En las guerras de la India del año 1800, el batallón del mayor Torrens perseguía a varios enemigos. Un día, mientras aquél cenaba y se encontraba muy jovial, vino a verle un sargento que le informó que habían cogido a dos prisioneros, uno viejo y otro joven.
El sargento le pidió al mayor le ordenase qué debía hacer con ellos. El mayor, alegremente, le contestó:
—Llevároslos de aquí y dadles un buen meneo.
El sargento se retiró. Al cabo de una hora volvió y con todo respeto le informó al mayor:
—Con su permiso, mayor. Hemos meneado al joven, pero no logramos que al viejo se le enderece la polla.