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Nada como cuando la casa se queda sola

entera para nosotros. Qué repentina

repoblación de sombras, seres, ecos,

palabras, resonancias, tiempos que parecían

muertos, presencias, invocaciones,

poblaciones de invisibles criaturas, de formas

de aparecer, conocerse, sus pronunciaciones

de mano del jazmín y su olor, de mano

de cualquier pájaro y su canto, cualquier

luz o color. Maravillosa plenitud

de cuanto ha llenado nuestro mundo

en esta invasión de pronto, cuando

la casa se queda sola y nosotros a solas,

y por ella vagamos con nosotros.