hacia la intervención estadounidense, véase Grinán Peralta, Maceo, pp. 193-195. <<

[12] Loinaz del Castillo a Máximo Gómez, 19 de noviembre de 1896, ANC, GR, leg. 11, exp. 1401. <<

[13] Weyler, Mi mando, 3, pp. 22-30. <<

[14] Fernando Gómez, La insurrección por dentro, incluye versiones sobre la muerte de Maceo de Miró, Nodarse y Cosme de la Torriente. Estas partes de la obra de Gómez se han reimpreso también en Weyler, Mi mando, 3, pp. 256-285. <<

[15] Álvarez Angulo, Memorias, pp. 169-170. <<

[16] José Maceo a Antonio Maceo, 22 de junio de 1895, ANC, GR, leg. 14, exp. 1892. <<

[17] Correspondencia requisada, AMM, CGC, leg. 136. <<

[18] Valdés-Domínguez, Diario, 3, p. 49. <<

[19] Betancourt a Mayía Rodríguez, 17 de septiembre de 1897, AMM, CGC, leg. 159. <<

[20] Rodríguez Mendoza, En la manigua, pp. 49-50, 64-75, 170, 184 y 202. <<

[21] Socorro a Mayía Rodríguez, 16 de agosto de 1897, AMM, CGC, leg. 159. <<

[22] Fernando Gómez, La insurrección por dentro, p. 11. <<

[23] Corral, El desastre, pp. 91-134. Se encuentran descripciones parecidas de estas condiciones en Flint, Marching with Gómez, p. 21. <<

[24] Barnet, Biografía de un cimarrón, p. 169. <<

[25] Pérez a Carrillo, AMM, CGC, leg. 137. <<

[26] Valdés-Domínguez, Diario, 3, pp. 63, 85, 161 y 183-184. <<

[27] Crouch, Yankee Guerrillero, pp. 68, 85-87, 92 y 100. <<

[28] Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, p. 95. <<

[29] Barnet, Biografía de un cimarrón, p. 169. <<

[30] Carta firmada por el general de división Francisco Carrillo, el coronel Rosendo García y el teniente coronel José Acosta, 19 de enero de 1897, AMM, CGC, leg. 138. <<

[31] Rodríguez Mendoza, En la manigua, p. 15. <<

[32] García Cisneros, Máximo Gómez, 2, p. 8. <<

[33] Gómez a Cleveland, 9 de febrero de 1897, y a McKinley, 1 de marzo de 1897, AMM, CGC, leg. 136. <<

[34] Elorza y Hernández Sandoica, La guerra de Cuba, p. 206. <<

[35] Buznego, Mayor General Máximo Gómez, 2, p. 8. <<

[36] Souza, Máximo Gómez, p. 91. <<

[37] Boza, Mi diario, pp. 331-332. <<

[38] Correspondencia de Martí, AMM, CGC, leg. 138. <<

[39] Giberga y Gali, Apuntes sobre la cuestión, p. 180. <<

[40] Diario del comandante José Plasencia, AMM, CGC, leg. 138. <<

[41] Mora a Gasset, 4 de septiembre de 1897, BN, ms. 21381/61. <<

[42] Mayía Rodríguez a Gómez, 6 de octubre de 1897, AMM, CGC, leg. 159. <<

[43] Fernando Gómez, La insurrección por dentro, pp. 134-140. Aparentemente, Gómez tomó estas cifras del diario de Quintín Bandera. <<

[44] Valdés-Domínguez, Diario, 4, p. 45. <<

[45] Correspondencia del Tercer Cuerpo a funcionarios del Gobierno, ANC, GR, leg. 16, exps. 2270, 2273 y 2285. <<

[46] Roloff, Índice alfabético. Las cifras de mortalidad son el total de muertes, 4.848; de enfermedad, 1.321; porcentaje de muertes por enfermedad, veintisiete por ciento. Fueron revisados y aumentados algo por estudiosos posteriores hasta 8.617, 3.437 y cuarenta por ciento, respectivamente. Véase Foner, Antonio Maceo, p. 174. <<

[47] Gómez a Portuondo, 10 de octubre de 1897, ANC, GR, leg. 16, exps. II, 462. <<

[48] Gómez a Mandulay, 27 de junio de 1896, ANC, GR, leg. 16, exps. II, 1.147. <<

[49] Mayía Rodríguez a Alejandro Rodríguez, 20 y 21 de octubre de 1897 y 9 de enero de 1898, ANC, GR, legs. 14, 1895. <<

