UN HOMBRE CABAL[111]

Era un árbol extraño. No tenía

par en el bosque. Se entregaba

a la vida de modo que dejaba

dondequiera su huella. Poseía

la virtud de crear, sin la porfía

de la briega, y donde transitaba

sendas al bien en su quehacer, dejaba

siembras de bien que sin sentirlo hacía.

Flor y sazón, un hombre si los hubo,

mudo al rencor, maestro de su ira,

la mano generosa de lo bueno.

Dio a los demás cuanto de bueno tuvo,

rastro de bien lo que dejó en su gira,

nada humano en la vida le fue ajeno.