II

Y así como ésta me pasan muchas cosas,

vuelvo por algo al cuarto y se me olvida

a lo que vuelvo al cuarto, y me quedo pensando,

a qué habré venido al cuarto, Dios mío.

Tantas cosas como me estoy dejando que no encuentro,

y vuelvo al cuarto y no las encuentro,

y vuelvo buscando algo que está allí

y no encuentro, perdiendo y no encontrando,

no encontrándome.

Dónde andas?

Pensabas que tenías que hacer esto y lo otro,

y lo otro y lo de más allá. De más allá?

De más allá, hay más allá? me pregunto.

Y me responde un silencio y colijo

—colijo, colijes, colijamos, colijen—,

que efectivamente hay más allá,

porque[137] —ay, este porqué!—

si no hubiera más allá no habría silencio.

Luego colijo, colijamos, el silencio

es el más allá por el que me pregunto.