Capítulo XIV

[1] Órdenes de Weyler, AMM, CGC, leg. 114. <<

[2] Pérez Guzmán, Herida Profunda, pp. 46-47. <<

[3] Ibid., p. 17. <<

[4] Morote, En la manigua, p. 4. <<

[5] Chadwick, Relations, 2, pp. 493-494. <<

[6] Pérez Guzmán, Herida profunda, p. 256. <<

[7] AHN, Sección Diversos, Títulos-Familias, leg. 3176, nº 107; Gómez, La insurrección por dentro, p. 19. <<

[8] Gutiérrez de la Concha, Memoria sobre la guerra, p. 89. <<

[9] Circulares fechadas el 6, 8 y 26 de abril de 1870, AMM, CGC, leg. 61. <<

[10] Weyler, Mi mando, 1, p. 9. <<

[11] Cardona y Losada, Weyler, p. 12. <<

[12] Correspondencia entre Martínez Campos, el ministro de la Guerra y el ministro de Ultramar, AMM, CGC, leg. 101. <<

[13] Las órdenes de «desconcentración» cubanas se encuentran en AMM, CGC, leg. 138. <<

[14] Espinosa y Ramos, Al trote, pp. 69 y 253. <<

[15] Correspondencia de Machado, AMM, CGC, leg. 136. <<

[16] Barnet, Biografía de un cimarrón, p. 162. <<

[17] Weyler, Mi mando, 1, p. 56. <<

[18] Máximo Gómez a Rafael Portuondo, 8 de septiembre de 1896, ANC, GR, leg. 11, exp. 1451. <<

[19] General José M. Capote al general de brigada Cornleo Rojas, n.d., ANC, GR, leg. 16, exp. 2207. <<

[20] Máximo Gómez a Rafael Portuondo, 8 de septiembre de 1896, ANC, GR, leg. 11, exp. 1451. <<

[21] General de brigada Javier Vega al ministro de la Guerra, Rafael Manduley, 18 de julio de 1896, ANC, GR, leg. 16, exp. 2219. <<

[22] Carta del 3 de abril de 1896, Phillips Papers, LCMD. <<

[23] Informes de comandantes cubanos, AMM, CGC, leg. 140. <<

[24] Órdenes de Maceo, AMM, CGC, leg. 138. <<

[25] Times de Londres, 17 de julio de 1896. <<

[26] AMM, CGC, microfilme nº 33. <<

[27] Pardo Rodríguez, La brigada, pp. 36-37. <<

[28] Registros procesales, AMM, CGC, leg. 136. <<

[29] El gobierno civil del estado de oriente detalla cientos de nombres de prefectos, subprefectos y otros funcionarios civiles en 1897, ANC, GR, leg. 14, exp. 1648. <<

[30] General de brigada José Gómez a Santiago García Cañizares, 14 de febrero y 5 de marzo de 1897, ANC, GR, leg. 16, exp. 2255 y 2262; general de brigada H. Espinosa a Cañizares, 17 de abril de 1897, ANC, GR, leg. 16, exp. 2269. <<

[31] AMM, CGC, leg. 138. <<

[32] José María Rodríguez al general Miles, 17 de agosto de 1898, y Rodríguez a Bartolomé Masó, n.d., ANC, GR, leg. 11, exps. 1851 y 1852. <<

[33] Jesús Rabí a García Cañizares, 19 de septiembre de 1898, ANC, GR, leg. 16, exp. 2197. <<

[34] Correspondencia de Castro, AGM, secc. 6A, div. 3a, leg. K3. <<

[35] Gómez a Portuondo, 21 de noviembre y 8 de diciembre de 1896, y Portuondo al Consejo de Gobierno de 10 de diciembre de 1896, ANC, GR, leg. 11 exps. 1468, 1469. <<

[36] Archivo personal de Weyler, AMM, EP, microfilme nº 53. <<

[37] Diferentes telegramas de campo, AMM, CGC, leg. 482. <<

[38] AMM, CGC, leg. 440. <<

[39] Corral, El desastre, pp. 43-44, 81-85 y 97. <<

[40] Instrucciones de Weyler, AMM, CGC, leg. 482. <<

[41] Millis, Martial Spirit, pp. 75-77. <<

[42] Véase, por ejemplo, Espinosa y Ramos, Al trote, pp. 156-157. <<

[43] Romanones, Sagasta, p. 192; Francos Rodríguez, La vida de Canalejas, pp. 156-158; Pérez Guzmán, Herida profunda, p. 10. <<

