A mí me pasa muchas veces

estarme quieto y en lo hondo,

esos hondos de Dios que Dios se sabe,

un reguerillo que apenas si se siente,

y de pronto oír la voz llamando

a la letra. O se pierde irremisible-

mente, o Dios sabe dónde vaya

porque no hay llave que se pierda

ni palabra perdida. Muchas veces,

dando vueltas a estas cosas

que estaban y no están y siguen,

las llaves y las penas y algo siempre.