PUMPERNICKEL
Para el trabajo en grupos, los habitantes de Can Arañas arrumban contra las paredes la mesa y los sofás del salón de la casa y colocan las sillas en círculo. Diez sillas en disposición idéntica, honrando la naturaleza asamblearia del trabajo en la Tropa. Esta tarde se reúne el grupo de formación teórica para situaciones de encarcelamiento, lo cual quiere decir que el orientador de la sesión es el camarada Rey Rana, que es el único que ha cumplido condena. El Rey Rana es el mayor de los habitantes de la casa. Debe de tener aproximadamente la edad del camarada Cuervo, es decir, diez años más que la media del resto de soldados, que ronda los veinticinco. De todos los nombres en clave de los miembros de la tropa reunidos en la isla, a Barbosa le parece que Rey Rana es el más desafortunado de todos. Con su cuerpo rechoncho y su pelo rizado que le crece en forma de voluminoso afro, el Rey Rana tiene algo de batracio que en la práctica hace que la gente evite usar su apodo delante de él.
El Rey Rana está sentado al lado del camarada Cuervo, con su sombrero de ala ancha y el chaleco de cuero. Todas las mujeres llevan el bañador puesto, no como resultado de ninguna nueva consigna, sino que parece haber sucedido de forma natural después del incidente con la Madre Nieve. Las camaradas parecen haber renunciado al derecho a gestionar sus partes íntimas y han empezado a protegerlas de la mirada del ojo ciego de la Madre Nieve.
—He resumido las guías de actuación en cinco puntos —está explicando el Rey Rana a los congregados—. Primer punto: establecimiento de redes. Segundo punto: cooperación con los presos comunes. Tercer punto: ostracismo de los revisionistas. Cuarto punto: organización de campañas de presión. Y quinto punto: organización de motines.
—Estupendo, camarada. —El camarada Cuervo asiente con la cabeza.
—En el apartado de establecimiento de redes, se opera a distintos niveles. Redes dentro de la comunidad penitenciaria del centro, pero también entre centros. Hay que tener en cuenta que los sicarios fascistas usan constantemente los traslados de presos para evitar que se formen comunidades.
—¿Y podemos aprovechar los traslados para establecer comunicación entre centros? —dice el camarada Cuervo.
—Es muy difícil, pero lo intentamos. Hasta dentro de un solo centro las redes de comunicación tienen que burlar la supervisión constante. Los encuentros entrañan mucho riesgo.
—Continúa, camarada.
—El punto dos es la cooperación con los presos comunes. Nuestros camaradas presos apoyan las luchas y motines protagonizados por los presos comunes contra las brutales condiciones a que son sometidos. Las apoyan y las estimulan. El punto tres es el aislamiento de los revisionistas.
—El camarada Rey Rana vivió de cerca las primeras amnistías, ¿verdad? —dice el camarada Cuervo.
—En Carabanchel —dice el Rey Rana—. Cuando salieron en libertad los históricos del PCE, el régimen organizó un gran montaje publicitario sobre sus medidas de gracia. A los reformistas puestos en libertad se los liberó para que predicaran la reconciliación y silenciaran a los que aún seguían en las mazmorras fascistas. Se los adiestró para que testimoniaran que en las cárceles se vivía muy bien y no había torturas.
—Cuéntanos con quién coincidiste en el Hospital Penitenciario, camarada.
El Rey Rana asiente.
—En diciembre de 1976 —dice— yo estaba en el Hospital Penitenciario de Carabanchel recuperándome de las lesiones de los interrogatorios, mientras Carrillo pasaba unas vacaciones allí a cuerpo de rey.
—Al tiempo que lavan la fachada del régimen —dice el camarada Cuervo—, esos viejos oportunistas se dedican a denunciar nuestra lucha y a los revolucionarios que siguen en la cárcel. Sacan a sus presos y se olvidan de los demás: ése es su ejemplo de solidaridad, camaradas. Y a cambio reciben escaños y altos cargos públicos.
Teo Barbosa levanta la mano. Su cuerpo ya está casi igual de moreno que los de sus camaradas. Como suele pasarle, su altura y el hecho de que necesitaría una silla más grande provocan que parezca más repanchingado de lo que realmente está.
—¿Sí, camarada? —dice el Rey Rana.
—¿No es un poco ocioso que tratemos el ostracismo de los revisionistas cuando ya no queda ninguno en la cárcel? —dice Barbosa—. O sea, ya no estamos en el 76.
El Rey Rana mira al camarada Cuervo en busca de ayuda. El camarada Cuervo no lo ve porque está mirando a su vez al camarada Piel de Oso, que está echando vistazos ceñudos a su alrededor.
—Camarada Piel de Oso —dice el camarada Cuervo—. Da la impresión de que tienes algo en mente. Ya conoces la mecánica de los grupos. Comparte con nosotros lo que te preocupa.
El camarada Piel de Oso niega con la cabeza.
—Nos dijiste que se nos explicaría por qué se ha abortado la acción programada para mayo —dice—. Tenemos derecho a saberlo.
Hay un momento de silencio. El camarada Cuervo cambia de postura en su silla.
—No me recuerdes vuestros derechos, camarada —dice en tono frío—. Soy yo quien vela por ellos y por que sigáis vivos.
—El camarada Cuervo ha conseguido que los alemanes dejen de mandarnos ese pan pumpernickel —dice Barbosa—. Solamente por eso ya le tenemos que estar eternamente agradecidos.
El camarada Cuervo no le hace caso.
—Esto es un grupo de trabajo formativo sobre la supervivencia en las cárceles del enemigo —continúa diciéndole a Piel de Oso—. Ojalá nunca os haga falta poner en práctica esta formación, pero aun así es importante, y cambiar de tema es una falta de respeto al camarada Rey Rana. A pesar de todo, te contestaré, camarada, para que no haya malentendidos. La acción de mayo se ha cancelado por razones de seguridad. Acaba de haber una acción de los GRAPO y el dispositivo policial que se va a instaurar compromete la seguridad de nuestra acción. Además, me ha llegado la noticia de que vamos a recibir en breve una información sobre el enemigo que cambiará por completo nuestra situación.
—No costaría tanto llamarse de vez en cuando con los chicos de los GRAPO —dice Barbosa—. Si no, acaba llevándose el gato al agua el primero que llega.
El camarada Piel de Oso se gira hacia Barbosa.
—Camarada —le dice, señalándolo—, como hagas una broma más, te juro que te abro la cabeza. Me da igual lo que me pase a mí, con tal de no tener que volver a oírte.
Barbosa hace una mueca de sobresalto burlón y se hunde un poco en su silla, lo cual, debido a su altura, no termina de producir la impresión que debería producir. Se oyen un par de carraspeos. Después del sauerkraut, el pumpernickel es el segundo producto alimenticio que los habitantes de Can Arañas han sometido a votación en asamblea y han resuelto que no quieren seguir recibiendo en sus suministros de vituallas. El camarada Cuervo busca la mirada de Piel de Oso y se la sostiene, desafiándolo a que responda. Nadie hace nada. El momento se prolonga hasta el infinito.