[44] Offner, Unwanted War, pp. 92-93. Lee revisó más tarde esta estimación a la baja, dejándola en doscientos mil. <<

[45] Morgan, America’s Road, p. 25. <<

[46] Offner, Unwanted War, pp. 42-48. <<

[47] Russell et al., Illustrated History. <<

[48] Véanse ejemplos en Golay, Spanish-American War, p. 5; Pérez Guzmán, Herida profunda, p. 10; Romanones, Sagasta, pp. 192-195; y Roig de Leuchsenring, Cuba no debe, pp. 18-21, y La guerra libertadora, p. 145. Roig veía la concentración como «el exterminio de la población campesina por la barbarie de Weyler y sus hordas de asesinos», y cuando se trataba de hacer un recuento de las víctimas de las reconcentración, eligió las cifras más altas posibles proporcionadas por Blanco y Canalejas. La cita es de la introducción de Roig a Juan Gualberto Gómez, Por Cuba Libre, p. 45. <<

[49] Pérez de la Riva y Blanca Morejón, «La población de Cuba»; Le Riverend, Historia Económica, pp. 491 y 563. A Phillip Foner también le gustaba la cifra de doscientos mil. Véase Foner, Spanish-Cuban-American War, 1, p. 115. El número de muertos podría aumentarse redondeando hacia arriba la población de 1895 a 1.800.000 y hacia abajo la de 1898 a 1.500.000, como parece haber hecho Hugh Thomas (Cuba, p. 423). Ni siquiera esto les pareció suficiente a Fernando Portuondo del Prado y Óscar Pino-Santos, quienes, usando los mismos datos del censo insistían, sin embargo, en que murieron cuatrocientos mil reconcentrados, una cifra que supera con mucho a sus propios datos redondeados. Véase Portuondo del Prado, Historia de Cuba, p. 587, y Pino-Santos, Cuba, p. 231. <<

[50] Maluquer de Motes, España en la crisis, p. 39. Las deliberaciones de Maluquer acerca de los datos del censo son las más hábiles que he visto. <<

[51] Trask, War with Spain, p. 9; Joseph Smith, Spanish-American War, p. 19; Musicant, Empire by Default, p. 70; Pérez Castañeda, La explosión; Mesa-Lago, «El trabajo en Cuba», pp. 36-37. <<

[52] Los datos y la discusión siguientes (excepto cuando se indica lo contrario) proceden de los informes acerca de la reconcentración en AMM, GCG, especialmente el leg. 167, y AMM, Fondo Documentación sobre Cuba, leg. 61. <<

[53] AMM, CGC, microfilme nº 45. <<

[54] AMM, CGC, leg. 159. <<

[55] Circular a los prefectos, noviembre de 1897, AMM,, leg. 136. <<

[56] New York World, 17 de mayo de 1896. Véase también Wilkerson, Public Opinion, pp. 29-40. Los estadounidenses relacionaron el comportamiento de Weyler en Cuba con la ocupación despiadada de los Países Bajos por parte del duque de Alba a finales del siglo XVI. Fue entonces cuando, según Henry Cabot Lodge, los ingleses y los holandeses, representantes de la «Europa civilizada», habían comenzado a desmantelar el decadente imperio católico español de los Habsburgo, y era deber de los estadounidenses finalizar esta tarea. «Representamos el espíritu de la libertad» escribía Lodge, «y el espíritu de los nuevos tiempos, y España está contra nosotros porque es medieval, cruel y agonizante» (Lodge, Intervention on Cuba, pp. 8-9). <<

[57] Julián Juderías usó por primera vez el término «leyenda negra» en el título de su libro La leyenda negra, 1914. El momento del trabajo resulta interesante. Juderías había presenciado el mayor desastre de la historia de España, algo de unas proporciones que el mundo no contemplaba desde la Guerra de los Treinta Años. Un ensayo interesante acerca de la imagen de España en América es el de Kagan, «Prescott’s Paradigm». <<

[58] Robert Cecil, Marqués de Salisbury, pronunció su discurso sobre las «naciones agonizantes» en el Royal Albert Hall tres días después de que George Dewey destruyera la flota de España en Asia en la bahía de Manila el 1 de mayo de 1898. Más adelante, en un ataque de diplomacia, negó que España hubiera sido el objeto de su discurso, pero nadie creyó su retractación. Los términos de naciones «vivas» y «agonizantes» se habían hecho ya familares en la era del darwinismo social. Y en Estados Unidos nadie dudaba de cuál era la nación viva (Estados Unidos) y cuál la agonizante (España). Hay un buen análisis del impacto de este discurso en España en Ballbé, Orden público, pp. 175-179. <<

