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GOLPEAR NUESTRA CARNE

Oh Dios!, si para tiempo o para muerte

anudaste a estos huesos tantos sueños,

y en este corazón tantos diseños

hiciste de ti mismo; si por verte

espíritu y dolor a común suerte

redujiste y lanzaste a tus empeños,

y nos diste la gloria de ser dueños

y el terror de tenerte y de perderte;

si de ti mana el bien y corre el llanto,

y la lengua que canta y la que aúlla

son obras ambas mismas de tu diestra,

¿por qué tanto, Señor, y tanto y tanto

golpear nuestra carne que es tan tuya,

para matar tu imagen que es tan nuestra?