ELEGÍA DE LA ALHAJUELA [167]

Un montón de escombros es lo que queda

de aquella entrada, de aquella reguerilla

donde corría el agua, eternamente el agua,

con la capillita de mis lecturas al fondo.

Busco la entrada y no está y la estoy viendo

sin poder entrar aunque estemos viéndola

y sintiendo el agua cantando, el agua correr.

Pero no puedo entrar en la estancia

porque la estancia no existe aunque la vea,

ni siquiera la reguerilla donde el agua

corría eternamente, ahora corazón abajo,

y los ganados llegando al abrevadero,

una larga tropa de mugidos balidos cencerros

llegando, dentro de mí, al abrevadero,

y el ruiseñor en la breña, y el culantro

que huele todavía en el agua corriendo.