[59] Thomas, Cuba, p. 336: Wilkerson, Public Opinion, pp. 7-9, 29-32 y 42. Acerca de este asunto, véase también Wisa, Cuban Crisis. Acerca de los toros, Mary F. Lowell, de la Liga de la Templanza, declaraba en público que la crueldad española procedía de la fiesta nacional, que creaba monstruos como Weyler habituados a la violencia más extrema y que, en consecuencia, tenían más tendencia a emplearla por costumbre. La sociología amateur de Lowell recibió una interesante réplica de la ilustre escritora española Emilia Pardo Bazán en La vida, pp. 31-37. <<

[60] Millis, Martial Spirit, pp. 40-43. <<

[61] Daily Inter Ocean, 10 de febrero de 1896. <<

[62] New York World, 26 de mayo de 1896. <<

[63] Brown, Correspondent’s War, p. 49. <<

[64] Rea, Facts and Fakes. <<

[65] Times de Londres, 21 de mayo de 1896. <<

[66] Moret a Blanco, AMM, CGC, leg. 1896. <<

[67] Armiñán, Weyler, p. 15. <<

[68] New York World, 23 de agosto de 1896. <<

[69] LaFeber, New Empire, pp. 287-288. <<

[70] AMM, CGC, leg. 145. <<

[71] Morgan, America’s Road, p. 23. <<

[72] Lee, «Cuba under Spanish Rule». <<

[73] Pardo González, La brigada, p. 14. <<

Capítulo XV

[1] Para nuevas valoraciones de Cánovas que tratan todos los aspectos de su vida y de su tiempo, véase Bullón de Mendoza y Togores (eds.), Cánovas y su época. <<

[2] Conde Fernández Oliva, «Sobre el pensamiento», pp. 143-144. <<

[3] Comellas, Cánovas, pp. 95, 153 y 330-334. Para su visión de la monarquía, véase también Raga Gil, «Cánovas ante la Gloriosa», pp. 44-45. <<

[4] Comellas, Cánovas, pp. 130-131 y 227; Raga Gil, «Cánovas ante la Gloriosa», pp. 44-45. <<

[5] La discusión siguiente se apoya en dos excelentes testimonios de la crisis política de principios de la década de 1890 en España; Serrano, Le tour du peuple, y Álvarez Junco, El emperador. <<

[6] Serrano Sanz, El viraje. <<

[7] El anarquismo era más complejo de lo que puede tratarse aquí. Véanse Álvarez Junco, La ideología política del anarquismo; Esenwein, Anarchist Ideology; y Kaplan, Anarchists of Andalucía. <<

[8] Álvarez Junco, El emperador, p. 148. <<

[9] Francisco Argilagos, Prédicas insurrectas, pp. 32-48. <<

[10] Álvarez Junco, El emperador, p. 154. <<

[11] Fernández, Cuban Anarchism, pp. 31-35. <<

[12] Fernández, La sangre, pp. 23-29. <<

[13] Ibid., p. 30. <<

[14] Ibid., pp. 80-94. <<

[15] Ibid., p. 34. <<

[16] Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, pp. 93-95. <<

[17] Cita de Sagasta reproducida en Roig de Leuchsenring, Cuba no debe, p. 30. <<

[18] Armiñán, Weyler, p. 165. <<

[19] García Acuña, Impresiones y antecedentes, p. 6. <<

[20] Pando, Documento, p. 6. <<

[21] Offner, Unwanted War, p. 57. <<

[22] Adán, El lobbyismo, p. 11. <<

[23] Estrada Palma a García Cañizares, AMM, CGC, leg. 155. <<

[24] Correspondencia de Estrada Palma, AMM, CGC, leg. 155. <<

[25] Correspondencia de Dupuy, AMM, CGC, leg. 155. <<

[26] Ésta es la posición de Robles Muñoz, 1898, pp. 104-107 <<

[27] Véase Offner, Unwanted War, para un examen detallado de la diplomacia en este periodo. <<

[28] Carta de Ramón Solano, 22 de enero de 1898, AMM, CGC, leg. 138. <<

[29] En Jiguaní, once insurgentes se entregaron a principios de febrero. En marzo, Cayito Álvarez y otros oficiales cubanos intentaron rendirse pero fueron interceptados y ejecutados por otra banda de cubanos. En Sancti Spíritus, a principios de abril de 1898, el coronel Rosendo García se rindió con tres oficiales y veintidós hombres, todos armados y con caballos. Estos son sólo algunos ejemplos de lo que estaba sucediendo, Como escribía el general Pando a Blanco desde Manzanillo el 13 de marzo de 1898: «Deserción continúa y acusada desmoralización del enemigo en esta jurisdición» (AMM, CGC, legs. 155 y 159). <<

[30] López Marín a Gustavo, Guanajuay, 28 de enero de 1898, AMM, CGC, leg. 155. <<

[31] Corral, El desastre, pp. 136-138. <<

[32] Hay una valoración detallada de las fuerzas cubanas en AMM, CGC, leg. 159. <<

[33] Orencio a Viñagera, AMM, CGC, leg. 155. <<

[34] Dyal, Historical Dictionary. <<

[35] Fernández, La sangre. <<

Capítulo XVI

[1] Fitzhugh Lee a Blanco, AMM, CGC, leg. 155. <<

[2] Blanco al gobernador civil de Matanzas, 6 de diciembre de 1897, AMM, CGC, leg. 155. <<

[3] Rickover, Battleship, p. 27. <<

[4] Véase, por ejemplo, Robles Muñoz, 1898, pp. 7-8. <<

[5] Díaz Plaja, 1898, p. 30; Offner, Unwanted War, p. 96. <<

[6] Congosto a Moret, AMM, CGC, leg. 155. <<

[7] Lee a Congosto, 25 de enero de 1898, AMM, CGC, leg. 155. <<

[8] Informe de Blanco, AMM, CGC, leg. 155; Dyal, Historical Dictionary, pp. 200-202. <<

[9] El mejor estudio acerca del incidente del Maine es el de Rickover, Battleship. <<

[10] Milton, Yellow Kids, p. 220. <<

[11] Ibid., pp. 222-36; Brown, Correspondent’s War, pp. 114-128. <<

[12] Feuer, War at Sea, pp. 6 y 8-10. <<

[13] Rickover, Battleship, pp. 43-74. <<

[14] Golay, Spanish-American War, p. 12; Rodríguez González, Operaciones, pp. 26-29. <<

[15] Véase, por ejemplo, Foner, Spanish-Cuban-American War, 1, pp. XI, 208-209, 217 y 260. <<

[16] Rodríguez Rodríguez, Algunos documentos, 32, n. 2, p. 35. <<

[17] Offner, Unwanted War, pp. 159-193. <<

[18] Adams a Hugh Nelson, 28 de abril de 1823, en Adams, Writings, 7, pp. 372-373. <<

[19] Thomas, Cuba, 229. Véase también, ibid., caps. 17 y 18 acerca de los planes de Estados Unidos para Cuba en el siglo XIX. <<

[20] Véase Moreno Fraginals et al. (eds.), Between Slavery and Free Labor, p. 19. <<

[21] LaFeber, New Empire, p. 49. <<

[22] Pratt, Expansionists, p. 276. Pratt enfatizó la presión para ampliar mercados a partir de 1898, pero está claro que al menos algunos grandes empresarios y políticos estadounidenses, en respuesta a la menor demanda interior de sus productos, estaban pensando en asegurarse los mercados exteriores ya antes de esa fecha. <<

[23] LaFeber, New Empire, pp. 105-120. <<

[24] Morgan, America’s Road, p. 92. <<

[25] Pratt, Expansionists, pp. 2-9. <<

[26] Williams, «Frontier Thesis», pp. 379-395. <<

[27] LaFeber, New Empire, pp. 173-176 y 264-281; Millis, Martial Spirit, p. 44, Golay, Spanish-American War, p. 33. <<

[28] Damiani, Foreign Economic Policy. Damiani llega a la conclusión de que la reconcentración y la destrucción del Maine fueron el detonante de la guerra entre Estados Unidos y España, y que las razones económicas, raciales y políticas del imperio no fueron decisivas para el inicio del conflicto. <<

Capítulo XVII

[1] Francos Rodríguez, El año, p. 69. <<

[2] La carrera, la muerte y el funeral de Frascuelo fueron el tema favorito de las principales publicaciones periódicas en la primavera de 1898, hasta que la guerra con los Estados Unidos dejó en segundo plano al torero. Un buen testimonio aparece en El Liberal, 9 de marzo de 1898. <<

[3] Ontañón, Frascuelo, p. 30. <<

[4] Francos Rodríguez, El año, pp. 79-96. Véase también Fernández-Rua, España. <<

[5] «Otro Salvador, otro Mesías se presentaba al mundo». La cita de Guerra Junqueiro («la pelea singular, extraña, entre Frascuelo y Edison») es utilizada por Ontañón, Frascuelo, p. 105. <<

[6] Corral, El desastre, p. 176. Véase también Urquía y Redecilla, Historia negra, pp. viii-ix. <<

[7] Unos pocos ejemplos: Varela Ortega, «Aftermath of Splendid Disaster», pp. 317-344; Torre, «El noventa y ocho español», pp. 79-90; Feuer, War at Sea, p. 18; y Balfour, End of the Spanish Empire, p. 26. <<

[8] Cervera a Víctor Concas, 26 de febrero de 1898, en Concas y Palau, Squadron, pp. 74-76. Cervera publicó su correspondencia en Guerra hispano-americana, traducida por el Departamento de la Armada de los Estados Unidos como Spanish American War. Las opiniones de Cervera se han citado en muchas traducciones al inglés, como en Joseph Smith, Spanish-American War, pp. 65-69, y Trask, War with Spain, pp. 60-71. La visión española más pesimista probablemente sea la publicada por el escritor militar Mariano y Vivo, que en una carta al Diario de Tarragona, 10 de abril de 1898, predice que Estados Unidos aplastaría a España y se quedaría con Puerto Rico, Cuba, Filipinas y las Islas Canarias. Una «guerra con los Estados Unidos», escribía, era garantía de «la absoluta aniquilación de nuestro poder colonial» (Mariano y Vivo, Apuntes en defensa, pp. 5-6). <<

[9] Departamento de la Armada de Estados Unidos, notas manuscritas, HL, ms. <<

[10] Rodríguez Solís, Los guerrilleros de 1808, 2, p. 27. <<

[11] Navascués, ¡¡La próxima guerra!!, p. 4. <<

[12] Cortijo, Apuntes para la historia, p. 32. <<

[13] León Gutiérrez, España y los Estados Unidos, pp. 6, 18. <<

[14] Gómez Palacios, La raza latina, pp. 5-6. <<

[15] Ablanedo, La cuestión de Cuba, p. 51; Cortijo, Apuntes para la historia, p. 4; León Gutierrez, España y los Estados Unidos, pp. 7-8 y 15-17; Gómez Palacios, La raza latina, pp. 13, 45. <<

[16] Blasco Ibáñez, Artículos, p. 10. <<

[17] El Imparcial, 27 de diciembre de 1896. <<

[18] Tuñón de Lara et al. (eds.), El desastre del 98, p. 7. <<

[19] Blasco Ibáñez, Artículos, p. 10. <<

[20] El Imparcial, 22 de abril de 1898. <<

[21] Ibid., 19 de abril de 1898. <<

[22] Pando, Documento, p. 16. <<

[23] Benzo, Pequeñeces, p. 110. <<

[24] León Gutiérrez, España y los Estados Unidos, p. 17. <<

[25] Lluhi y Taulina, El conflicto de España. <<

[26] Ministro de la Guerra a Blanco, (s. f.) junio 1898, AMM, CGC, leg. 159. <<

[27] Fernández-Rua, España, p. 7. <<

[28] Roig de Leuchsenring, La guerra libertadora, p. 161. <<

[29] Jover Zamora, 1898. <<

[30] Ballbé, Orden público, pp. 389-457. Véase también Torre del Río, «La neutralidad británica». <<

[31] Fernández-Rua, España, pp. 4-5. <<

[32] Esta correspondencia se encuentra en BN, ms. 21363/4. <<

[33] BN, ms. 21356/3. La alocada carta de María a Carlos, en verso, era muy larga e incluía una nota que en parte decía: «Estoy presa en mi casa hace cinco días; con guardias a la vista ¡por loca! Se están cometiendo horrores conmigo a instancias del P. Canaya. Suplico venga al [ilegible] a mi buardilla, Princesa 47. La entrada está franca y aunque soy loca ¡No muerdo!». <<

[34] Carta a El Imparcial, BN, ms. 21363/4. <<

[35] Francos Rodríguez, El año, pp. 143 y 231-232. <<

[36] Esta carta se encuentra en BN, ms. 21356/3. <<

[37] Serrano, Le tour du peuple, p. 39. <<

[38] Serrano, «Prófugos y desertores». <<

[39] Junco, El emperador, p. 222. <<

[40] Pando, Documento, p. 19. <<

[41] Golay, Spanish-American War, p. 41. <<

[42] Corral, El desastre, p. 176. <<

[43] Long, New American Navy, 1, p. 7. <<

[44] Hobson, Sinking of the Merrimac, pp. x-xi. <<

[45] Long, New American Navy, 1, pp. 1-2. <<

[46] Las mejores obras sobre este tema son de Rodríguez González, Política naval, pp. 61-65, y Gárate Córdoba y Manera Regueyra, La armada, pp. 118-120. Acerca de la marina de agua azul estadounidense véase Hagan, People’s Navy. <<

[47] Rodríguez González, Política naval, p. 175. <<

[48] Véase Rapallo, Ensayo de estrategia naval, para una versión española contemporánea de la teoría de la jeune école. <<

[49] Armiñán, Weyler, p. 162. <<

[50] El Imparcial, 19 de octubre de 1894. <<

[51] Navascués, La próxima guerra. Navascués se equivocó en casi todo lo que predijo sobre la «siguiente guerra». Hay que decir a su favor que terminó el manuscrito de su libro en 1892, antes de Ya-lu. <<

[52] Lodge, Intervention on Cuba, pp. 7-8. <<

[53] Chadwick, Relations, 1, p. 178. <<

[54] Hobson, Sinking of the Merrimac, p. 3. <<

[55] Feuer, War at Sea, pp. 37-45. <<

[56] Ibid., p. 17. <<

[57] Ésta y otras citas de la correspondencia de Williams proceden de los documentos de Henry Williams, LCMD. <<

[58] Feuer, War at Sea, pp. 73, 96-99, 107 y 150-156. <<

[59] Rodríguez González, Política naval, p. 485. <<

[60] Chadwick, Relations, 1, p. 213. <<

[61] Blanco a Moret, 7 de enero de 1898, AMM, CGC, leg. 114; Feuer, War at Sea, p. 21. <<

[62] El Liberal, 9-18 de octubre de 1896. <<

[63] Rodríguez González, Política naval, pp. 33-38. <<

[64] Fernández-Rua, España, p. 12. <<

[65] Trask, War with Spain, pp. 101-5. <<

[66] Francos Rodríguez, El año, pp. 125-128. <<

[67] Ollero, Teatro de guerra, p. 28. <<

[68] Pardo González, La brigada, p. 18. <<

[69] Rodríguez Puértolas (ed.), El desastre en sus textos, p. 21. <<

[70] Miró, Cuba, pp. 265-66. <<

[71] Blanco al ministro de la Guerra, AMM, CGC, leg. 155. <<

[72] Pardo González, La brigada, pp. 44-47. <<

[73] Informes de batalla, AMM, CGC, leg. 159 <<

[74] Pando, Documento, pp. 10-11. <<

[75] Correspondencia de Jiménez, AMM, CGC, leg. 138 <<

[76] Rodríguez Mendoza, En la manigua, pp. 203, 207. <<

[77] Pardo González, La brigada, p. 56. <<

[78] Correspondencia de Blanco al respecto, AMM, CGC, leg. 159; véase también Weyler, Mi mando, 5, pp. 546-548. <<

[79] Órdenes de Blanco, AMM, CGC, leg. 159, car. 12. <<

[80] Blanco al ministro de Ultramar, (s.f.) abril 1898, AMM, CGC, leg. 159. <<

[81] Francos Rodríguez, Algunos documentos, pp. 26-34. <<

[82] Feuer, War at Sea, p. 138. <<

[83] Correa a Blanco, 7 de abril de 1898, AMM, CGC, leg. 156. <<

Capítulo XVIII

[1] Trask, War with Spain, p. 126. <<

[2] Hobson, Sinking of the Merrimac. <<

[3] Documento, p. 15; Trask, War with Spain, p. 353, Chadwick, Relations, 1, p. 62. <<

[4] Órdenes de Blanco, AMM, CGC, leg. 159, <<

[5] Blanco a Correa, 6 de mayo de 1898, AMM, CGC, leg. 159; Pando, Documento, pp. 10-15. <<

[6] Trask, War with Spain, pp. 126-127. <<

[7] Pardo González, La brigada, pp. 57 y 62. <<

[8] Chadwick, Relations, 1, pp. 367-377, Balfour, End of the Spanish Empire, p. 40. Un autor cubano, en un rapto de fantasía, aseguraba que García tenía a veinte mil hombres armados inmovilizando a los españoles en sus fortines (Torriente, Fin de la dominación, p. 19). <<

[9] Academia de la Historia de Cuba, Parte oficial. <<

[10] Pardo González, La brigada, p. 21. <<

[11] Ibid., pp. 36-37. <<

[12] Feuer, War at Sea, pp. 120-136. <<

[13] Cable de Pareja, AMM, CGC, leg. 67, car. 18. <<

[14] Cosmas, Army for Empire, 5, p. 11. <<

[15] George Kendrick, «The Midsummer Picnic of 1898», HL, ms., pp. 109-110. <<

[16] Linares a Blanco, 15 de junio de 1898, AMM, CGC, leg. 158; Pardo González, La brigada, p. 20. <<

[17] Chadwick, Relations, 1, pp. 376-377. <<

[18] Álvarez Angulo, Memorias, pp. 178-201. <<

[19] La disposición de las fuerzas españolas se detalla en el documento, AMM, CGC, leg. 158. Véase también Chadwick, Relations, 2, pp. 72-73. <<

[20] Pardo González, La brigada, p. 118; Golay, Spanish-American War, pp. 59-63. <<

[21] Estas son las cifras comunicadas oficialmente, AMM, CGC, leg. 155. <<

[22] Trask, War with Spain, pp. 237-245. <<

[23] Álvarez Angulo, Memorias, pp. 225-228. <<

[24] Balfour, End of the Spanish Empire. <<

[25] Blanco al ministro de la Guerra, 3 de julio de 1898, AMM, CGC, leg. 159. <<

[26] Golay, Spanish-American War, p. 74. <<

[27] Academia de la Historia de Cuba, Parte oficial; Chadwick, Relations, 2, pp. 77, 85 y 194. <<

[28] Álvarez Angulo, Memorias, pp. 221-225. <<

[29] Trask, War with Spain, p. 265. <<

[30] Concas y Palau, Squadron, p. 83. <<

[31] Golay, Spanish-American War, p. 99. <<

[32] Véase Rodríguez González, Operaciones. <<

[33] Cervera al ministro de la Guerra, 4 y 9 de julio de 1898, AMM, CGC, leg. 155. <<

[34] Golay, Spanish-American War, pp. 74-82. <<

[35] Blanco al ministro de Ultramar, 14 de agosto de 1898, AMM, CGC, leg. 159. <<

[36] Ibid., 14 de agosto de 1898. <<

[37] Ibid., 14 de agosto de 1898. <<

[38] Blanco al ministro de la Guerra, 19 de agosto de 1898, AMM, CGC, leg. 159. <<

[39] Blanco a March, 10 de septiembre de 1898, y Blanco al Comité de Evacuación, 1 de octubre de 1898, AMM, CGC, leg. 155. <<

[40] Flint, Marching with Gómez, pp. 20-21. <<

[41] Entrada del diario, 26 de junio de 1898, Documentos de Henry Williams, LCMD. <<

[42] Corral, El desastre, pp. 232-263. <<

[43] Shafter al ayudante del general Corbin, 18 y 23 de julio, 4 y 17 de agosto de 1898, Correspondence, pp. 158, 175, 203 y 231-232. <<

[44] Rodríguez Demorizi, Papeles dominicanos, p. 73. <<

[45] Millis, Martial Spirit, pp. 362-263. <<

[46] Correspondence, pp. 249-250. <<

[47] Espinosa y Ramos, Al trote, p. 279. <<

[48] Como propone Donald Dyal en Historical Dictionary, pp. viii-ix. <<

[49] En 1998, artículos académicos y libros se agolpaban en las imprentas españolas con motivo del centenario del desastre cubano. La calidad era muy variable, pero todos enfatizaban un aspecto: España había superado fácilmente la derrota, de manera que 1898 no había sido tan desastroso al final. Este nuevo enfoque se había generalizado tanto que el historiador español José María Jover tuvo que recordarse a sí mismo y a sus colegas que «no podemos ni debemos olvidar que [1898] fue una catástrofe» (citado en Núñez Florencio, «Menos se perdió», pp. 11-13). <<

** El autor hace referencia al color de los uniformes de los ejércitos federado y confederado, respectivamente, en la Guerra Civil americana. <<

Abreviaturas usadas en las notas

AGM Archivo General Militar (Segovia)

AHN Archivo Histórico Nacional (Madrid)

AMM Archivo General Militar de Madrid

ANC Archivo Nacional de Cuba (La Habana)

BN Biblioteca Nacional (Madrid)

car. carpeta

CGC Sección Capitanía General de Cuba

div. división

EP Sección Expedientes Personales

exp. expediente

GR Sección Gobierno de la Revolución

HL Huntington Library (Pasadena)

LCMD Library of Congress, Manuscripts Division (Washington D.C.)

leg. legajo

secc. sección